Felices los que lloran que serán consolados

viernes, 3 de octubre de 2014

03/10/2014 – Pablo Martinez, catequista y cantante, nos ilumina en esta catequesis y nos abre su corazón para hablar de la bienaventuranza “Felices lo que lloran”.

 

En este anuncio “Felices los que lloran “,   Pablo Martínez nos muestra en primer lugar, ¿Cómo alguien que llora puede ser feliz? Para muchos parece irracional, pero nos invita a entrar en el evangelio y tratar de comprender esta desconcertarte propuesta.

Para este anuncio, tomó el Evangelio de la viuda de Naím, donde Jesús se encuentra con la viuda que había perdido a su único hijo , y al verla se compadece de su llanto y se acerca al muchacho que estaba muerto y orden al muchacho que se levante. Con este evangelio, el catequista nos hace ver dos cosas, cómo Jesús se compadece de nosotros y cómo Dios visita su pueblo. Todo eso nos hace ver que Dios siempre está, que nunca nos deja solo, y como dice el evangelio: “Los que lloran serán consolados”.

Pablo, comentó cómo Dios siempre esta presente cuando sus hijos sufren o lloran, y de alguna forma el Señor nos consuela, nos acaricia y no nos abandona en ese dolor.  Aún en ese dolor, el Señor nos envía personas para que nos acompañen y nos ayuda a pasar ese dolor y  de esa forma Él se hace presente. Lo que nosotros tenemos que aprender es ver cómo Dios, a su manera, se nos manifiesta y nos hace sentir su compañía.

En la Palabra de Dios aparece el sufrimiento de las personas, pero también la presencia de Dios que siempre está, y transforma ese dolor con gloria y alabanza. Allí aparece el ejemplo del Profeta Daniel que se encontraba  en el pozo con los leones y Dios se mostró, se reveló y lo ayudó a salir ileso. Esto nos lleva a preguntarnos ¿Para qué pasar por ese sufrimientos si después termina en perfecta condiciones? Los caminos de Dios no tiene razonamientos ni lógicas, y siempre son más altos.

El sufrimiento está y no vamos a dejar de sufrir, pero lo importante es saber que Dios está en nuestra vida, que no nos olvida, que nos acaricia, que esta trabajando en nuestra vida y que todo tiene su por qué. Abrir el corazón y volver al Padre, pedirle que en esos momentos de dolor o de pecado nos abrace, nos acaricie y le pidamos a nuestro Papá Dios que nos acune. Felices los que lloran porque serán apapachados.