Introducción para los ejercicios Ignacianos, que propone el Padre Javier Soteras para este mes, tiempo de Cuaresma, a partir del miércoles próximo.

sábado, 12 de marzo de 2011
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Está claro que cuando tomamos el texto para nuestra reflexión, meditación de las sagradas escrituras de los Padres de la Iglesia o del Magisterio, lo tomamos con una conciencia, el Espíritu Santo está allí presente obrando en lo que leemos y reflexionamos, para traernos luz al corazón y para re ganarnos la posibilidad de encuentro desde el  Espíritu con una materia concreta en la cual queremos detenernos para la reflexión.

Esto puede llevarnos a un diálogo, o coloquio con Dios en el Misterio Trinitario y con los Santos en especial, siempre Ignacio de Loyola, cuando nos invita a dialogar con los Santos la pone a María en un lugar distinto, especial.

El tema de meditación, es un tema de la escritura, un pasaje o perícopa del Antiguo o del Nuevo Testamento, puede ayudar ver como una ficha de lectura que nos introduzca sobre esto. ¿Que significa esto?, Tomar el texto antes y en la lectura concreta que hacemos de la misma, ir marcando, narrar fielmente como dice San Ignacio, en el punto 2 de los ejercicios espirituales, la historia de esta contemplación o meditación o bien, remitir el pasaje que entonces conviene leer por entero en la Biblia, teniendo en cuenta las notas que aparecen abajo, particularmente cuando tenemos la posibilidad de encontrar notas muy fieles en el comentario a pie de página, es recomendable la Biblia de Jerusalén en este sentido. Allí nosotros podemos ir como reflexionando continuamente, con una breve declaración, un fundamento verdadero de la historia, y escribir el texto en términos literales, por ejemplo: si tomamos, la Boda de Canaá, y entonces vemos allí que a tres días de un acontecimiento determinado, Jesús es invitado a una boda, y escribimos Jesús en una boda, con sus discípulos, María, María también está en la fiesta. Son datos importantes, están también los meseros, los novios, se acaba el vino, otra cosa que hay que anotar, María que intercede, anoto, le pide a Jesús que actúe, Jesús que responde y sorprende, “Que tenemos que ver nosotros mujer” María que invita, como hacía reflexión el obispo en el evangelio de hoy, a obedecer, “Hagan lo que Él les diga”, y de repente los 600 litros de agua, dato de sobreabundancia que remarcamos, se transforman en vino, un dato que nos llama la atención también.

Y con eso nos quedamos, con esa anotación, luego vamos sobre el sentido para mí. Ya no lo que dice la palabra, sino qué me dice la Palabra, es decir, que me está significando a mí esta historia.

En cualquiera de los momentos puede que yo despierte a la oración, y ahí puedo orar, puedo ya yo hacer un primer vínculo de relación con el Señor en el diálogo de amistad con Él.

En este punto, en el de preparar la oración en una ficha, es muy importante la anotación y remarcar las cosas que me llaman la atención, porque posiblemente sobre ellas después cuando vaya sobre el segundo momento ya, en la meditación, cuando voy a hacer la meditación, sobre eso me tenga que detener.

 

¿Cómo hago esta ficha? No lo puedo hacer en el momento que voy a rezar. Ignacio indica que hay que tener una hora de oración, esa hora puede ser horas distintas, cuando hago los ejercicios, para quienes los van a hacer a los ejercicios Ignacianos, en estos días a partir del miércoles, hay que proponerse una hora para orar y defender esa hora particularmente, si yo en mi agenda defino que voy a orar a las 7 de la mañana, o a las 8 de la noche, pero aunque sea que vengan degollando, punto, a las 8 de la noche yo tengo un compromiso ya asumido en mi agenda. No lo puede cambiar otro porque no es nada más ni nada menos que el Señor quien viene a mi encuentro. Salvo que sea algo muy sorpresivamente necesaria de atender, no se cambia lo elegido. Es el encuentro con Jesús, es el más importante de los encuentros. Una vez definida la hora de oración, yo tengo antes haber preparado la ficha, por lo tanto necesito por lo menos media hora antes para encontrarme con el tema con el que voy a trabajar y en este sentido anotar esto que veníamos diciendo, cuando es un texto bíblico, en este modo, siguiendo lo que dice y remarcar en lo que dice, lo que mas me llama la atención. Esa ficha de lectura si yo la puedo hacer la noche antes del ejercicio, yo voy a rezar al otro día a la hora que sea, es bueno que yo antes de dormir pueda hacer la ficha, pueda anotar concretamente, e irme a dormir dice Ignacio con esto. Si voy a orar a la mañana que es lo más recomendable, despertándome un poco antes, haciendo la entrega y el sacrificio de despertarme un poco antes, me duermo con la ficha que he trabajado y eso trabaja en mi interior, en mi corazón. Como sabemos nosotros, que hemos tenido alguna posibilidad de estudiar y de reflexionar y de rendir exámenes, muchas veces los problemas de las cosas no entendidas para un examen se resuelven en el sueño, porque el inconciente sigue trabajando.

Ignacio dice: “Hay que acostarse con lo que he reflexionado o he preparado para la meditación y dejar que eso repose dentro mío”. Al otro día cuando me levanto, me levanto con ese pensamiento, y cuando voy a orar voy con esa materia a la oración. ¿Que hacemos después?

Después de preparar la ficha como ya se explicó, vamos a también definir, en la medida de lo posible y dejándole mucha libertad al Espíritu, qué vamos pedir en la oración. El segundo punto de el preparar la oración, hay que preparar muy bien lo que voy a pedir durante el curso de la oración. En los ejercicios Ignacianos, Ignacio marca algunos pedires con los que tenemos que vincularnos, según sea el momento en el que el ejercicio se va ha desarrollar. Un sentir interior desde donde nosotros nos ubicamos, por ejemplo en la primera semana se insiste en esta expresión típicamente Ignaciana, “aborrecimiento de mis pecados, dolor, confusión y lágrimas de mis pecados”. Porque Ignacio en el primer encuentro con el Señor, nos invita a asumir, en la primera semana, la actitud del publicano en el templo, esto es abrirnos desde la propia fragilidad, debilidad, al encuentro con el Señor y su infinita misericordia. Todo el camino de la primera semana es descubrir el infinito amor de Dios por nosotros, su decisión de venir a nosotros que estamos como encarcelados, va a decir Ignacio, para hablar del momento de particular necesidad de ser hallados por Dios que tenemos. En la primera semana hay que pedir y buscar considerando el tema de cada oración, la vergüenza y la confusión de sí mismo. Hay una indicación precisa que vamos a ir dando, sobre qué pedir en cada uno de los momentos para ir haciendo los ejercicios, pasando como decíamos recién, por ese crecido intenso dolor y lágrimas de mis pecados. Como vemos es una amplia gama de sentimientos propios de toda la primera semana.

Es más difícil de preparar lo que sería el coloquio o sea, yo esto es lo que voy a pedir, está indicado en los ejercicios, pero el diálogo, el diálogo es diálogo. Uno puede saber de qué va a conversar, pero después termina dialogando de lo que va surgiendo en el conversar, en el decir y en el escuchar, en el escuchar y en el decir, esto es dialogar. Puede pender de cómo me va en la oración, pidiendo según en que siento, como dice Ignacio en la anotación 54, “Cuando pidiendo alguna gracia, cuando culpándome por algún mal hecho, cuando comunicando sus cosas y queriendo consejo en ella, y no hay más remedio que remitirse al mismo momento del coloquio, es decir, yo puedo tener claro por lo que he meditado, por lo que he preparado, por lo que he reflexionado a la luz de la palabra por dónde Dios en esta etapa del camino, primera, segunda, tercera o cuarta semana, me está invitando a cambiar y puedo ir con ese profundo deseo y decisión y determinación de buscar en Dios las fuerzas para, pero en realidad, en el diálogo y en el coloquio de todos los sentimientos que se cruzan por mi corazón es donde puedo ir yo desde la vida aprendiendo a presentarle al Señor mi diálogo, más escuchando que hablando, diría yo. Con todo esto, a veces, San Ignacio indica un tema propio de algunos coloquios, por ejemplo, después de la meditación del Rey Eternal, es uno de los ejercicios Ignacianos, que cuando lo hagamos lo vamos a ver, o el de Las Dos Banderas, o el de Los Tres Binarios, con una nota correspondiente que trae los ejercicios en el numero 157, hay que tener en cuenta las indicaciones que ahí Ignacio da de cómo llevar adelante el diálogo y en obediencia seguramente el ejercicio saldrá muy bien.

 

                                                                           Padre Javier Soteras