Jesús el Buen Pastor

lunes, 23 de abril de 2018
image_pdfimage_print

Buen Pastor (7)

23/04/2018 – En el Evangelio de hoy Jesús aparece como el Buen Pastor que viene a curar nuestras heridas de desamor. El Buen Pastor quiere traernos la luz de la fe y llevarnos a estar siempre en Su presencia.

 

 

Catequesis en un minuto

 

En aquel tiempo dijo Jesús: “Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es el ladrón y bandido. Pero el que entra por la puerta del pastor de las ovejas, a este le abre el guardián, y las ovejas atienden a su voz, y el va llamando por el nombre a sus ovejas, y las saca fuera. Cuando sacando todas las suyas, camina delante de ellas y, las ovejas lo siguen porque conocen su voz. A un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él porque no conocen la voz de los extraños”. Jesús le puso esta comparación, pero ellos no entendían de qué les hablaba, por eso añadió Jesús: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas, todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos, pero las ovejas no los escucharon, yo soy la puerta, quien entra por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos. Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundantemente”.

Jn 10, 1-10

 

La puerta y el Pastor

Se trata de dos imágenes muy significativas con las que Jesús emite su mensaje. Jesús nos invita a salir de la ceguera y a curar nuestra vista para poder ver la puerta.

Es Jesús mismo por donde se entra y se sale en libertad, por donde la vida se nos llena de luz y alegría, por donde encontramos lo que estamos buscando. No andemos más a tientas, abramos los ojos de la fe, renovémonos en ella y aprendamos a descubrir la puerta. La puerta puede ser un vínculo perdido, puede ser una oración en la que el Señor te está llamando a escuchar su voz. Puede ser el encuentro sostenido a la mañana, en 10 minutos con la palabra en la que el Señor sale a tu encuentro. Puede que sea una sorpresa con la que Dios te tenga preparado y te diga “Estate atento porque quiero hablarte, estoy a la puerta y llamo”. También puede ser en el encuentro compasivo con los más pobres, donde aparece la presencia escondida del Señor. El Señor está cerca, es más, dirá San Agustín y lo dirá también San Juan de la cruz, está dentro de nosotros, el que está escondido.

Nos abrimos a su presencia, manifiestamente escondida dentro de nosotros que como dirá Juan, provocada desde fuera con señales con las que Dios quiere abrirnos desde dentro del corazón a su presencia íntima que nos pone en salida. Centrados en Jesús salidos a los hermanos, como dice Francisco. Esta presencia escondida del Señor dentro nuestro es un manantial que brota de nuestro corazón. Lo recibimos. ¿Dónde está esa puerta que te está invitando al encuentro con Jesús?. ¿Dónde vos ves que se te abre una puerta para ir hacia delante, a lo que estás buscando?. Tratá de agudizar tu mirada. Hay un poco de sombra, de neblina, pero está ahí la puerta.

 

Catequesis completa