Jesús tuvo compasión de la multitud: una llamada a orar por las vocaciones

martes, 8 de julio de 2025

08/07/2024 – En este pasaje del Evangelio según San Mateo, Jesús se muestra profundamente conmovido ante una humanidad herida y sin guía. A partir de su mirada compasiva, brota una súplica: «Rueguen al dueño de la mies que envíe trabajadores». Reflexionamos hoy sobre la compasión, la misión y la oración por las vocaciones.

Reflexión:

En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado.
El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba:
“Jamás se vio nada igual en Israel”.
Pero los fariseos decían: “Él expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios”.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias.
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos:
“La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. Mateo 9,32-38

REFLEXIÓN ESPIRITUAL

1. “Tuvo compasión de ellos” – El corazón pastoral de Jesús

Jesús no es indiferente al sufrimiento. Mateo nos dice que “tuvo compasión”, una palabra que en griego es splagchnizomai, que expresa un estremecimiento profundo, visceral. El exégeta P. Luis Rivas explica que es el amor visceral de Dios en acción. Jesús se detiene, se acerca, sana, enseña y convoca.

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2. “La mies es abundante” – Una mirada de esperanza sobre el mundo

Jesús no ve un campo estéril, sino una cosecha madura. Donde nosotros vemos crisis, Él ve oportunidad. El Papa Francisco lo recuerda en Evangelii Gaudium y el Cardenal Víctor Manuel Fernández escribe:

«Quien ama verdaderamente descubre la semilla del Reino y no se deja vencer por el desencanto»
Los cinco minutos del Espíritu Santo

Esta mirada vocacional nace del asombro: ¡Dios sigue sembrando!

3. “Rueguen al dueño de los sembrados” – La vocación nace de la oración

Jesús no manda primero a la misión, sino que pide: “Rueguen…”. El llamado nace en la oración confiada, no en una estrategia humana. Como enseñaba el Cardenal Martini:

«La vocación no es una obligación impuesta, sino una Palabra que nos pronuncia por dentro».

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4. “Jesús recorría, enseñaba, curaba” – La misión como estilo de vida

Evangelizar es más que predicar. Jesús enseña, proclama y sana. La salvación que Él ofrece es integral, cuerpo y alma. El Cardenal Fernández afirma en El gozo de la misión:

«Evangelizar no es repetir ideas religiosas, sino comunicar una presencia que transforma la vida».

5. “No tengan miedo” – Dios sostiene cada vocación

La mies es mucha, pero hay obstáculos: el miedo, la indiferencia, la tibieza. Jesús lo sabe, pero no deja de sembrar. Nuestra respuesta nace de la confianza pascual. En Dilexit Nos, el Papa Francisco afirma:

“Cada gesto de Jesús hacia los heridos por la vida es un acto de rescate. No se limita a sanar el cuerpo, sino que devuelve la dignidad.” (DN, 20)

Oración final: “Aquí estoy, Señor, envíame”

Señor Jesús,
Tú que ves la abundancia de la mies,
enciende en tu Iglesia el fuego de la vocación.
Mueve nuestros corazones a pedir obreros,
y haznos también capaces de decir: “Aquí estoy”.
Que tu compasión nos transforme.
Que tu Palabra nos alimente.
Que tu Espíritu nos envíe.
Y que tu ternura nos sostenga
en cada paso del camino. Amén.