Haciendo una Argentina nueva con nuestro compromiso cotidiano

lunes, 1 de octubre de 2012
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Hoy desde Plaza de Mayo…. hemos creado una plaza distinta… una plaza para todos… muchos jóvenes… una buena mateada en la plaza nos va preparando para la tarea de la misión. Virtualmente el mapa de la República Argentina está en el medio de la plaza y estamos llenando con ladrillos de valores positivos que nos permita armar una Argentina con un futuro bendecido.

 

Aquí queremos estar Argentina y nos descubrimos siendo vos siendo todos, uno. Sabemos que no es fácil reconocernos en tu pertenencia cuando gana la división, el desaliento y nos encontramos lejos de lo que verdaderamente están llamados a ser uno con nosotros. Por eso asumimos nuestro compromiso de acercarnos unos con otros para ser vos misma, Argentina.

 

Descubrimos que hay una crisis de pertenencia y ante ella hay que volver a la raíz del tejido de la convivencia social en la caridad, entendida por el creyente como un llamado de Dios.

En esta plaza en la que estamos también hay hermanos judíos, musulmanes, agnósticos no creyentes, que han venido porque nos une un gran afecto a pesar de nuestras diferencias y es justamente alrededor del afecto, el amor y el cariño, donde podemos darle lugar verdaderamente a la construcción de un tejido que supere nuestras diferencias, y este es el lugar donde opera un llamado que Dios hace a la convivencia desde un valor que yo pongo como el “ladrillo”, es un gran ladrillo y se llama FRATERNIDAD, este valor va a ser el que nos va a permitir encontrar lo que nos une y apartarnos de lo que nos distancia. Los valores que vamos incluyendo suponen equilibrio, cierta jerarquía y orden.

 

En la consigna de hoy no solamente vamos a desarrollar valores distintos que hacen a la Argentina poniendo un ladrillo tras otro, sino ordenarlos según su importancia, su valor, su significado. Estamos haciendo una Argentina nueva con nuestro compromiso cotidiano.

Estamos todos en la plaza para compartir ladrillo tras ladrillo.

 

Repito la consigna: ¿qué ladrillo de compromiso vas a poner para hacer de este lugar un lugar distinto y con qué orden? Puedo poner más de uno pero estamos buscando un orden en los valores que compartimos.

 

En tiempo de crisis o de reconstrucción, urge renovar esa decisión personal porque el pueblo como un todo natural, es un conjunto de personas individuales, reales y porque su unidad en cuanto a todo social deriva de una común voluntad de vivir juntos los que tiene su origen en un mismo lugar: Nuestro lugar tiene un nombre común, se llama ARGENTINA, y mi pertenencia a ese lugar define mi personalidad, mi modo de estar.

Defender lo que nos pertenece forma parte del futuro que vendrá y es capaz de sanar el pasado que fue, y para eso hay que revisar sin odio y construir con esperanza.

La voluntad de querer y actuar juntos es la que forma la sociedad, decía Paul Ricoeur, es la que establece la política y genera el poder para gobernar, no se puede hacer desde un solo costado, el gran desafío de la política en este tiempo es sumar a los que disienten y en este sentido todos debemos aprender el ejercicio del dialogo.

 

En esta plaza hay gente que piensa muy distinto, sin embargo hemos encontrado un punto donde hacer de lo nuestro algo común. Es nuestra patria, y en este mapa vamos poniendo ladrillo por ladrillo mas allá de nuestras diferencias para decir cómo me comprometo para hacer de este lugar nuestro lugar.

 

La nación que queremos ser indica la transición de la voluntad y la propuesta de reconstruir entre todos la misma nación mediante el dialogo, buscamos los consensos fundamentales, los viables.

 

En el mapa aparecen indicados algunos valores que hay que poner allí. Sobre cada uno de los márgenes aparece EDUCACION, VIVIENDA, SALUD, SEGURIDAD, POLITICAS DE ESTADO y FAMILIA. Esta voluntad de ser Nación, del deseo a la voluntad, de la voluntad al dialogo supone parámetros y tópicos comunes que son estratégicos para el lugar de lo común. Sabemos que una nación es una comunidad de personas que comparten muchos bienes pero sobre todo una historia, una cultura y un destino común, por eso hay aquí una biblioteca muy grande como símbolo de la memoria del pueblo.

Hemos querido traer a la plaza la memoria rica de nuestro pueblo, hecha entre gozos, alegrías, sangre, violencia, que nos han dejado un dolor muy profundo en el corazón, que nos parece que hay que seguir trabajando para curar esas heridas y verdaderamente hemos recibido el testimonio que nos ha llegado desde Sudáfrica de los que trabajaron por la recuperación y la sanación en el Apartheid.

En realidad es como le pasa a uno, cuando uno no encuentra las herramientas en su propia casa, toca la puerta en lo del vecino y el vecino llamado Sudáfrica y que se encuentra casi en la misma latitud de nuestro país, tenía unas herramientas para prestarnos a la hora de tratar las heridas profundas y abrazar a los mas heridos en nuestra patria. Son muchas la heridas que hay y ellos nos enseñaron el camino del dialogo, del perdón y de la reconciliación.

La historia que no está sanada tampoco permite ir hacia adelante, lo importante está en la memoria agradecida que tenemos como pueblo a la hora de curar el pasado y pensar el futuro como una profecía tal cual nos lo ha dicho Juan Pablo II.

Estamos muy contentos con la presencia de esta biblioteca en la plaza y sumamos la voluntad de todos lo que quieran trabajar por sanar el corazón del país en las heridas más profundas y agradecemos el acercamiento de la gente de Sudáfrica para ayudarnos en un tratamiento distinto de los que hemos intentado al momento de curar las heridas, las viejas heridas y las más recientes heridas.

 

Seguimos buscando los modos de hacer de este lugar al que pertenecemos, nuestro lugar.

 

Argentina es nuestro lugar decía un canto que se constituyó en emblemático cuando muchos decidieron partir, a veces violentados por la realidad de no encontrar que sus ideas fueran bienvenidas y agredidos por un Estado violento que perseguía y mataba indiscriminadamente generando una guerra fratricida desde el ejercicio del poder que nos ha dejado las más grandes heridas. Ese tiempo que es el tiempo de las más cercanas heridas, hay que curarlo. Y no nos alcanza con nada sino en parte con el mismo tiempo y sabemos que hay algo que no puede formar parte de lo nuestro y es el discurso del odio, de la revancha y de la venganza. Hay discursos agrios, de corazones que no están reconciliados porque han sido profundamente heridos, que tienen que ser escuchados, que no pueden ser silenciados pero hay que darles tiempo para que en esa catarsis de ser bienvenidos puedan llegar al lugar del corazón donde oramos nosotros los que creemos y ejercitamos el oído para darle la bienvenida hasta que aparezca la gracia de sanidad que la palabra misma esconde en lo profundo del corazón.

 

Le pedimos a ellos, a los más heridos que no vuelvan las armas, que no vuelva la violencia.

Desde aquí se ve una bandera que dice PAZ, el verdadero nombre de la paz es la justicia social, no es una paz de cementerios la que nosotros buscamos para reconstruir la patria, es un don de Dios, como bien lo dice el Cardenal Bergoglio, “en mentes abiertas, corazón creyente”.

 

El tiempo nuevo que viene es un tiempo donde las voces de todos tienen que ser escuchadas, y si hay voces que gritan, voces que expresan con dolor su postergación, creo que éstas son las que más hay que escuchar.

 

 

 

Gracias a todos los que se sumaron con sus propuestas, gracias por compartir con nosotros el lugar común que es la patria, esta plaza, hemos elegido un ladrillo que es un compromiso y un SI por algo distinto.

Nos encontramos el próximo lunes para compartir nuestro Despertar con María de cada día, que tengan un muy buen descanso este fin de semana.