12/02/2018 – Comenzamos una nueva tanda de los Ejercicios espirituales de San Ignacio. Se trata de una serie de reflexiones diarias, a través de las cuales Ignacio de Loyola apunta a “buscar y hallar la voluntad de Dios” en la vida de cada ejercitante.
Los Ejercicios Ignacianos son un espacio propicio para escuchar a Dios y la propuesta vocacional para tu vida, si es que no tenés un estado de vida definido, o lo que San Ignacio llama “reforma de vida” que es aquel llamado a la conversión que nos hace sobre los diferentes aspectos de la vida.
Dice el P. Fiorito, “no conviene ir a la oración, meditación, contemplación sin preparar la oración, sin recibir del magisterio las luces que nos hacen falta para encontrarnos con Dios, los santos, y el objetivo que hace a los ejercicios. El primer punto sería ante todo preparar el tema de la meditación o contemplación. El tema puede ser bíblico, o alguna reflexión de los padres de la iglesia, algún punto del Magisterio de los Papas o de los obispos.
Esto puede llevarnos a un coloquio o diálogo con Dios o con los santos. Si el tema de meditación es un tema de la Escritura, puede ayudar a leer como una ficha de lectura que nos introduzca. Implica tomar el texto antes y en la lectura ir marcando. Narrar fielmente la historia de esta contemplación o meditación teniendo en cuenta las notas que aparecen debajo de los textos.
Primero leemos textual intentamos ver qué dice el texto y después qué me dice.
Necesitamos proponernos una hora para orar durante estos ejercicios y defender ese horario. Es bueno, si podés, hacer la ficha de lectura con la que voy a rezar en el día, la noche anterior.
En los Ejercicios, San Ignacio va marcando algunos pedidos que tenemos que hacer en la oración. Por ejemplo, en la primer semana pediremos “aborrecimiento de mis pecados, dolor, confusión y lágrimas por mis pecados”. Ignacio nos hace abrirnos desde la propia fragilidad al encuentro con el Señor en la misericordia.
Esto es lo que vamos a pedir, pero después aparece el diálogo que es la parte más importante. Ahí hay que dejar mucha libertad al Señor, y el tema va a surgir del diálogo, lo que yo digo y lo que el Señor me dice.
Yo puedo tener en claro por lo que he meditado, por dónde Dios me está invitando a cambiar y puedo ir con ese profundo deseo y decisión a la oración, pero en realidad en el diálogo con el Señor puedo ir desde la vida presentándole al Señor. Y más escuchando que hablando.
Ponerme frente al Señor y descubrir que Él me mira amándome. A continuación y antes de meditar, pedir la gracia al Señor que se nos va a invitar cada día.
Es muy importante tener en cuenta 3 preámbulos antes de la materia de oración:
+ La historia de la contemplación: hacer una lectura de corrido del pasaje.
+ Composición del lugar. Ver el paisaje, mirar los personajes, escuchar que dicen “como si presente me hallara”.
+ Petición: ¿qué voy a pedirle al Señor?.
Cuando durante la contemplación encuentro un lugar donde hallo mucho gusto, me quedo ahí, no avanzo más. Ahí es el encuentro, y hay que darle libertad al Espíritu a que obre. Si encuentro mucho gusto, me quedo, y le doy vueltas, y dejo que Dios me siga mostrando, diciendo, o haciendo gustar. Ese es el centro y ahí me detengo.
Cada día vamos a ir publicando el ejercicio que consta de 2 partes: Por un lado una explicación de ese ejercicio por parte del P. Javier Soteras, que se va a emitir de lunes a viernes entre las 8,30 y las 9,30hs, y se repite a las 18 y a las 00hs en Radio María Argentina. Si no podés escuchar el programa, en la página web de Radio María cargaremos un resumen del audio en el contenido de cada día.
Luego viene el momento de la oración personal. Cada día tendrás que destinar una media hora (si no te sale tanto puede ser menos, o un poco más). La riqueza del ejercicio está en este espacio de oración. Cada día el ejercicio tiene su “materia de oración” que también la vamos a ir publicando.
Importante: si tenés algun sacerdote o religiosa/o amigo, o alguien que te acompañe pastoralmente, comentale de la propuesta para que te pueda orientar en éstos días. Si te animás, acercate a tu parroquia. Es importante que durante estos días tenga alguien que pueda escucharte.
Padre Javier Soteras
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