“El silencio es la matriz de la espiritualidad”, dijo fray José Guirado

sábado, 20 de febrero de 2021
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20/02/2021 – En el ciclo “Aire fresco y brisa suave”, fray José Guirado reflexionó sobre escuchar en el silencio. “Una espiritualidad para este tiempo cuaresmal implica saber escuchar. El silencio es la matriz de cualquier espiritualidad. El ser humano tiene un estrato muy profundo que tiene que ver con esto. Un maestro dice: “En el centro soy silencio”. Nosotros nos identificamos con nuestros proyectos, nuestras acciones, nuestros sentimientos, pero nuestra esencia está hecha de silencio. Toda práctica de silencio es tremendamente humana y espiritual. Por eso te invito a hacer silencio para encontrarte con quien sos”, sostuvo fray Pepe.

“Al quedarnos asombrados por la naturaleza, nos quedamos en silencio. Y en ese momento, Dios es presencia en nosotros. Para encontrarte con vos mismo, buscá el silencio. Pero, ¿cómo hacemos silencio en un mundo ruidoso? En el silencio estamos en un lugar de no dualismo, sin juzgar. Tenemos que tratar de no caer en recetas baratas cuando ingresamos a él. El silencio es como una música de fondo. Es creativo, es vida, es presencia. Las ideas, en su naturaleza, los sentimientos, no son creativos. Lo que hace creativo a algo es del lugar de donde vienen. Por eso tenemos que conectar con la fuente, que es Dios mismo”, dijo el franciscano sanjuanino que vive en una ermita, en los Valles Calchaquíes.

“El silencio te vuelve amable. El silencio te puede ayudar a abordar los aspectos más sombríos de tu vida. Hoy, la dimensión del ruido es  una manera de vivir la vida. Es estar lleno de muchas cosas, es estar envuelto en sentimientos que a veces se expresan de un modo convulsivo. También hay un ruido volitivo, que hace que la voluntad no sepa qué hacer. Por eso tenemos que hacer silencio, eso nos desacomoda. Es necesario hacer silencio cada día, al menos unos minutos, es muy saludable”, agregó.

Estamos llamados a tener una vida más plena, a una vida más profunda, no alienada, a estar más presentes en la realidad, sin estar saturados de información. El silencio te libera. Evangélicamente se dice que el que quiera seguir a Jesús tiene que perder su vida para ganarla. Eso es permitirse soltar el control de la realidad que nos aporta el mundo para dejar que Dios entre en tu corazón. Eso se logra haciendo silencio”, manifesté Guirado.

“La actividad que viene del silencio no es ansiosa y no está condicionada por la tiranía de la opinión. La verdad no es lo que yo fabrico, lo que yo opino. La verdad es, existe “per se”, como existe el bien y el amor. Esto es el Reino y esto es Dios en medio nuestro. La opinión divide, la mirada no dual del silencio une. Un sabio dice que la contemplación desarrolla un vivo interés en nosotros. Se contempla en silencio”, reflexionó.

“Una persona que escucha genera confianza en el otro, una confianza que se mantiene en el tiempo. Los proyectos necesitan de la confianza para tener concreción y continuidad. El silencio nos ayuda a discernir sobre nuestras genuinas necesidades. Las necesidades tienen que ser comprendidas, alimentadas, pero no deben tener un sobrepeso, no deben haber un exceso en su satisfacción. El silencio sirve para optimizar el manejo de las necesidades, es darle la proporción correcta a cada cosa”, añadió el religioso.

El camino de conversión no puede reducirse solo a la oración, al ayuno y a la limosna. Tenemos que desclichear eso. La conversión no es solo un cambio moral, es necesario que comprendamos que es algo nuevo en nuestra vida. No se trata de mitigar cosas auténticas en nuestra vida. La conversión es un don de renovar la vida permanentemente y no repetir. La conversión toca el núcleo íntimo de mi vida para transformarla, porque toca la raíz. Sería nefasto que la Cuaresma sea solo el tiempo para reconocer mis pecados. El centro de la conversión es poner a Dios en el centro. El primer movimiento que estamos llamados a hacer es volver a nuestro Creador. Volver a la fuente que te hace ser, volver a Cristo Jesús. Volvé a descubrir tu grito de hijo, de sentirte hijo de Dios. Volver a Dios es volver a mi centro luminoso. Hemos perdido la semejanza, pero no la imagen con Dios. Estamos llamados a recuperar esa semejanza en esta Cuaresma”, cerró fray Pepe.