Hacia el proyecto de vida

jueves, 15 de noviembre de 2007
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Los padecimientos de esta vida presente, tengo por cierto, que no son nada en comparación con la gloria futura que se ha de rebelar en nosotros.

La creación entera está en expectación, suspirando por esa manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Porque las criaturas todas quedaron sometidas al desorden, no porque a ello tendiesen de suyo, sino por la culpa del hombre que las sometió. Y abrigan la esperanza de quedar ellas a su vez, libres de la esclavitud de la corrupción, para tomar parte en la libertad gloriosa que han de recibir, los hijos de Dios.

Romanos. 8; 18 – 21

Esto de dar con el proyecto de vida. Esto de gestar el propio proyecto de vida es un parto. Y en un parto hay un tiempo de preparación, hay un tiempo de gestación, de preparación, hasta que, o por cesaria o por parto natural, se sale a la luz.

Estamos en ese proceso de gestación, y posiblemente en algunos casos hoy aparezca a la luz, la formulación necesaria, que debemos tener desde el corazón y a flor de labios, para expresar de algún modo, el ideal de vida.

Fundamental poder llegar a una formulación.

No puede quedar en una expresión vaga. No puede quedar en una idea ni en un sentir interior, tampoco tiene que ser cualquier formulación, sino aquella que coincida con todo lo que forma parte de nuestro ser personal.

Como decíamos ayer, hoy nos animamos a decir algo más. Deberá ser algo tan personal, que deberá responder a las condiciones temperamentales, y a la caracterología de cada uno de nosotros.

Por ejemplo, una persona muy activa y dinámica, no se va a sentir bien, si llega a la formulación de ideal de vida, de ser un contemplativo.

Y un admirador contemplativo de todo lo creado. Un poco por ser muy activo debe tener como ausente esta dimensión necesaria, para todo ser humano. Para vivir de acuerdo a toda la posibilidad de belleza con la que el mundo se nos ofrece.

Una persona contemplativa, caracterológicamente más predispuesta, a la serenidad, al mirar y al detenerse, no lo podemos identificar, ni podemos permitirle que inmediatamente, por un deseo de compensación, por así decirlo, ante su carácter o sus caracteres más identificativos, se transforme en un luchador, y que se exija permanentemente actividad… Una persona con una fuerte afectividad, no podrá concebir que su proyecto de vida sea el trabajo objetivo, el trabajo calculador, que presuponga el abandono de las emociones, que se aparte de los sentimientos. Que de repente, se transforme en un calculador. En un hielo. Deberá ser posible lograr en estos rasgos fundamentales, el ser coherente con las posibilidades de cada uno de nosotros. Sin dejar de ser exigentes.

Mientras vamos como siendo muy concientes de quienes somos, a la hora de formular el ideal y el proyecto de vida, tenemos que expresarlo desde lo que somos, pero más bien no con la perspectiva de que ya está todo alcanzado, sino con la exigencia de ir hasta allí donde lo que somos nos invita a ir. No a decir; “soy lo que soy y hasta aquí llegué”.

El ideal debe respetar lo mejor de cada uno de nosotros. Ser un acicate al mismo tiempo, que dinamice, y mueva hacia arriba.

Que empuje hacia delante. Que se extienda hacia los costados, que ser expanda.

La vida cuando tiene proyecto, se expande. Y la expansión de la vida se hace puente. Donde unos van y otros vienen. Donde se transita con libertad. Francisco Reinig, un sacerote austríaco, sintetizó su ideal personal, en esta frase. “Inconmovible como las montañas de mi patria”.

Encontró una formulación que le dio eje a su existencia. Que le dio centralidad a su ser. Y la encontró en una figura que representaba su paisaje. Pero que a la vez definía el paisaje interior de las caracterologías personales con las que él fue formado, en el ambiente de su propia casa, y con la marca con el adn, con el que Dios también, lo puso en el mundo.

Y lo encontró. Se encontró inconmovible como las montañas de su patria.

En esta formulación, el definía tres valores. Claramente. La libertad, la firmeza de principios, y la fidelidad a la propia conciencia. Por ello se negó al juramente del seguimiento a Hitler. Y fue decapitado. Hoy esta persona está en proceso de beatificación. Se lo considera el “mártir de la conciencia”.

Debe tener tal fuerza el ideal de vida y su formulación, que despierte ilusión. Sin dejar de poner los pies donde tenemos que ponerlos. En lo cotidiano. En lo de todos los días.

Tiene que tener fuerza dinámica que nos lance hacia delante al mismo tiempo, que nos haga dar los pasos que podemos dar, mientras nos lanzamos hacia delante.

José Englin, a los dieciocho años, fue incorporado a la primera guerra. Murió en la batalla a los veinte años. La formulación de su proyecto de vida fue. “Quiero ser todo para todos, siendo propiedad especial de María.”

¿Qué hizo él?

Vivió su ideal, ayudando a los demás, y jugándose por los suyos. Por los que compartió, la guerra. La búsqueda del ideal personal, debería ser una experiencia interior, espiritual, y cuando decimos esto, al ser espiritual interior, tiene que estar muy emparentada a lo que somos.

¿Quiénes somos?

Tal vez sea esta la gran pregunta, que todavía en vos no encontró respuesta. Y si la encontró, por allí en algún apuro de la vida, o en alguna crisis de la vida, olvidaste quien sos, de donde sos y a donde vas, es bueno reformular, y reformularte. Para que lo que te queda de vida por delante, lo mucho o lo poco, encuentre su mejor tiempo en lo que vendrá, gracias a que te animaste a ponerle palabras, a lo que siempre fuiste llamado o estás llamada a ser.

Una formulación breve, ¿te parece? Que hable de quien sos. Y de quien estás llamado a ser. Es la que nos va a permitir ir encontrando rumbos. Juntos, si juntos. Lo vamos haciendo para ayudarte y para que aun esa formulación, tome mayor consistencia, voy a decir como diez consignas o preguntas. Que van a ayudar a esa formulación.

Lo de hoy son preguntas que apuntan más derecho y hacia delante. En la formulación de proyecto de vida también lo vamos a subir a la página web.

Es un camino el que comenzamos a recorrer, el del proyecto de vida, el ideal personal.

El camino más eficiente, para llegar al ideal personal, es buscar en nuestro interior y percibir nuestra estructura individual, y descubrir el sentido de nuestra historia personal. Lo hacemos a través de algunas preguntas cuyas respuestas, van a constituir la tela en la que después podremos dibujar, y escribir nuestro proyecto de vida. O tal vez, si ya lo vamos formulando, en una frase, que nos identifique lo podemos después aun darle mayor consistencia, y mayor razón de su expresión, en la medida en que estas preguntas que comenzamos ahora compartir, vayan encontrando respuesta desde dentro.

La primera pregunta; ¿cuáles son las cualidades más positivas, tus valores más destacados, y que vos querés conservar en tu vida?, que vos decís, esto es un tesoro, por el cual yo vendo todo. Por lo cual me quedo con el tesoro. Me pueden quitar todo pero esto no me lo quitan.

Me pueden hacer esclavo, encarcelar, perseguir, me puede pasar de todo, pero esto, por nada lo suelto. Nos puede ayudar para llegar a una respuesta, sugerente, imaginarte como otro escenario distinto al que decía recién. Tenés que buscar trabajo y vas a una entrevista, en la que el o la que te toma la entrevista te pregunta; ¿cuáles son sus rasgos más positivos? Y tenés que conseguir trabajo eh!; no se trata de vender una imagen que no sos, sino al poco tiempo, si la entrevista está bien hecha, entre lo que dijiste y lo que se muestra no hay relación.

No se trata de inventar o dibujar un ser personal, sino sacar de adentro tuyo, lo que está escondido. A lo que no te animás a mirar porque sabés que te compromete más. Tu costado mejor. Lo mejor que tenés para ofrecer. ¿Cuáles son tus cualidades más positivas, tus valores más destacados? Y que vos decís, esto me pertenece.

La segunda pregunta es: ¿Qué dimensiones de tu personalidad quisieras complementar, es decir, qué querés adquirir para ser más armónico, pleno, feliz? ¿Qué te das cuenta que se te ofrece como un campo de batalla, por así decirlo, donde no te resulta tan simple ni tan connatural, y que al mismo tiempo está en tu ser y pide ser regada, cuidada, atendida, bien labrada su tierra? El proyecto de vida se obtiene no sólo conservando el proyecto valioso, que de vos mismo tenés, sino también adquiriendo aspectos que no tenés pero que son propios de tu corazón. De tus inquietudes, de tu alma. Sin los cuales no podrías poner en marcha aquello que tenés de positivo. Todo lo bueno que hay en vos, si no cuenta con esto otro, que está, pero no tan desarrollado, no alcanza a ser verdaderamente consistente, lo bueno que hay en vos. Lo que nos falta, lo que hay que complementar en nosotros, es lo que le da consistencia a los que ya somos. O a lo que vamos siendo. A lo que más connaturalmente viene con nosotros.

Estas dos preguntas primeras como para arrancar. Como para animarte a que tu proyecto se vea más consistentemente, y razonablemente expresado. Recordá los dos ejemplos.

¿Sabés donde podés encontrar algo de lo que estás buscando? En lo que los otros dicen de vos a pesar tuyo. Y no hablo de lo mordaz, en la crítica insana, sino de aquella mirada positiva, llena de amor de los que te quieren bien y los que saben que en vos, a pesar tuyo, hay cosas mejores de las que vos te imaginás.

Digo a pesar tuyo porque hay veces nos gana el pesimismo en la vida cuando cometemos un error, o pegamos algún tropezón, con nuestros propios yerros, con nuestro propio egoísmo. Cuando damos en el pozo de nuestra propia soberbia o cuando nos encontramos enredo en nuestro propio ego.

Cuando nos animamos a que los demás digan algo de nosotros mismos, más allá de nosotros mismos, empezamos a encontrar el costado nuestro, no tan explorado por nosotros, o en todo caso, opacado porque nuestra mirada se llenó de una sombra, a partir de una experiencia dolorosa, negativa, no esperada, que terminó con la ilusión, o que rompió el espejo de narcisismo, en el que creíamos se reflejaba todo nuestro ser.

¿Qué opinan los demás de vos? ¿Qué dicen de bueno los demás de vos?

Hay personas que te conocen, y te quieren bien. Tal vez sean tus padres, tu esposo/a, un amigo u compañero.

¿Te acordás de algún elogio? ¿O palabras de reconocimientos que te hayan hecho?

A ellos tal vez le puedas pedir ayuda si estás buscando el mejor costado tuyo. Ese donde la vida puede comenzar como a recomponerse, reconstituirse. Se trata por tanto, de aspectos luminosos, que los demás han percibido en vos. Hay luz en vos. Esa luz que está en vos, los otros la ven. A veces vos no la ves. Pero los otros sí la ven.

No se trata ahora, de agarrar el teléfono y llamar a alguien;”Che, ¿Qué es lo más importante que vos conocés en mi? “No va a entender nada el otro. Tal vez tengas que darte un tiempo y contarle de qué se trata tu pregunta, de cómo es que la hacés, de que no estás buscando darte besitos, espejito, espejito, ¿Quién es el más bonito? Sino que se trate en todo caso, de encontrar algo que por allí, se te pudo haber perdido las luces, que hay dentro de vos y que merecen ser encendidas de nuevo.

Los otros tienen la llave que la prenden cuando te encontrás con los que te quieren bien, y esperan de esa luz, y necesitan de esa luz que tenés.

Otro modo de ir encontrando la formulación es preguntarte ¿Qué momentos alegres, plenos, de realización, de alegría, recordás de tu vida?

¿Querés que abramos el álbum juntos? El álbum de fotos.

Abramos e imaginemos. El álbum abierto, de tu vida de la mía. Veamos tres o cuatro fotos de experiencias hermosas. Ahí está, fijate, tu bautismo. Ahí, está, el día primero de clase. Ahí se ve clarito en esa foto, el día que llevaste al novio a tu casa. Ahí está la primera foto que se sacaron juntos en familia. Fijate cuando se casaron, qué linda foto. Y las de los chicos cuando llegaron. ¿Y aquél paseo? ¿Y esas vacaciones? ¿No te llena de alegría hacer memoria de esos días de descanso? Mirá ese paisaje que dijiste; a este me lo llevo. Le saco una foto al menos. Lo tenés en tu alma y cuando lo ves de nuevo, ese paisaje, te lleva a aquel otro lugar donde cuando contemplaste el paisaje, había un montón de afectos y sentimientos que se cruzaban, sobre esa belleza que se expresaba en el paisaje pero que tenía que ver, con otros paisajes que rodeaban tu mirada.

Que lindo recuerdo ese. ¿Cómo interpretás esos momentos? ¿Qué actitudes y comportamientos surgen de ahí, se despiertan de ese lugar?

Mirá, no vale ir con la mirada de ahora. Que puede ser a lo mejor un poco negativa, oscura, sobre tu propia historia, puede ocurrir eso. Vale ir como si no estuvieras en el momento en el que estás. Es decir, para encontrarte en los momentos que viviste. Porque allí, hay como un fuego debajo de la ceniza, que está esperando arder. Para que surja la luz que tiene que surgir y aparezcan las actitudes que tengan que aparecer.

Es Dios el que está escondido, queriéndose dar a luz, en tu sí, que es como un parto, de gestación a la vida que siempre Él soñó para vos y que sigue soñando para vos.

Otra ¿Cuáles fueron las vallas u obstáculos más difíciles que tuviste que superar y saltar?

¿Sabés dónde los vas a encontrar? En el álbum de fotos que veíamos recién, en ese imaginario que abrimos, en ese mismo álbum de tu vida vas a encontrar además, de las positivas escenas, las difíciles, las duras. Pueden ser hechos puntuales o realidades que se dieron en un espacio de tiempo. Escogé tres o cuatro de ellas. Las más significativas y preguntate; ¿Cuáles podrían ser las enseñanzas más significativas que te dejaron?

Sigamos con el álbum de fotos y mirá; cuánta gente influyó positivamente en tu vida. Te das cuenta ahora, mirando al tiempo pasado, que ellos fueron como las manos del alfarero que estaban dándole forma a esta vasija de barro que sos.

Si mirás tu vida como en un film para atrás, vas a encontrar a tres personas que hayan influido positivamente en tu vida. Que despertaron tu admiración, con las cuales te has sentido de alguna manera identificado, identificada.

¿Qué rasgos o características te impactan de ella? ¿Cómo intuís qué, el otro tienen para dar y que te dieron y marcaron tu ser personal?

Estas preguntas para avanzar sobre la formulación de un proyecto de vida.

Es como el álbum de fotos. Tantas cosas que van ocurriendo y tantas cosas que han pasado, tienen que tener un sentido. Y este se lo damos nosotros. Para que lo ocurrido tenga sentido hay que pararse ante el álbum propio de las fotos y encontrar ahí el rumbo, con la Gracia del discernimiento, que te marca el norte. Donde puedas terminar de descubrirlo por una formulación simple y sencilla, de lo que vos entendés es, lo que sale adentro de vos como proyecto de vida.