¡Fuego en mi corazón!

viernes, 14 de noviembre de 2008
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“He venido a encender fuego a la Tierra, ¡y como desearía que ya estuviera ardiendo!.  Tengo que pasar por una terrible prueba, y estoy angustiado hasta que se cumpla.  ¿Les parece que he venido a traer la paz a la Tierra?, pues les digo que no; sino más bien la división.  Porque de ahora en adelante estarán divididos los cinco miembros de una familia.  Tres contra dos y dos contra tres.  El padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, la hija contra la madre.  La suegra contra la nuera, la nuera contra la suegra.”

Lucas 12, 49 – 53

El Señor lleno de fidelidad al Padre, desde su fidelidad, nos contempla, se acerca, viene a nuestro encuentro. Desde su fidelidad nos sirve. Estoy entre ustedes como el que sirve. Si alguno está atento en las pequeñas cosas de cada día; si alguno no se deja dormir. Si alguno está atento para que el ladrón no lo asalte… el que es fiel en lo poco será luego fiel en lo mucho. Si alguno está disponible en lo pequeño y en lo permanente, el Señor desde su fidelidad nos dice; “con el fiel yo soy fiel; con el íntegro yo soy íntegro; con el astuto yo soy sagaz”

La palabra nos muestra esa presencia del Señor en medio de nosotros. Esa invitación que nos hace el Señor a la fidelidad. Que cosas más lindas que hay en la fidelidad,

Una de las cosas que me entristece, es que hay veces uno no puede ser fiel del todo. Cuando uno se da cuenta de sus infidelidades. Están basadas sobre todo en el encerramiento en sí mismo, en el egoísmo. Vieron que uno se estupidiza en sí mismo, se enloquece. Se está mirando, lo que siente lo que le duele, lo que le da demasiada atracción, y nos cuesta vivir de la experiencia de dar, de estar entregados, de salir de nosotros. Y eso es el amor, es la experiencia de salir de sí. No de esperar algo, sino de estar tendido hacia afuera. De estar dilatando la existencia en un compartir, en una entrega como lo hizo el Señor.

¿Y de dónde parte esa fidelidad del Señor?

Parte del Padre, de la comunión con el Padre. La experiencia de ser en el Padre y desde el Padre es lo que lo hace presente de esta manera a Jesús en medio de nosotros. Un ser íntegro. Sin condiciones. Sin mediocridades.

No es agresivo. Es violento. Sanamente violento. Es necesariamente violento. Es saludablemente violento Jesús.

Nos viene bien su presencia. Sus palabra que nos van a mostrar otras vetas de su corazón y de su integralidad. El que no está conmigo, está contra mí. El que no junta con nosotros, desparrama. Esa radicalidad que tiene el Señor al presentarse, nace, yo creo, de esa fidelidad al Padre.

Esa experiencia del Señor con el Padre, lo hace presente de este modo. Así viene Dios a mi encuentro. Desde la experiencia de comunión con el Padre, desde su fidelidad. Desde aquel encuentro que, lo hace tangible y concreto en aquellas noches de oración. Cuando la Palabra nos habla de Jesús, que se pasó la noche rezando. Pasó largo tiempo, es decir la comunión con el Padre. Es un tiempo de ocio. Esa manera de vivir el ocio de Jesús. Desde la relación, desde la escucha. Desde la intimidad y comunión profunda con el Padre.

¿Cómo no tener fidelidad? Esa presencia de Jesús me va animando también a mi como cristiano hoy.

Que lindo yo poder nutrir mi servicio, mi entrega, desde una experiencia de fidelidad, desde una vocación vivida en la