“Como tierra fértil acompañar hasta el final”, propuso el padre Juampi Contepomi

viernes, 8 de febrero de 2019
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08/02/2019 – “La actitud del acompañamiento es una gran actitud que se aprende”, comenzó diciendo el padre Juan Pablo Contepomi, que abordó el tema: Acompañamiento que como Tierra fértil, acoge en lo cotidiano al enfermo y su familia. “El que está sufriendo, lo primero que hace es no hablar”, explicó el padre Juampi. “Y por eso – indicó- es tan importante desarrollar habilidades de acompañamiento”.

Por consiguiente, el sacerdote señaló que “Lo primero para aprender es saber que no se sabe, no se tiene porque saber, no?”. “Siempre digo -agregó- que hay peor ciego que el que no quiere ver, y es el ciego que lo que cree, lo que sabe, es lo que es”.

Por otra parte, aclaró que “El acompañamiento es al enfermo y a su familia y también entre nosotros, a mí, a lo que está en mi corazón, y se requiere una gran humildad para dejarse acompañar”.

En este sentido, citó un libro que lo ayudó mucho a entender el corazón de la actitud de acompañar en el tramo final de la vida: “Hay un libro que es de Sheryl Keisy y se llama: ¿Puedo acompañarte a tu casa?, y esta pregunta que da título a este libro, es lo primero que uno le pregunta a un moribundo y a su familia: ¿Querés? ¿Quieren? ¿Me dejás acompañarte? Y cuando el otro dice que sí, empezás a caminar y ahí uno se va acompañando. Pero el objetivo es llegar a la casa, no a cualquier lado”.

¿Cómo se aprende a acompañar?

“Preguntando se aprende a acompañar”, expresó el padre Contepomi. “Si la actitud de uno es humana, cercana, es como dice la oración, acompañamiento como tierra fértil que acoge”, indicó el sacerdote.

Por otro lado, expresó “El sufrimiento nos va a llevar al aislamiento y a la soledad. Por eso, el arte del acompañamiento consiste en sacar a alguien -en este caso al moribundo y a su familia- del aislamiento y de la soledad, del nadie me va a entender, yo sólo lo estoy viviendo, no quiero molestar a otros…. Entonces, el acompañamiento como tierra fértil -y ahí está la preparación de uno, la actitud de uno, la disponibilidad de uno- pero si hay algo que no sé, lo voy a buscar porque la tierra fértil es fértil, pero más fértil es cuando busca fertilizantes, cuando busca agua”, graficó el sacerdote.

¿Cómo ser tierra fértil?

“Tenemos que prepararnos. Mucha gente llega a decir: <Con tal de no ver sufrir a papá y mamá prefiero que muera>. El problema es que uno no lo puede ver sufrir, uno no está siendo tierra fértil, uno está siendo tierra dura, tierra que no acoge, que no hospeda”.

También explicó que “El logo del Hospice San Camilo, es un corazón donde las líneas del corazón abrazan a un hogar con un camino que conduce a una puerta abierta. La “S” y la C de San Camilo en el hospice se tocan en un acompañamiento mutuo y la “o” final de San Camilo se agranda señalando la grandeza de nuestro destino hacia el regalo de la vida eterna en el encuentro con la Trinidad”.


“El puedo acompañarte a tu casa significa que hay un destino hacia el cual vamos”.

En este contexto, indicó que “El moribundo y su familia tal vez vayan por otro camino del que yo proponga, pero no lo dejo extraviarse, porque la soledad nos hace ir por cualquier lado, por eso, no es, te acompaño hacia cualquier lado, te acompaño a tu casa, te acompaño hacia tu final, y ahí yo puedo proponerle cosas, ¿Y si vamos por allá?”.

“El sufrimiento suele ser un huésped inevitable, incómodo, pero si se lo acoge, se siente acompañado”, señaló el sacerdote.

En torno al tema de la soledad y a sus implicancias recordó lo que decía Madre Teresa: “Madre Teresa lo decía: <No hay peor pobreza que la soledad>. También lo repite Francisco”, recordó. “Por eso, para los que hacemos esto, aprender la actitud, la destreza de acompañar, es el centro de nuestra misión”.

Explicó además la diferencia que existe entre soltar y entregar, diciendo que “No hay que soltar, hay que entregar, soltar es tiro, y me preocupo yo mismo, la actitud de acompañamiento no suelta, es libre, entrega, uno acompaña a que el otro se entregue”.

Finalmente, se refirió a la figura del Cura Brochero diciendo que “Brochero se pasó cuarenta años acompañando y al final de su vida se dejó acompañar por Dios, por su hermana, por su cuñado y por todos los que se acercaban por el tema de su lepra”. “Brochero sigue siendo un modelo de hospice de la Argentina”, concluyó.