El proyecto de vida – Segunda parte

martes, 13 de noviembre de 2007
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Alégrate, joven, durante tu juventud, y encuentra la felicidad, sigue tus deseos y realiza tus ambiciones. Pero no te olvides que todo esto Dios lo juzga.

Eclesiastés 11, 9

Cuando en nosotros se despierta un horizonte por donde mirar, descubrir lo que viene por delante, el ánimo, el alma se despierta y sale a la vida con deseos de transitar aquellos caminos.

Lo peor que nos puede pasar en la vida es no tener perspectiva de futuro, es decir haber perdido sentido, porque es allí donde nos estancamos y lejos de quedar allí la vida como frenada comenzamos como a retroceder en el camino, no solamente no avanzamos sino que como el cangrejo caminamos hacia atrás, cuando hay un proyecto de vida lo que pasó, lo que vivimos en el presente y lo que vendrá es lo que hace que nuestra vida alcance un dinamismo que la ponga en sentido vital y existencial con sentido, la vida adquiere sentido, y cuando adquiere sentido nuestra mirada se llena de esperanza y nuestro corazón se fortalece, tener un proyecto de vida es despertar a la esperanza, es fortalecer nuestro espíritu.

Esto no con sueños que sean utópicos, irrealizables sino con una capacidad de discernir lo que pasó, lo que vivimos y el tiempo que vendrá que tiene que ver mucho con nuestra historia, a esta la tenemos que aprender a leer desde los ojos de Dios, porque nada se le escapa, todo lo permite, lo busca, y lo quiere a favor de nosotros y el proyecto de vida que Él tiene para nosotros soñado, pensado, diseñado desde siempre, desde la eternidad. Es por eso que la Palabra nos invita a alegrarnos mientras nuestro espíritu se llena de juventud y podamos encontrar allí, en una mirada renovada nuestros deseos y realizar lo que ambiciona nuestro corazón sabiendo que es en la mirada de Dios y su juicio donde está el verdadero camino que tenemos por recorrer.

Desde el momento que nacemos y hasta el fin de la vida somos nosotros hombres y mujeres peregrinos, somos caminantes y este camino tiene un norte, una meta, aunque esta no sea conocida o no tan fácilmente reconocida, al andar vamos como aclarando nuestro peregrinar y concretando este fin, pero también se va modificando y muchas veces rectificando.

Las circunstancias de la vida, el amor, la amistad, la enfermedad, el trabajo, los vínculos que están un poco anudados, la familia que constituimos, las situaciones sociales que nos van como colocando como diariamente en la necesidad de elegir y poniendo en juego así nuestra libertad que se hace constructora de nuestra propia existencia, de acuerdo a lo que sean estas decisiones nos vamos acercando o nos vamos alejando de este proyecto de vida. Esconderse como el avestruz no nos permite ser lo que estamos llamados a ser, elegir y optar mientras peregrinamos es lo que nos permite acercarnos al proyecto de vida que está diseñado desde siempre, desde la eternidad para nosotros.

Tenés un proyecto de vida, aunque es verdad que a veces no podemos definirlo, tenemos que terminar como de formularlo y hacer del mismo el criterio de nuestras opciones, no porque sea difícil, sino porque no nos tomamos el trabajo de encontrarlo, no es tan complicado, tiene que ver con la vocación, el llamado interior mas fuerte que hay en nosotros y la decisión de seguirlo, vamos descubriendo cuando caminamos valores que nos atraen, esos tienen que ver con los ladrillos que construyen el proyecto, el valor de la amistad, el valor de la familia, el valor de la solidaridad, el valor de la sencillez, el valor de la vida en felicidad en lo simple y cotidiano, el valor del silencio, el valor de pensar las cosas que verdaderamente importan, el valor de tomar distancia de lo que es vano, de lo que no sirve , de lo que la va haciendo como vacía a la vida, el valor de llenarla de sentidos, el valor de compartirla con otros es lo que te permite ir como en el camino poniendo un ladrillo tras otro al proyecto que en algún lugar de tu ser está escondido, y en la medida que vos encontrás paz, serenidad, alegría, confianza, buen ánimo, deseo de vivir en plenitud es porque ese ladrillo entró en el lugar justo, en aquel que era necesario que entrara para que se fuera configurando tu proyecto que lo podes ir haciendo conciente en la medida que sobre estos valores vas reflexionando y vos vas eligiendo el modo de querer ser, que no te lo imponga la realidad, no depende de lo que tengas, depende de lo que quieras, de lo que desees y sueñes, y lo que luches y por lo que trabajes.

Esta meta, ideal o proyecto no es algo meramente intelectual, no es algo ideológico, no es una suma de verdades que vamos como aculando sino que llega a través del corazón iluminado por la razón, configurado desde la fe, cuando todos los valores que decíamos y mas de los que vos puedas hacer mención los vamos como ordenando, jerarquizando, dándole preferencia uno sobre otro se toma con pasión, con deseos hondos y profundos de tomar en las propias manos las riendas de la vida y con decisión y determinación construir nuestro propio futuro ya, aquí, en el presente, haciéndonos cargo de la mochila que traemos tal vez del pasado, solo se puede curar en el presente que nos toca vivir.

Tal vez haya imágenes que nos ayuden para identificar en algo concreto lo que expresa mi proyecto.

 Los símbolos nos ayudan a expresar mejor que los conceptos lo que queremos describir con la expresión proyecto de vida porque en realidad no se trata de un cúmulo de verdades intelectuales, un cúmulo de reflexiones importantes que podemos hacer, de silogismos, se trata de vida de lo que estamos hablando y esta se expresa en lo concreto y los símbolos tienen esa capacidad de movilizarnos, identificándonos con algo que está fuera de nosotros mucho mas allá de un concepto que nos permite ver como lo mas palpable.

Por ejemplo un símbolo para identificar el proyecto podría ser la semilla, uno podría tomar la semilla entre sus manos y ver toda la potencialidad que se esconde en ella y decir así también mi proyecto de vida tiene escondido detrás de todo lo que hay guardado dentro mío lo que todavía no apareció y va a ser como el árbol que va a surgir de esta semilla, está allí como escondido.

También puede servir como símbolo que expresa tu proyecto de vida la brújula, en cuanto que nos marca el norte, el proyecto de vida está llamado a mostrarnos un rumbo, a que la vida no transcurra sino a que nosotros elijamos vivir y darle un sentido, una orientación. También una canción puede expresar una parte o todo lo que se esconde dentro de nosotros como anhelo, como deseo, como sueño, como proyección que expresa nuestra historia, abraza nuestro presente y nos hace pensar, soñar, buscar el tiempo que vendrá.

Cuando uno quiere ponerle un costado propio a algo propio elige con qué meterle un sello a lo que uno ha realizado, hacemos la firma, vos desarrollas un trabajo y ese lleva tu firma, tu sello quiere decir que lleva tu identidad. Cuando la persona no puede escribir se suele poner el dedo como aquel que muestra nuestra identidad a través de la huella digital.

Cómo sellarías vos tu proyecto, si tuvieras que armar un sello qué le podrías, quizás tu nombre y alrededor podrías ponerle algunos valores.

Podés armar tu propio sello para encontrar en él los valores con los que querés comprometerte para mirar hacia delante y construir tu propio futuro, a veces puede ser un icono, una imagen.

Animate a pintar tus sueños, lo podes identificar, a veces uno ve un paisaje y dice qué bello, cuántas cosas me despierta, qué te despierta un paisaje, qué despierta un paisaje dentro tuyo y qué paisaje sería ese. También le podes poner un nombre, el nombre bíblicamente muestra una misión, y una misión siempre habla de lo que vendrá, qué nombre le pondrías a tu proyecto.

La misión de vida personal es esa opción preferencial que en coherencia con la estructura y la historia personal responde a las inquietudes mas hondas del alma, por eso esto lo podemos descubrir en algo concreto que lo expresa, que habla de nosotros, en el momento en que encontramos eso ahí encontramos paz.

Cuando encontramos en un símbolo lo que nos expresa lo que tenemos dentro como sueño y proyecto encontramos paz, armonía, encontramos sentido al ayer, encontramos ganas para el presente y creemos que mañana puede ser distinto, es decir hacemos nuestra historia, construimos nuestra historia, es lo que le da armonía y sentido, tiene raíces en el pasado, se alimenta acá, ahora, pero sobre todo hace permeable y esperanzador el futuro.

El Padre Kentenich definió el ideal personal desde una triple perspectiva, decía él: un proyecto de vida personal tiene una perspectiva teológica, es decir desde Dios, es el rasgo de eternidad que está clavado en el orillo de nuestra historia, de nuestro corazón con el que nos podemos encontrar.

Tiene una perspectiva filosófica, es decir nosotros podríamos dar razones si lo encontramos de por qué este es nuestro modo de vivir, dar razones de la esperanza que tenemos en nuestro corazón diría el Apóstol San Pedro en la primera de las cartas. Y tiene una perspectiva pedagógica.

El ideal personal es la síntesis creadora de las inquietudes mas profundas de nuestro ser personal en coherencia con nuestra estructura física, psíquica y espiritual, debe ser cultivada para lograr la meta de todo hombre ser nuevos, renovados, según la imagen de Jesús y el proyecto que el Padre le confío para nosotros a María.