En vínculo de amistad engolfados en Dios

jueves, 6 de diciembre de 2012
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“Cuando recen, no hagan como los hipócritas; a ellos les gusta orar delante de las sinagogas, en las esquinas de las casas, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oren, no hablen mucho como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos porque tu Padre que está en el Cielo sabe bien lo que les hace falta, antes de que se lo pidan”. Mateo 6, 5-8.1.

 

Jaque al rey por el camino de amistad

 Cuando Teresa de Jesús nos invita a ir por el camino de la oración por el vínculo de amistad  ella se  hace maestra que nos conduce a la fuente de Agua Viva- Primero nos  introduce en el desprendimiento de sí mismo y en la humildad. Porque lo que interesa a partir de ahora es acercarnos a Jesús y avanzar con Él por el camino de la oración hasta llegar a lo que Teresa de Jesús considera que está dado para todos (para los que pueden meditar y para los que no), a la contemplación, que es un don y una gracia que Dios regala al alma. “Si alguien quiere saber el camino para llegar a la contemplación, puede estar seguro que no hay otro que el indicado. Todo lo que dije y diré más adelante parece de poco valor pero, sin embargo, no deja de tener mucha importancia. El camino indicado es éste: el de desasimiento de sí mismo y el del encuentro con la propia verdad y realidad en humildad. Para llegar a la oración de contemplación se requiere de todas las piezas. Todas tienen su función y todas sirven para dar jaque mate al gran Rey”. (1) De esta forma, Teresa compara la vida del peregrino que va detrás de Jesús, en seguimiento discipular, con las jugadas que se hacen en un tablero de ajedrez. Y para darle jaque mate al rey, dice Teresa, hay dos disposiciones fundamentales en el trato de amistad, el desasimiento de sí mismo, que sería en términos ignacianos “la santa indiferencia”, y al mismo tiempo la humildad, que en la expresión de Teresa es vivir en verdad. Quien con realismo, en verdad, y desprendido de todo, confiándose todo en Dios Para que se haga su voluntad se acerca a este lugar de encuentro que es la oración, le hace, dice Teresa de Jesús, jaque mate al rey, es decir, comienza a descansar en la presencia de Aquel que todo lo puede y que nos conforta con su gracia. La medida verdadera de nuestra proximidad con Dios nos la da, dice Teresa, la dama humildad.

 

 La medida verdadera de nuestra proximidad a Dios, es la dama humildad

Trato de humildad, experiencia de contemplación, cercanía de Dios a nuestra vida, vínculo de fraternidad que brota del encuentro entre dos dispares. Cuando vaya a rezar fíjese quién con quién está dialogando, para que en esta distancia cercana con la que Dios viene a nosotros, podamos adentrarnos en familiaridad al vínculo de amistad con lo divino“

Consigna: Si tuviéramos que identificar un lugar donde bíblicamente la contemplación del misterio de Dios nos invita a reposar, a descansar y a recrearnos para la vida nueva y la fuerza nueva para emprender la tarea de todos los días, la transfiguración es la imagen, y por eso hoy queremos traer a la memoria, recordar y hacer presente, lugares de encuentro con el Señor donde verdaderamente sentimos y hemos experimentados la gracia de ser transfigurados en Cristo.

“Pero no lleva Dios a todas las personas por el mismo camino. Algunas permanecen toda la vida sin llegar a la contemplación. Él sabe lo que conviene a cada uno” (2), aunque Teresa da a entender en su magisterio que todos estamos habilitados para alcanzar esta gracia. “Una cosa es rezar meditando sobre la vida de Cristo o los propios pecados  y otra cosa es contemplación. Hay personas que ni siquiera pueden meditar porque se les va el pensamiento para todos lados” (3). Teresa ha experimentado esto y dice que la imaginación en ella era como una loca en la casa, hasta que encontró puntos de referencia concretos en torno a los cuales, en relación a la humanidad de Jesús, pudo orar contemplando. También hay personas a quienes no les alcanza para meditar, sino sólo para realizar una oración vocal: “No significa esto que estén atrás en el camino del Señor. Ni tampoco el tener muchos regalos de Dios en la oración es señal de nos encontramos más cerca de él. La medida verdadera de nuestra proximidad a Dios, es la dama humildad. El humilde se contenta con lo que le toca: si se trata de servir, sirve; si se trata de trabajar fuerte, lo hace; y si le dan regalos (contemplación) con admiración y agradecimiento, los recibe, aunque piensa que no le corresponden. Todas sus acciones y pensamientos le parecen insignificantes para tan gran Señor”. (4)  Dios da en pocos segundos lo que uno intentó por mucho tiempo. Dios nos parece en la contemplación, todo, y todo nos parece nada dice Santa Teresa. Cuando el alma se eleva al encuentro con Dios, cuando se transfigura, Dios parece todo. Diría Pedro: “Qué bien estamos aquí, hagamos tres carpas”, como olvidándose de todo, y la realidad parece nada, todo lo que les espera por caminar, y Jesús les hace caer en la cuenta que solamente en la medida en que asuman la realidad que viene van a poder alcanzar aquella realidad a la que aspiran. Lo que viene después de la transfiguración es la cruz, lo que aspiran ellos es verdaderamente permanecer en ese lugar de gracia con el que Dios los bendijo cuando se transfiguró en el monte Tabor para permanecer constantemente en ese lugar, el camino de la cruz es el camino.

 

 Dios nos parece todo y todo nos parece nada

Cuando entramos en espíritu de contemplación, Dios nos parece todo y todo nos parece nada. “Para ver qué actividad y cuál forma de oración nos es más apropiada para llegar a Dios, hay que probarlas a todas. El Señor nos hará sentir lo que nos conviene y lo que le conviene a Él y lo que no nos permite estar cerca de Él”. (5) Lo que sí es seguro es que, sea por el camino de la meditación, de la oración vocal o solamente estar en silencio ante la presencia de Dios, Él quiere llevarnos a todos a la contemplación, que es la experiencia transformante que viven los discípulos cuando, en el Monte del Tabor, vivencia  la transfiguración. Es allí cuando Pedro dice: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. (6) Cuando uno se encuentra en espíritu de contemplación en medio de la acción, de la oración vocal o de la meditación, deja todo para quedarse sólo en la presencia de Dios. La presencia divina lo llena todo y nada más nos hace falta.     

 

  Dios nos anestesia con su gracia para que no sintamos el dolor

 Pero la oración y la vida sin esfuerzo no van de la mano. El camino de la contemplación en su más alto grado y las gracias que Dios regala por el camino de la humildad, llevándonos a la oración profunda de encuentro con Él, de poder engolfarnos en Él, sumergirnos dentro del océano de vida que es la presencia de Dios, trae consigo sus trabajos. “Dios da grandes trabajos a sus preferidos. Reparte entre sus más íntimos amigos el peso del Calvario. Parecería que Dios emborrachara con sus gustos espirituales -no con vino- a sus amigos, para que no entiendan los sufrimientos que les sobrevienen, y los puedan soportar. O dicho de otra manera, no son verdaderos contemplativos, aunque digan lo contrario, los que no están íntimamente decididos a padecer”. (7) Esta es la experiencia que hace Teresa delante del Señor cuando sufre muchísimo al emprender una gran reforma en el Carmelo. Nuestra amiga se queja ante Jesús por los padecimientos por los que le hace pasar, siendo que es su amiga. Y Jesús, en una manifestación mística, le dice: “Así trato Yo a mis amigos”. Y ella le contesta, en una escena que nos despierta una sonrisa: “Con razón que tenés tan pocos”.       

 

 A todos nos invita a beber del agua viva

¿Quiénes son los invitados a ir a estos lugares de plenitud en Dios que nos regala la gracia de la contemplación? La respuesta es sencilla: todos recibimos esa invitación. “A todos nos invita a beber de la fuente de Agua Viva. Todos beberán de esa Agua, a no ser que quieran quedarse por el camino. El Señor no nos obliga a beber. Nos invita y nos da, muchas veces una muestra anticipada de esa Agua. Son como muestras gratuitas, para que nos entusiasmemos a seguirlo. De esta fuente caudalosa salen arroyos grandes y pequeños, y hasta charquitos para niños. Para algunos son suficientes los charquitos para empezar. Son los que recién comienzan a seguir a Cristo. Hay la cantidad adecuada de agua para cada uno. No hay peligro de morirse de sed en este camino. Nunca nos faltará el agua del consuelo espiritual que nos reconforte para proseguir el árido camino. Al experimentar las atenciones del Señor -antes de llegar al término del camino ya nos sale al encuentro- se reafirma nuestra decisión de llegar hasta lo último, cueste lo que cueste”. (8)        

 

 Amigos cercanos y dispares 

Éste es el camino de la oración en contemplación: “Me parece muy importante, antes de comenzar nuestra oración, preparar el encuentro, como cuando  uno se va a encontrar con el mejor de los amigos, y darnos cuenta quién con Quién está tratando.  Dediquemos unos momentos a considerar a Quién vamos a hablar, quiénes somos nosotros y qué vamos a decirle o pedir. De este modo, nuestra oración  vocal será mental. Hay que aclarar que nuestro humilde Maestro escucha a cualquiera que le habla con sinceridad, aunque no sepa expresarse bien y no llegue a darse cuenta de los respetos debidos. En realidad, prefiere las entrecortadas palabras de un humilde obrero, más que los elegantes razonamientos de los sabios y letrados carentes de humildad. Pero no porque Él sea bueno y tolerante, nosotros vamos a ser descomedidos. Para darnos cuenta de lo que somos, debemos considerar la grandeza de Dios. ¡Ojalá tuviera toda la elocuencia y sabiduría del mundo para dar a entender alguna de las muchas cosas que podemos considerar para conocer algo de quién es este Señor y Bien nuestro! En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor. Ante su presencia, hasta los ángeles tiemblan. Todo lo ordena y todo lo puede. Su querer es viva realidad. Si en la vida cotidiana se trata de complacer a las personas que uno estima y aprecia, si se piensa de antemano en los regalos que se harán, ¿por qué no hacer lo mismo, y con mucha mayor razón los que queremos seguir hasta la muerte a Cristo? Ya reflexionar sobre estos temas, es hacer oración mental. Y también el rezar vocalmente, ocupando la mente en todo lo que hemos dicho. Pero, vuelvo a repetir, no es oración mental -ni es oración ninguna- el estar recitando oraciones con el pensamiento puesto en otro lado. En esto de entrar por el camino de la oración con sencillez y con la dama humildad, como la llama Teresa a la gracia de andar en verdad, es importante determinarse y decidirse a no volver atrás. Decidirse con determinada determinación. Al que va por ese camino, aunque tenga dificultades, Dios definitivamente lo lleva a buen puerto”. (9)       

 

Defender el vínculo de amistad

Dice además Teresa: “Es de vital importancia la firmeza de nuestra determinación en mantenernos en el camino de la oración. No podemos jugar con el Señor. Si nos determinamos a hacer oración, media hora cada día, no demos marcha atrás. Pues ¿quien regala algo y luego lo quita? Si  consideramos bien todo el trajinar de la vida, es apenas un poquito de  tiempo el que le entregamos, cada día, a Dios en la oración”. (10) Determinada determinación. Decidirse y no volver atrás. Poner la mano en el arado y sencillamente ir hasta donde Dios nos quiera conducir. Eso es lo que está expresando Teresa de Ávila. Y por eso, hay que desprenderse de todo. En humildad, frente a la grandeza de Dios, hay que dejarnos llevar por su gracia hasta donde Él quiera, por el camino de la oración