Ética en la protesta social

miércoles, 20 de abril de 2011
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GL: La Iglesia ha producido mucha reflexión acerca de la lectura social y también habla de este tema de la protesta social ¿qué nos dice la Iglesia acerca de las protestas sociales?

CF: La Doctrina Social de la Iglesia enmarcaría el tema de las protestas sociales dentro del principio de participación, uno de los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia, que hace a la dignidad del hombre es el principio de participación en todos los ámbitos donde tenga derecho a participar. Y como ciudadanos tenemos derecho a participar en las decisiones no solo desde el punto de vista electoral sino en toda decisión que tenga que ver con su propio destino.

            A veces se circunscribe este tema de la participación a un derecho de elegir gobernantes. Eso es una cosa muy limitada para la concepción de la Doctrina Social de la Iglesia, que pretende que el hombre tenga decisión sobre su destino y sobre su humanidad. Por tanto, toda forma de participación legítima es bienvenida, y la protesta social ha sido durante mucho tiempo la única, en otros casos la manera complementaria de participación

 

GL: Pero debe haber alguna ética que ilumine la protesta social

CF: la misma ética que anima cualquier tipo de acción humana, desde el punto de vista de la política, que tenga que ver con el bien común. Una protesta social que defendiera solo intereses egoístas no estaría dentro de las formas de participación legítima. Pero todo aquello que tenga como destino el bien común, sería la forma de participación

 

GL: En este programa estamos abordando la protesta social cuando hay una intervención en espacios públicos (no en el sentido de personas que van a una radio, o hacen un reclamo frente a un juez, por ejemplo), que generalmente implican una transgresión a algún derecho urbano, ciudadano, como por ejemplo cortar una ruta, bloquear la salida de un diario, el derecho a la libertad de prensa, en definitiva, en esos casos ¿basta solamente con que el principio sea la participación o hay otras consideraciones que hay que tener?

CF: Tal vez una consideración sería el equilibrio del bien buscado y el daño que eventualmente se causa. Pero esto tiene que ver también con cada contexto histórico. No hay una casuística dentro de la Doctrina Social de la Iglesia que diga “esto sí”, “esto no”. Por ejemplo, y me imagino las protestas de Gandhi logrando la independencia de su país: hicieron todo lo posible dentro de la no-violencia, y no habrá sido sin ocupar los espacios públicos. Tampoco me imagino la conquista de los derechos civiles en Estados Unidos logrados hace relativamente poco tiempo con Luther King sin grandes manifestaciones y concentraciones que evidentemente no eran permitidas (y por eso lo mataron). Por eso digo que esto tiene que ver con cada contexto histórico, cada momento…

 

GL: O sea que la invitación es a discernir cada caso en particular

CF: Sí: creo que eso depende del discernimiento del que organiza. Lo importante es que respete y se promueva el derecho a la participación. Normalmente, cuando hay una protesta social, es porque algo no se ha tenido en cuenta. Nosotros no vivimos una democracia plena –en el mundo-. El sistema democrático es el mejor, pero es insuficiente, porque está dejando de lado muchos reclamos que son totalmente lícitos. Si a eso le agregamos que los Estados Nacionales respecto de las Corporaciones tienen cada vez menos poder, evidentemente la democracia formal de los estados nacionales no alcanza, es insuficiente, porque no tiene punto de comparación con el verdadero ejercicio del poder. Entonces se producen desajustes.

 

GL: En síntesis: nos queda claro entonces cuál es el marco general de la protesta social: la participación. Queda claro que hay que buscar un equilibrio entre el bien buscado y el daño que en buenas intenciones sería colateral (es decir, no se está buscando dañar sino lograr algún objetivo). Queda claro de que la intención de quien organiza es muy importante para la mirada de la Iglesia porque a veces realmente son los únicos y últimos recursos que quedan por parte de los ciudadanos para participar de un derecho que la Iglesia avala.

 

Reflexión final a Cargo de Gabriela Lasanta

Creo que la protesta se ha convertido en objeto de descarga. Se descarga y solo se hace funcional, nada cambia verdaderamente. Un primer paso es tomar conciencia de esto

Para poder opinar hay que tratar de establecer contactos directos, en primer lugar, porque hay una manipulación mediática muy fuerte desde una perspectiva ideológica que tiñe todo a priori. Siempre tenemos un horizonte previo desde el cual leemos la realidad, un pre-supuesto, pero hay que acercarse a la realidad a través de los medios, de la bibliografía, de los testimonios…para ver si estos pre-supuestos están funcionando bien o no en cada caso.

            Esta es una labor a la que yo me siento muy comprometida a estimularlos a todos. Porque es muy importante que la Argentina crezca en la opinión pública. Porque la opinión pública, entre el poder económico, el poder mediático, el poder político en general, el poder del Estado en general, hay un elemento importantísimo y fundamental que es la opinión pública, que es una gran herramienta de ‘poder’ en el buen sentido de la palabra: poder intervenir en la realidad positivamente. Si nosotros nutrimos nuestra opinión pública, con conciencia, y en nuestro caso con valores cristianos, creo que vamos a estar avanzando mucho y dando un paso muy grande hacia el futuro de la nación y hacia una mejor patria para todos nuestros hijos.

Hay que tratar de desembarazarse un poco de slogans, de lemas, de frases hechas, de posturas rígidas y aproximarnos lo mas que podamos a una postura crítica, o si se quiere de ‘discernimiento’ como hablamos en el ámbito de la comunidad cristiana.

En ese sentido me acerco a protestas que se hicieron el año pasado en escuelas y universidades. Me encontré con un universo distinto. No solo espontáneo, donde no hay nada de malo, ni tampoco podemos decir de antemano que es malo si es promovido por una organización, gremio, etc porque eso también sería ir en contra de las instituciones. Pero me encuentro con quienes hacen de la protesta un estilo de vida. Y esto, además de conllevar perjuicio para muchísimos estudiantes, además de manipular fuertemente la realidad –porque se hacían asambleas y se votaba en horarios donde nadie podía ir, etc- porque era una protesta que quedaba en un círculo extremadamente cerrado, dañaban la otra protesta que era mucho mas genuina. Estos que se cuelgan de la protesta de los otros porque no tienen la capacidad de movilización, ni tienen el carisma, ni tienen ese fuego sagrado de los sueños que a veces arde espontáneamente con una santa indignación y se embadurna con otros intereses. Sobre todo porque al colgarse de estas protestas sociales le van quitando el verdadero vuelo que tienen justamente porque tienen el peso de otros intereses.

Creo que ante cada circunstancia tenemos que tratar de informarnos y por supuesto cuando creamos que las protestas son genuinas, tratar de apoyarlas.

Trataba de recordar en el Evangelio ¿el Señor habrá cortado alguna ruta alguna vez? ¿habrá en el Evangelio algo similar a un piquete? Claro: lo mas parecido fue una intervención pública de Jesús cuando agarró el látigo y comenzó a tumbar las mesas de los cambistas en el templo ¡tamaña protesta social!

 

Oremos, hermanos, para que orando protestemos cada vez menos, busquemos la paz, la concordia y la armonía