“En el Cottolengo luchamos diariamente para dignificar a las personas”, afirmó la hermana Mariella Zaletti

lunes, 1 de noviembre de 2021
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01/11/2021 – En “Testigos de la Alegría”, la hermana Mariella Zaletti. del Instituto de las Pequeñas Hermanas de la Sagrada Familia, habló de su servicio y apostolado en el Pequeño Cottolengo beato José Nascimbeni de Bahía Blanca. “El próximo 6 de noviembre cumplimos 129 años de fundación de nuestra comunidad. El Fundador es el padre Nascimbeni y la primera pequeña hermana es la beata madre María Dominga Mantovani. Desde 1949 estamos en Latinoamérica. La primera comunidad se abrió en la ciudad de Bahía Blanca, en el Hospital Interzonal General de Agudos doctor José Penna. En el Cottolengo tenemos 60 mujeres con discapacidad que llegan desde todo el país, nosotros las llamamos las nenas”, indicó la religiosa.

“Nuestro carisma es muy amplio. La caridad de Cristo nos urge, decía nuestro fundador. En las prácticas de enfermería estamos cerca del que no se puede defender solo, trabajamos en equipo. Solemos decir que esto es el jardín del Cielo, por eso regamos este jardín que es el Pequeño Cottolengo con mucho amor. Esta es la segunda vez que estoy acá y una de las cosas que nuestras hermanas mayores nos insisten mucho en que el Cottolengo no sea un depósito de personas, todos podemos aportar algo y hacernos crecer. Cada vida cuenta, cada vida vale. Sin ensañarnos con alargar la vida por nuestra cuenta sino dejar esto en manos de Dios. La muerte no es un cuco sino que es un paso natural que damos hacia una mayor vida, en la presencia del Señor”, añadió Mariella.

En la pandemia decidimos que nuestras nenas, las mujeres con discapacidad, no pueden quedar solas, por más covid que haya. Es una decisión que mantenemos a conciencia y lo aprendimos de ellas mismas, que celebran la vida y también la muerte. Y nuestras nenas tienen una sensibilidad especial, ellas saben cuando ha fallecido alguien. Ellas nos dicen, nos enseñan que cuando llega la muerte hay que llorar, nos abrazamos. Pero después nos acercamos a la capilla y llevamos el cuerpo de la persona que murió y cantamos, es muy emocionante. Lo que sentimos allí es mucha paz. Por supuesto, que después hacemos el duelo que corresponde a cada muerte. Estas mujeres tienen la sabiduría de los pequeños, eso aprendemos a diario”, consideró la hermana Zaletti.