12/07/2021 – “Como obispo de Córdoba Fray Mamerto Esquiú escribió varias cartas pastorales -contó Fray Pablo- dirigidas al clero de Córdoba, exhortándolos, animándolos a un mejor servicio en su ministerio”. “Por ejemplo, -recordó Fray Pablo- exhortaba a los sacerdotes a priorizar la Eucaristía y a estar atentos a toda tentación”, indicó Fray Pablo Reartes.
En un nuevo ciclo del programa Madre del Pueblo, el padre Marcelo Amaya, desde Catamarca, compartió la historia de la Virgen de Itatí, el rostro de San José en este su año y junto a Fray Pablo Reartes seguimos compartiendo el pensamiento del futuro beato contenido en el “Diario de Memorias y Recuerdos”.
En primer lugar, el padre Marcelo nos llevó a recorrer la historia de la devoción a la Virgen de Itatí.
“La imagen de Nuestra Señora de Itatí, “la Reina de la Civilización en la cuenca del Plata”, es una de las imágenes marianas más célebres y antiguas de la República Argentina. Su santuario data de los comienzos de la época colonial. Se levanta en el pueblo de Itatí. A orillas del Alto Paraná y a 70 km. de la ciudad de Corrientes. El culto de la Virgen de Itatí ha sido ininterrumpido desde 1616”.
“En 1528, Sebastián Gaboto, explorando el Alto Paraná, desembarcó en un puerto al que dio el nombre de Santa Ana”. “Allí cerca se levantaba un caserío llamado Casas da Yaguarón, nombre del cacique del distrito. Algunos de los miembros de la expedición exploraron la Laguna Iberá , a la que denominaron también Santa Ana” .
“La gloriosa madre de la Virgen María tomó, desde entonces, bajo su protección esas regiones. El cacique Yaguarón y sus indios eran de índole pacífica, hospitalaria, y recibieron bien a los españoles”.
“Desde 1528 franciscanos arrojaron la primera semilla evangélica en el distrito de Santa Ana, llamado también Reducción de Yaguarí; y en ella siempre prevaleció la devoción a María Inmaculada”.
En torno a la figura de San José, el padre Marcelo, siguió compartiendo algunos pensamientos que están en Redemptoris Custos, este documento escrito por San Juan Pablo II, parte donde habla que “José es el depositario del misterio de Dios, aquel que albergó en su corazón esto que Dios reveló en la persona de su Hijo”, explicó el padre Marcelo.
Al respecto, citó parte del documento:
< Ahora, al comienzo de esta peregrinación, la fe de María se encuentra con la fe de José. Si Isabel dijo de la Madre del Redentor: «Feliz la que ha creído», en cierto sentido se puede aplicar esta bienaventuranza a José, porque él respondió afirmativamente a la Palabra de Dios, cuando le fue transmitida en aquel momento decisivo. En honor a la verdad, José no respondió al «anuncio» del ángel como María; pero hizo como le había ordenado el ángel del Señor y tomó consigo a su esposa. Lo que él hizo es genuina “obediencia de la fe” (cf. Rom 1, 5; 16, 26; 2 Cor 10, 5-6)>.
<Se puede decir que lo que hizo José le unió en modo particularísimo a la fe de María. Aceptó como verdad proveniente de Dios lo que ella ya había aceptado en la anunciación>, compartió el padre Marcelo.
Y por último, recorrimos junto al padre Marcelo y a Fray Pablo Reartes el espacio dedicado a Fray Mamerto Esquiú.
“Como obispo de Córdoba Fray Mamerto Esquiú escribió varias cartas pastorales, dirigidas al clero de Córdoba, exhortándolos, animándolos a un mejor servicio en su ministerio, por ejemplo, sobre la celebración de los sacramentos, especialmente de la Santa Misa, que es algo central en la vida de todo sacerdote, exhortaba a tener en cuenta las demasiadas ocupaciones, las negligencias en el servicio, las crisis de fe que acechan a los sacerdotes, debido a esto, se preocupaba para que cada sacerdote revisara su vida y pusiera los medios disponibles, que con la gracia de Dios, los animaran a seguir caminando y perseverando en el seguimiento de nuestro Señor Jesús”, comenzó diciendo Fray Pablo.
“Por ejemplo, -recordó Fray Pablo- exhortaba a los sacerdotes a priorizar la Eucaristía y a estar atentos a toda tentación”.
Y en sus escritos decía:
<De donde la tibieza la celebración de los santos misterios, de donde la falta de voluntad y aún esa miserable cobardía para las obras de caridad, como la predicación, la asistencia a los moribundos, el consuelo y remedio de los pecadores, de donde nace esa falta de luces, la escasez de verdades, la impotencia de hablar, de aconsejar, de persuadir, de donde este empobrecimiento, sino que estamos sumergidos en el fango de la materia>, recordó Fray Pablo.
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