Francisco ora a María

martes, 10 de junio de 2008
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Francisco ora a María, cree y la proclama.

Pocos teólogos habrán logrado hacer una síntesis tan completa de la mariología como este «intrépido caballero de la Señora», como le llama el padre Gemelli. La sabiduría de este hombre era don del Espíritu Santo. Nada de razonamientos ni abstracciones. Usó el lenguaje más sencillo, expresivo y comprensible a todos. María es la madre que engendra en su seno a Jesús, el Niño Dios, al que convierte en nuestro hermano, y al que crió con sus pechos como cualquier otra madre humana . Francisco llega asi como un cruzado providencial de la ortodoxia entre el pueblo sencillo al que habla con su mismo lenguaje, al tiempo que en pocas palabras escritas dejó para los teólogos posteriores de su Orden el desarrollo del más completo tratado de mariología, como puede comprobarse por la historia.
Con la fe más viva y la ternura filial más profunda, Francisco fija la mirada en la Señora, la confiesa y la saluda:

¡Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios,
 María, virgen convertida en templo -hecha Iglesia-,
 y elegida por el santísimo Padre del cielo,
 consagrada por Él con su santísimo Hijo amado y el Espíritu Santo Paráclito;
 que tuvo y tiene toda la plenitud de gracia y todo bien!
 No ha nacido entre las mujeres ninguna semejante a ti,
 hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial,
Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo:
¡Salve, palacio de Dios! ¡Salve, tabernáculo de Dios!
¡Salve, casa de Dios! ¡Salve, vestidura de Dios!
¡Salve, esclava de Dios! ¡Salve, Madre de Dios!
Y  Ruega por nosotros.