El poder de la reconciliación

jueves, 13 de agosto de 2009
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El poder de la reconciliación

 

San Mateo 18,15-20

"Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 

Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos.

Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano.

Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.

También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá.

Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos".

  

  1. Estar reconciliados para ser servidores de la reconciliación
 

La reconciliación es una gracia que Dios regala a las personas. San Pablo exhorta desde esa gracia a dejarse reconciliar con Dios 2 Cor 5,20. Dejarse reconciliar supone una actitud interior pasiva donde la acción la ejerce Dios que actúa a favor de quien recibe esa acción, que la podríamos identificar como: acción de aplacar, apaciguar, pacificar, armonizar acercando las partes.

 

Este dejarse reconciliar tiene que ver con uno mismo, esto es estar de acuerdo con migo mismo tal como he llegado a ser. Acercar las diferencias entre las disputas de mis distintas necesidades, estar de acuerdo con migo mismo tal como he llegado a ser, superar la fisura entre la imagen ideal y la realidad de lo que soy, asumir lo que me molesta, mis errores y debilidades, tratarme con delicadeza, despertar en mi ternura ante lo que contradice mi imagen ideal. Para esto tiene que venir una gracia en mi ayuda que me traiga la reconciliación con migo mismo, con mi carácter y el lastre que he arrastrado a lo largo de mi vida. [1]

 

Solo si estoy reconciliado con migo mismo puedo estar reconciliado con las personas que litigan con migo y con los otros. Los que están desgarrados por dentro generan escisión en su entorno.

 

Solo cuando estamos reconciliados asumimos el primer mandato discipular que Jesús propone para el camino: cargar con la cruz para seguirlo. Eso quiere decir asumirse con realismo y paz, sin dejar de aspirar a más, solo que desde lo que soy y no desde lo que quisiera ser. Es propio de las personas maduras sueñan con ser siendo en el andar en armonía con ellas mismas.

 

  1. Conocer nuestras emociones para estar en paz y reconciliados

Las situaciones conflictivas cuando no son abordadas con calma s