13/01/2017 – La señal de María es un sí silencioso, un sí lleno de vida, con el que abre el camino a la llegada de la redención a nosotros. Nosotros creemos en Cristo, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nacido de Santa María Virgen.
Si es posible que la redención esté en medio nuestro con el mensaje de buena noticia y la actualización del misterio de la Alianza, ya ahora definitivo en Cristo, es porque María dijo que sí, dijo: “Hágase en mí, según tu palabra”. Al anuncio de que ella dará a luz al hijo del Altísimo, sin conocer varón, por obra del Espíritu Santo, María respondió por la obediencia de la fe, según la expresión de Romanos 1, 5. Segura de que nada hay imposible para Dios. Y por eso ha dicho con toda verdad, “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Así dando ella su consentimiento, a la palabra de Dios, llegó ser Madre de Jesús, aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera. Se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su hijo para servir en su dependencia y con Él, por la gracia de Dios, al misterio de la redención.
María, como dice San Ireneo, por su obediencia, fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano y agrega, por eso no pocos padres antiguos en su predicación, coincidieron con afirmar: “El mundo, de la desobediencia de Eva, lo desató la obediencia de María”. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen por su fe.
Y en esto de atar y desatar, nosotros nos detenemos junto a la devoción de la Desatanudos, a la cual le confiamos nuestra red para que en cada corazón de los oyentes se desate por un sí renovado, lo que aparece tan enredado en el camino de la vida, vínculos, relaciones, situaciones laborales, estado de ánimos. Realidad de un mundo complejo que pide un nuevo horizonte, pero que está como empantanado en sí mismo.
“La verdadera fe nunca es un privilegio o un honor sino que siempre significa una pascua, un morir. Así fue tbn la de María” @Pjaviersoteras — Radio María Arg (@RadioMariaArg) marzo 18, 2015
“La verdadera fe nunca es un privilegio o un honor sino que siempre significa una pascua, un morir. Así fue tbn la de María” @Pjaviersoteras
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“Nos alcanza con la gracia que Dios nos regala a cada paso para responder que sí, en el aquí y el ahora de nuestra vida” @Pjaviersoteras — Radio María Arg (@RadioMariaArg) marzo 18, 2015
“Tal vez la manera de salir de las situaciones más enredadas sea decirle a Dios que creemos de que Él tiene un camino” @Pjaviersoteras — Radio María Arg (@RadioMariaArg) marzo 18, 2015
“Tal vez la manera de salir de las situaciones más enredadas sea decirle a Dios que creemos de que Él tiene un camino” @Pjaviersoteras
Echando una mirada en la Desatanudos, en la catequesis de hoy, quisiéramos renovar nuestro sí de confianza en Dios, pidiéndole que nos lleva hasta donde nos quiera conducir y desate los enredos que el mal espíritu obra en el corazón mismo, de cada uno de nosotros, de los ambientes en donde nos movemos, para que se haga luz y por el sí de María se desaten los nudos que la desobediencia ató en medio nuestro.Cuando María visitó a Isabel, ésta la recibió con gran alegría y llena del Espíritu Santo exclamó: “Dichosa la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas departe del Señor”. El evangelista Lucas, se sirve del episodio de la visitación, para sacar a la luz lo que había realizado en el secreto de Nazaret el mismo Dios y que solamente en el diálogo con una interlocutora podía ser manifestado y asumir un carácter objetivo y público. Lo que de extraordinario ocurrió en Nazaret, después del saludo del ángel, es que María creyó, convirtiéndose así en Madre del Señor.
El Sí de María, el Sí profundo de su corazón que es como una tabla en blanco donde se escribe el plan de Dios, es el acto de fe, el acto de comportamiento religioso más elevado. La disponibilidad pasiva, unida a la prontitud activa y el vacío más profundo que acompaña a las más grandes de las plenitudes y compromisos. Con su respuesta, María, dice Orígenes, es como si dijese a Dios: “Aquí estoy yo, una página en blanco, escriba el escritor lo que quiera, hágase de mí aquello que el Señor quiera”. Ojalá también nosotros podamos decir lo mismo, que en nuestro sí, en nuestro amén de hoy, se escriba la página que el cielo tenía prevista para que el guión eterno, encuentre en nosotros su mejor rodaje.
En un instante, decía Ranner, que ya nunca declinará y que permanece válido para toda la eternidad, la palabra de María, fue la palabra de toda la humanidad, y su Sí el amén de toda la creación al Sí de Dios. En María es como si Dios interpelase nuevamente la libertad creada, ofreciéndose y ofreciendo una posibilidad de rescate. Se trata entonces de leer el querer de Dios y decirle que sí.
Dice un padre de la iglesia, Eva cuando aún era virgen, concibió la palabra que dijo a la serpiente y lo que trajo a la luz fue la desobediencia y lo que generó como fruto fue la muerte. María, la virgen, habiendo concebido fe y alegría al darle al ángel la Buena Nueva respondió: “Hágase en mí según tu palabra”. Lo que ató la virgen Eva por la incredulidad, lo desató María por la fe.
Que allí en el silencio y en la oscuridad, en la sencillez, brote nuestro sí frente a una humanidad que necesita nacer de nuevo, que aún cuando no veamos el horizonte, Dios nos invita a verdaderamente creer que es posible un tiempo nuevo, digamos que sí. También en la oscuridad sabiendo que en la noche, en el silencio y en lo sencillo, cómo en María, se gesta la vida.
El acto de fe de María, a simple vista parece un gesto fácil, sencillo, simple, incluso que uno daría por descontado de que así tenía que ser, convertirse en Madre de un Rey que había reinado eternamente sobre la casa de Jacob, madre del Mesías. Era esto con lo que cualquier muchacha de su tiempo podría soñar, pero es esto una manera de razonar muy nuestro, demasiado humano o carnal. La verdadera fe no es nunca un privilegio o un honor sino que siempre significa una pascua, un morir y así fue sobre todo la fe de María en este momento. Ante todo Dios nunca engaña, nunca arranca a las criaturas su consentimiento furtivamente, escondiéndoles las consecuencias que devienen después del el encuentro. Lo podemos ver en todas las grandes llamadas de Dios: A Jeremías le anuncia “Te harán la guerra”, y a Ananías le dice de Pablo “Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre”.
¿Habría actuado Dios de una forma distinta con María, para una misión como la suya? En la luz del Espíritu Santo que acompaña la llamada de Dios, ella ha percibido ciertamente que tampoco su camino será distinto de los demás llamados. Por otra parte bien pronto Simeón dará expresión a este presentimiento mariano cuando le diga: “Una espada traspasará tu corazón”.
Padre Javier Soteras
Emitida el 7 de mayo de 2012
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