El plan de la salvación

lunes, 15 de septiembre de 2008
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“Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús, nuestro señor, que nos bendijo desde el cielo en Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales. En Cristo Dios nos eligió antes de la creación del mundo, para estar en su presencia, sin culpa ni mancha. Desde la eternidad determino en el nombre, que fuéramos sus hijos adoptivos por el amor. Por medio de Cristo Jesús, esto es lo que quiso y más le gusto para que se alabe su gloria por esa gracia suya que nos manifiesta en el bien amado. En Cristo, la sangre que derramo paga nuestra libertad y nos merece el perdón de los pecados. En esto se ve la inmensidad de su gracia. Mediando el don de sabiduría e inteligencia, Dios nos da a conocer este proyecto misterioso fruto del amor que tiene a su hijo que debía realizarse cuando llegara la plenitud de los tiempo, que todas las cosas fueran reunidas en Cristo, las del cielo como las de la tierra. “

Efesios 1; 3 – 10

Pablo empieza la carta a los efectos con este himno donde esta el plan divino de salvación, y esta obligada alabanza de Dios nos da para pensar. Porque Maria entonó su magnificad y lo comprendemos, Zacarías canto el benedictus y sabemos porqué, pero aquí no hay ningún pretexto visible para este himno de alabanza con que empieza la carta a los efectos. Por el contrario Pablo escribe en calidad de prisionero.

Detengámonos un momento para pensar lo que significa esto. Prescindiendo de toda privación, con el impulso del redentor suyo en el corazón, con el encargo divino de llevar el evangelio a todo el mundo, con la preocupación por todas las iglesias, como bien dice el que lo necesitan. Pablo esta allí, detenido día tras día y año tras año, encajonado entre cuatro irritantes paredes que lo circundan, y en medio de este dolor y humanamente hablando del fondo de la oscuridad se levanta este canto de acción de gracia a Dios, le basta podríamos decir el pretexto de una carta a una comunidad lejana y desconocida, le basta el recuerdo de una fe común para que s u alma se desborde en acción de gracias y esta alegría irradiante.

Así es este cristiano Pablo de Tarso y así se presenta delante de los efesos y también de nosotros, desbordante de alegría en la fe, no en los motivos que rodean el acontecimiento de vida por el que atraviesa la cárcel. Le reboza el corazón de gratitud pero es solo el comienzo, esto de lo que el entiende ah de ser la actitud permanente del cristiano, el gozo y la alegría, también en medio de las privaciones. Alégrense en el Señor, una vez más se lo repito, alégrense en el señor.

Esta indestructible alegría en la fe que descollando de la mas simple monotonía y surgiendo lozana, fresca en medio de las tribulaciones, nos da un testimonio verdaderamente podríamos decir deslumbrante de que en serio ciertamente nuestro creer en Cristo es un mensaje alegre y que la alegría esta fundada en motivos que no se perciben a simple vista mas aun hay acontecimiento que indicarían que no puede ser la alegría lo que nos acompaña, si no que debería ser la tristeza, la angustia, la preocupación, el desasosiego, lejos de esto nuestro corazón se goza en el Señor.

Es el canto el Maria y el canto de Zacarías en clave paulina con al que ahora el apóstol empieza esta carta maravillosa, en la cual nos quiere comunicar el don del cielo, el bendito Dios, el padre de nuestro Señor Jesucristo nos ha llenado de gracias y de bendiciones, y este es el gran motivo por el cual nosotros no podemos darle lugar a la tristeza, por eso alegrémonos en el Señor. Una vez más lo repitamos, la alegria nuestra está en el Señor.

Hay un único motivo por el cual en medio de las cadenas de la cárcel, Pablo escribiéndole a los efesios, los invita a levantar la mirada, llenarse de esperanza a confiar en que Dios hace realidad las promesas que debe llenarse el corazón de gozo y alegría y expandirse irradiando este maravillosos don, el mas hermoso que tenemos para comunicar a la humanidad, hay un solo motivo el Dios en el cual creemos al que bendecimos es el padre de nuestro señor Jesucristo. Vos dirás ¿Y que gran motivo es este? Como para que uno pueda decir aquí esta mi alegría, aquí esta mi gozo.

¿Valdría la pena justificar la alegría nuestra en cualquiera circunstancia solo porque Dios es el padre de nuestro Señor Jesucristo? Nos suena mas a una formula construida casi litúrgica de culto que a una verdad o a una certeza que pueda llevar a alegrar el corazón. Bendita sea Dios el padre de nuestro Señor Jesucristo, en El hemos sido bendecidos. Valdría la pena justificar aquí la alabanza al Dios creador, parece ser una poderosa razón por la que Pablo ubica en este lugar la bendición a Dios, el Dios padre de nuestro Señor Jesucristo. Este es el nombre de Dios según Pablo.

Hay que entender lo que pablo esta afirmando leyendo el antiguo testamento, cuando Dios se auto revela así mismo, por ejemplo: a Moisés en la zarza ardiendo le dice: “yo soy un Dios de vivos, no de muertos. Yo soy el Dios de Abraham de Isaac y de Jacob.” Este titulo tenía toda una vibración profunda en la confesión de fe del pueblo del antiguo testamento. El filosofo Pascal, narra como una venturosa noche de pascua se le revelo por primera vez la profundidad y la alegría que llevaba consigo este nombre: el Dios de Abraham de Isaac y de Jacob.

Quiere decir, reflexiona Pascal, que Dios no es lejano, que Dios no es el Dios de los fríos filósofos, si no el Dios de la historia, que desde una infinita lejanía se inclina sobre los hombres y que en un determinado momento de la historia, en un determinado lugar de nuestra tierra ha elegido los hombres como amigos, hombres, nombres cuyos nombres nos resultan cercanos. Abraham Isaac y Jacob, cercanos a la historia de Israel, y en consecuencia este Dios en una movida historia de casi dos mil años se ah ido siempre compadeciendo de su pueblo dice Pascal, a pesar de tanta infidelidad, de tanta apostasía, de tanta traición, en atención a aquellos antepasados, sus amigos.

Necesitamos decía el filosofo, conocer este trasfondo para valorar lo que para el judío Pablo significa nombrar a Dios, no ya el Dios de Abraham, Isaac y de Jacob, si no el Dios y padre de nuestro Señor Jesucristo. Esta dice Pascal, es la suma de todo el cristianismo, Jesucristo es nuestro Señor, nos pertenece, en El podemos llamar Padre Nuestro a Dios, en un sentido nuevo y sin precedentes. Esto se trata de encontrarnos en el camino de la afirmación gozosa de la vida, con la razón mas profunda con la cual podemos emparentarnos, familiarizarnos, para decir que estamos alegres a pesar de todas las circunstancias.

La verdad es que Dios esta cerca y es el Padre de la historia, y el Señor que se ha revelado en Cristo Jesús, y el que nos ha dejado el don maravilloso del Espíritu Santo para asistirnos, para ser nosotros portadores dirá Pablo de todo consuelo en medio de la tribulación, y así poder consolar a los que están atribulados, en cualquier situación de tribulación por ese don de consejo y de consuelo que Dios asiste a los que lo reconocen como señor de la historia. El Dios de la historia que se ha revelado en Cristo es el gran motivo y la gran alegría, por eso hay que hacer memoria histórica, historia y memoria de las intervenciones de Dios en nuestro propio camino, tienen nombre y apellido.

Las alegrías con las que hoy vos podes contar para afrontar la historia que te viene por delante, seguramente desafiante bajo algún signo de preocupación, o la que hoy te toca vivir en medio de tus propias ataduras y tus propias cárceles por así decirlo, por ponernos cerca de la afirmación paulina, seguramente están guardadas esas historias en algún lugar donde hoy Dios te pide que las saques para hacer tu propia carta de presentación de gozo y alegría en medio de tus cadenas. ¿Cuál es el Dios histórico, que apareció y se revelo en tu vida? De esto se trata, de encontrarte con la revelación de Dios de un tiempo que paso y que perdura en este tiempo con los ecos de aquella manifestación suya, tan significativa que resulte imborrable en tu memoria histórica, esto es lo que decimos tener memoria agradecida.

La única manera de poder transitar los tiempos a la espera de la llegada de la promesa. En estos días leyendo el libro de los escritos espirituales de Teresa de Calcuta, me he encontrado con toda una gran riqueza de vida puesta allí, pero también con aquellos que después tomo notoriedad al tiempo de la muerte de Teresa de Calcuta de cómo ella vivió alegre en la oscuridad de la fe.

Y hay un único gran motivo por el cual ella permanece gozosa y alegre, porque confía, lo dice claramente en que Dios va a llevar a cabo sus promesas. Duro dos años entre otras muchas esperas por las que tuvo que pasar para dar el paso definitivo de la salida de la comunidad de Loreto hacia los agujeros oscuros de Calcuta, como Dios le ha revelado en la oración donde ella estaba llamada a ser luz. Esa larga espera se pudo sostener gracias a que Teresa tenia en lo mas hondo de su corazón la certeza confirmada por el camino del discernimiento de que era Dios el que quería todo aquello, y que no iba a fallar aquel que puso en su corazón la promesa de ser luz para sus hermanos.

“Ven porque serás mi luz” esta fue la gran palabra que resonó en su corazón, y la voz del interior, la voz interior que sonaba dentro suyo comenzó a revelarle todo y cada uno de los caminos por donde debía transitar para alcanzar aquella promesa de luminosidad que irradiaría de tal manera el mundo todo tendría puesta en ella la mirada por la gran claridad con que su testimonio de amor nos invadió y penetro a todos.

Fue la palabra de Dios, acontecimiento en la vida de Teresa de Calcuta, la que irrumpió de una manera tan brillante que después fue todo brillo su presencia, aunque a ella le haya tocado pasar por momentos de mucha oscuridad, y justamente la memoria interior de esta gracia recibida, fue la que la sostuvo alegre en medio de las oscuridades, de sus cárceles podríamos decir nosotros.

San Francisco de Sales invitando al camino de seguimiento de Jesús, recomienda este ejercicio de mirar hacia atrás y recuperara las gracias que en algún momento hemos recibido, como las que nos permiten dar paso, impulso al camino que viene afrontado los desafíos con la certeza de Dios que fue fiel, será siempre fiel. Te invito a que vallas al baúl de los recuerdos, y saques del medio de todo lo que esta por allí guardado en algún rincón los mejores recuerdos que hablan del paso de Dios en tu vida, y que al momento de oscuridad por los que puedas estar atravesando de lucha de desasosiego, de tristeza, de desazón, de dificultades, tribulación, de sin sentido, de oscuridad, los llenes de esta memoria llena de gracia, con la que Dios te regalo su presencia, te dijo que estaba cerca, que jamás te abandonaría en el camino.

Este Dios que nos ha bendecido, el Dios de nuestro Señor Jesucristo, nos ha bendecido a lo largo de toda la historia de cada uno de nosotros en la persona de Cristo, dice Pablo con dones y gracias espirituales y celestiales. Que quiere decir Pablo cuando habla de gracias y dones espirituales y celestiales, ¿que son estas bendiciones espirituales?.

Esta palabra en el apóstol Pablo lleva consigo una actuación del Espíritu Santo. Esto está diciendo, Dios nos ha bendecido con toda clase de bienes, espirituales y celestiales, quiere decir, en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el que se ha ligado a nosotros. Y así tenemos en esta breve formula de Pablo una expresión trinitaria. El Padre nos bendice con toda clase de bendición, dándonos el Espíritu Santo por medio de Cristo.

Esto es lo que contiene esta brevísima expresión de la carta a los efesios en el primer capítulo, dónde Pablo dice “bendito sea Dios el Padre Cristo Jesús que nos bendijo desde el cielo en Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales y celestiales. Podríamos decir así, nosotros los elegidos en Cristo antes de la creación del mundo hemos recibido este don por pura gratuidad de Dios en el Espíritu Santo. Ha sido el Espíritu Santo el que ha grabado en lo más hondo de nuestro ser y de nuestra persona, nuestra historia, con su presencia silenciosa, las gracias y los dones que nos permiten hoy en medio de todas las dificultades y tribulaciones, en medio de todas cárceles por las cuales podemos estar atravesando, que han entendido esto en términos figurado y en términos reales, para quienes están privados de la libertad, es lo que nos permite hoy estar alegres.

Es el Espíritu Santo el que obra en la historia misteriosamente entremezclándose en medio de nuestras propias historias, de nuestros caminos. Ni pensar en la mentalidad de Pablo, ni si quiera por un instante en algún mérito por parte nuestra. Esta es la pura libertad de Dios que mas aún para poder amarme a mí, no sólo como criatura sino como hijo, con amor paterno me ha elegido desde la eternidad en Cristo Jesús. Esto quiere decir desde siempre, mi vínculo está relacionado a Dios por Cristo y sólo por esta unión con Cristo puede ser uno cada uno de nosotros, digno del amor de Dios, el Padre que es el Espíritu Santo.

Es el Espíritu Santo el que viene también en ayuda nuestra para sacar del baúl de los recuerdos los dones más preciosos con lo que Dios ha querido bendecirnos a lo largo de nuestra historia y nuestra mirada pueda elevarse por encima de las dificultades y encontrar en el horizonte el camino que se nos abre por delante para continuar en la lucha de todos los días, con la certeza de que en medio de la batalla tenemos el triunfo asegurado, por la promesa de Dios, de su amor que supera todo lo que podamos suponer, imaginar, pensar. Dice el mismo apóstol, es más hondo, más profundo, más ancho de todo lo que nosotros podamos suponer.

Es el Espíritu Santo, el amor de Dios que nos inhabita por dentro, el que no solamente buscando en los recuerdo nos trae en la memoria, la frescura del amor de Dios que desde siempre nos bendijo, sino que al mismo tiempo nos sostiene en la lucha y en la esperanza con la certeza que al final el triunfo de Dios será la manera con la que Él se va ha revelar a los hombres como Señor de la historia a través de nosotros. Confiemos, pero no por cualquier motivo, con la certeza de que ya hemos sido bendecidos y que Dios que es eterno no se arrepiente de lo que da, de lo que ofrece, de lo que entrega y lleva a plenitud su obra.

Este Cristo que Pablo nos revela, fiel, que nos ha bendecido con el Espíritu Santo desde siempre, desde toda la eternidad y ha marcado nuestra historia, con una señal de amor en el camino, es el que nos invita a levantar la mirada y a mirar hacia delante con la certeza de que Dios llevará su fin la promesa que ha puesto en nuestro corazón de ser plenos, de ser felices, de ser santos.

Este es el motivo próximo con el que Pablo dice, Dios nos ha bendecido, para ser santos e inmaculados e irreprochables delante de Dios. Santo, significa separado de todo lo profano y consagrado definitivamente al servicio de Dios, vivir en una clave distinta, por esta pertenencia a Dios, por esta vida que está llamada a ser irreprochable ante Él, o sea no solo con conciencia de su presencia, sino con la pureza que solamente estar a los ojos de Dios, tres veces santo por el don del Espíritu Santo que nos habita interiormente, Él es el que nos santifica, el que nos planifica, el que da pureza, certeza, consistencia, gozo, alegría a nuestra vida ¿pero no quiere decir esto que la presencia de Dios ni los mismos ángeles son puros? ¿ no es acaso una exigencia extra humana? Sí, en realidad es cristiana, es de Cristo que nos da el Espíritu.

Es imposible a nuestra sola fuerza, es inalcanzable para nuestro solo empeño. Sólo Dios puede obrar en nosotros ese don de plenitud que el Espíritu Santo opera con toda clase de bendiciones que vienen del cielo. Es con lo que quiero que nos pongamos en contacto, con los dones que vienen del cielo, es a lo que te invito a recuperar de la memoria en el tiempo que has vivido, que todo gozo, toda alegría, que todo amor, que toda lucha, que toda posibilidad de resistencia, que el don maravilloso de la vida y el don maravilloso de la vida ofrecida te vienen del cielo y que el cielo te bendice también en este tiempo trayéndote en la memoria lo que ya te regaló para que camines decididamente, juntos, a los dones nuevos de bendiciones con el que Dios nos va ha acompañar en el camino.

Nos ocurre a veces que la circunstancias de la vida por la que vamos atravesando están llenas de oscuridades y sombras, perspectivas realmente preocupantes, que nos pueden teñir la vida de negatividad, cuando tomamos el diario, leemos las situaciones climáticas, las situaciones de convivencias bajo el signo de la injusticia, las situaciones de las finanzas, las perspectivas de desarrollo, cuando encontramos un panorama tan sombrío alrededor nuestro, puede que el comenzar la semana, con el dato con el que la realidad nos ofrece, nos predisponga negativamente a asumirla, y en realidad Dios quiere que asumamos lo que nos toca vivir por delante con la certeza de que Él es el que conduce, obra, opera, en nuestra vida, el que hace verdaderamente de la historia un protagonismo suyo, inequívoco.

Es Él el que quiere ser protagonista, de esto se trata, que las bendiciones de Dios que hemos recibido se multiplique, sean como un torrente de gracia que alcance más allá de lo que puedas imaginar, o lo que puedas suponer racionalmente contemplando lo que ocurre alrededor y cerca de ti. Hay un montón de motivos por los cuales posiblemente tu corazón se encuentre un poco apesadumbrado, umbroso, un poco sombrío, razones que quizás sean suficientes para que tu modo de pararte frente a la vida, este marcado por esta actitud, sin embargo hay otras razones por las cuales vos no podes darle lugar a este estado de ánimo. Son las razones que están detrás de la historia, comprometida con ella en lo más profundo de su ser.

El Cristo que nos ha bendecido con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él es el gran motivo y las razones por las cuales Pablo se alegra y bendice a Dios al modo de Zacarías y de María. María recibió el anuncio del nacimiento de Jesús y canta la grandeza del Señor. Zacarías se le suelta la lengua ante el nacimiento de su hijo Juan el Bautista, cuando él ya es viejo y su mujer estéril. Pablo está en la cárcel, sin embargo canta la grandeza de Dios y su Espíritu bendice a Dios porque en Cristo Jesús nos ha regalado el don del Espíritu Santo desde siempre sin mérito nuestro, operando ÉL, el gozo y la alegría por encima de cualquier dificultad aún de cualquier tragedia.

En la memoria de la grandeza de Dios está la posibilidad de llegar a nuestro puerto, es realmente nuestra brújula, nuestro timón, es nuestra posibilidad, es nuestro mapa. En el pasado y en las gracias que Dios nos ha regalado de vida por la acción del Espíritu Santo en Cristo, están todas las fuerzas que necesitamos para asumir el presente con grandeza de ánimo y con gozo y alegría al modo de Pablo que te invita a bendecirlo a Dios por tanto amor.