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Jesús cura un enfermo
lunes, 17 de marzo de 2008
En aquel tiempo salió Jesús de Samaría y continuó su viaje hacia Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia tierra.
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de pascua y habían visto todo lo que Jesús hizo en aquella ocasión.
Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario del rey, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún.
Cuando se enteró de que Jesús venía de Judea a Galilea, salió a su encuentro para suplicarle que fuera a su casa y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús le dijo: “Si no ven signos y prodigios son incapaces de creer”.
Pero el funcionario insistía: “Señor, ven pronto, antes de que muera mi hijo”.
Jesús le dijo: “Regresa a tu casa; tu hijo ya está bien”.
El hombre creyó en lo que Jesús le había dicho, y se fue. Cuando regresaba a su casa, le salieron al encuentro sus criados para darle la noticia de que su hijo estaba bien. Entonces él les pregunto a que hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron: “Ayer a la una de la tarde, se le quito la fiebre”.
El padre comprobó que la mejoría de su hijo había comenzado en el mismo momento en que Jesús le había dicho “tu hijo esta curado”, y creyeron en Jesús él y todos los suyos. Este segundo signo lo hizo Jesús al regresar de Judea a Galilea.
Juan 4, 43 – 54
A lo largo de éste tiempo entre las cosas que hemos venido compartiendo, tomamos de este libro cinco panes y dos peces, testimonios de fe de un obispo vietnamita en la cárcel, monseñor Van Thuân, y he querido elegir también para éste primer momento de la catequesis, ciertamente para hoy, algo más de ésta lectura porque tiene testimonio tan viviente que nos puede hacer mucho bien a nosotros a la hora de pensar, de vivir con profundidad nuestra fe, con entrega. “Me llamo Francisco de Van Thuân, soy vietnamita. Hasta el 23 de abril de 1975 fui por ocho años obispo de Natran, en el centro de Vietnam. La primera diócesis que me fue confiada, donde me sentía feliz y por la cual sigo sintiendo predilección.
El 23 de abril de 1975 Pablo sexto, me nombró arzobispo coadjutor de Saigón, cuando los comunistas llegaron a Saigón me dijeron que mi nombramiento era fruto de un complot entre el vaticano y los imperialistas, para organizar la lucha contra el régimen comunista. Tres meses después fui llamado al palacio presidencial para ser arrestado, era el día de la asunción de la santísima virgen, 15 de agosto de 1975. Esa noche durante el trayecto de 450 km, que me lleva al lugar de mi residencia obligatoria, me vienen a la mente muchos pensamientos confusos, tristeza abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones. Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra del monseñor John Walsh, obispo misionero de China, palabra que pronunció cuando fue liberado después de 12 años de cautiverio, “ Me he pasado, decía, la mitad de mi vida esperando”.
Es una gran verdad, todos los prisioneros, incluso yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí yo no esperaré, voy a vivir el momento presente colmándolo de amor.
Que impresionante, la mitad de la vida esperando, nosotros que pensamos mucho en el hacer, en el conquistar, en no perder el tiempo, y éstos hombres grandes tienen que enterrar su existencia, nosotros que no podemos estar un minuto quietos, en silencio. Me di cuenta que la gente normalmente no sabemos lo que es el silencio, yo me río , porque cuando a mi me interesa mucho el silencio exterior porque ayuda mucho al silencio interior, no, pero yo me encuentro con mi familia, con conocidos, y estamos en un lugar tranquilo pero se cae un papel y hay alguien que dice, mirá que se cae el papel, no se puede contemplar ni hacer algo con el papel en silencio, hay que decirlo, se dieron cuenta de eso.
Esto habla de nuestra urgencia, el no poder esperar , el no saber esperar, el no saber como, el no saber que hacer con la vida, pensamos que tenemos que hablar, que opinar, que decir, que expresar todo lo que sentimos, o sea no le damos tiempo a la vida que se desarrolle por dentro. Estaba pensando hoy, Jesús se pasó de los 33 años de existencia, 30 años viviendo la experiencia de la raíz, profundizando hacia adentro, y preparando lo que iba a desarrollar de tronco, ramas y flores y frutos a lo largo de 3 años, que iba ser la experiencia del anuncio, el llamado a la conversión, el anuncio de la palabra y la experiencia pascual, dejándonos finalmente el fruto del espíritu que sería lo que hace que viva el cristiano hoy, el hombre nuevo.
Yo digo 30 años de oculto y nosotros que queremos con la urgencia de nuestro tiempo, no, yo creo que es un planteo éste muy concreto, que tenemos que hacerlo oración, cómo vivimos, rápido, queriendo ocupar el tiempo, haciendo cosas y más cosas, urgidos y desesperados por el tener, por el ser, por hacer, por el gozar, por el ser feliz, y detrás de toda ésta búsqueda de felicidad y de logros y de seguridad, nos vamos llenando de inseguridades, de miedo, de hastíos y de cansancio.
No será que hay que mirar más al Señor, para vivir, contemplar más lo concreto de la vida de Jesús, la experiencia de Jesús y lo que Jesús le va pidiendo a las almas que van creciendo en la fe, le va pidiendo un silencio, un ocultamiento y es este también el deseo de lo que se van entregando de tal manera que le van perteneciendo mas concretamente al Señor. Cuando uno se pone profundo en la fe, prefiere lo oculto. Juan Bautista decía es necesario que yo disminuya y que él crezca, no. Me he pasado la mitad de mi vida esperando decía John Walsh, aquel obispo misionero, un hombre que fue a dedicar su tiempo al anuncio y se lo pasó en la cárcel, en un campo de concentración. Me he pasado la mitad de mi vida esperando, gran verdad, y dice Van Thuân todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación.
Estaba pensando vivir de Jesús es vivir prisionero, prisionero de su amor, de sus proyectos, de sus sueños, de sus deseos. Un buen cristiano, un buen hijo de Dios, alguien que decide vivir como Jesús, es alguien que se deja aprisionar, que no tiene miedo de que Dios le robe la existencia, que le robe y le pida la libertad, que le robe el corazón, es decir, los afectos, los sueños, que le pida los afectos, que le exija desprendimiento, no tiene miedo. Vivir de Jesús es ser prisionero de Jesús. San Pablo lo decía, soy prisionero de Cristo, pero también decía soy prisionero de ustedes le decía a sus hermanos los cristianos. Vivir como todo prisionero, esperando cada minuto nuestra liberación.
Cómo vivir en el hoy de cada día mi experiencia del Señor, cómo darme cuenta y hacer y poner lo que está en mi empeño y en mi alcance, hacer de tal manera que lo que vivo sea un comportamiento que está abierto a la espera, que está esperando liberación, que comprende la necesidad de la redención, que espera de la gracia, que espera ser amado, sanado, conducido, orientado, vivir en la experiencia cada minuto de nuestra vida, de la liberación como Van Thuân. Como Jesús , atento al padre. Estos son los días que hemos de vivir con nuestro ánimo tendido a la búsqueda de esa liberación que es gracia, que es iniciativa de Dios y que solo es posibilidad de Dios, nos damos cuenta que solo Dios tiene la posibilidad de nuestra liberación.
Cuando Jesús va al encuentro del ciego de nacimiento, le pone barro en los ojos, para preguntarle luego ¿Crees en el hijo del hombre?. Quién es para que te crea? Es el que esta hablando, creo Señor y se postró ante El, que maravilla no? Necesitados de la liberación, el otro ciego del camino decía “Jesús hijo de David ten piedad de mi que soy un pecador, ten piedad de mi!!! Le va pidiendo, le va clamando misericordia, le va pidiendo la gracia de la visión, que quieres que haga por ti le dice Jesús, que vea Señor, que suceda como has creído le dice Jesús y empezó a ver y lo siguió por el camino corriendo y saltando de alegría. Liberación, liberación si al menos lograra tocar el manto que cuelga detrás de El, yo estoy segura de que quedaría sanada, decía la persona que hacia años que padecía las hemorragias, aquella mujer y apretujado por la multitud ella va por detrás y le toca el manto y se sana y se queda llena de temor, temerosa y superada de la vivencia, no puede decir nada a nadie, no sabe como compartirlo y Jesús pregunta ¿Quién me toco? ¿Quién me pidió liberación? ¿Quién me robo liberación? ¿Quién me robo vida? Diría Jesús ¿Quién me toco?
Todos te tocan todos te aprietan, como preguntas quien te toco le dicen los discípulos, alguien me ha tocado , Jesús sintió que salió de El una fuerza sanadora y liberadora. Fui yo Señor. Jesús es esa liberación para la persona. Los que no conocen a Jesús, lo miran como un ser histórico, como alguien lejano, pero no saben que Jesús es lo esencial, por eso se lo estamos anunciando y a modo de testimonio, apelando al testimonio de Van Thuân desde su cárcel que encerrado entre las rejas decide vivir esperando la liberación y ahora vamos a ver como espera esa liberación, la primer provocación de la reflexión de nuestra catequesis es esta: Quiero caminar este día anhelando mi redención y mi liberación.
En mi experiencia de capellán de la cárcel en los institutos penales de mi ciudad durante varios años pude ver como es la vivencia del interno en la unidad penal, siempre hay un anhelo: la liberación, cuentan los días y Uds. Saben lo que es cuando un internado en la cárcel, por el motivo que fuere, es una persona, es un hermano que siente, que tiene necesidades, que tiene memoria, que ha vivido fiestas y ahora no las puede vivir. Ud. Sabe lo que es cuando llega la Navidad, cuando llegan los grandes momentos que tienen que ver con lo hondo de la existencia, con lo que se siente profundamente sentimientos y acontecimientos que toman otra dimensión estando privados de ellos.
A si bendito sea Dios cuando nos permite la cruz, cuando nos permite también la enfermedad porque nos mantiene cautivos, nos roba la atención, nos roba la dependencia, ya no dependemos de seguridad , entonces ya no estamos corriendo detrás de la pavada, de cosas superfluas, enojándonos con todo el mundo, llenos re rencores, de faltas de perdón, llenos de egoísmos, llenos de búsquedas personales, vamos a lo hondo, vamos a lo serio, vamos a lo definitivo, ahora no puedo vivir sin Dios, por favor ten piedad de mi, ayúdame Señor. Señor que me ahogo, decimos como Pedro ante el peligro, bendito sea Dios que nos permite la cruz tantas veces, de la cual nos quejamos y renegamos tantas veces también, pero bendito sea Dios porque esa cruz es la que nos mantiene abiertos a la espera de la liberación.
Viviré el momento presente colmándolo de amor, no es una inspiración improvisada dice Van Thuân, sino una convicción que ha madurado durante toda la vida. Si me paso la vida esperando, quizás las cosas que espero nunca lleguen. Huy que bueno!!!Si me paso el tiempo esperando quizás las cosas que espero nunca lleguen ojo eh!! Lo único que con seguridad me llegará es la muerte.
Cuanta gente esta esperando que le den una mano, que le solucionen un problema, que le digan que es lo que tienen que hacer. En el pueblo de Caiwon, donde se me designo la residencia obligatoria, bajo vigilancia abierta y oculta de la policía confundida entre el pueblo día y noche, me sentía obsesionado por el pensamiento. Pueblo mío, pueblo mío que tanto amo, rebaño sin pastor, como puedo entrar en contacto con mi pueblo, precisamente en el momento en que tienen mas necesidad de su pastor.
Las librerías católicas han sido confiscadas, las escuelas cerradas, los religiosos y religiosas que enseñaban han sido enviados a trabajar a los arrozales. La separación es un shock que me parte el corazón, yo no esperaré, voy a vivir el momento presente colmándolo de amor, pero como se preguntaba Van Thuân. Me hace acordar lo que recordamos tantas veces del Papa Juan Pablo Segundo en el termino del segundo milenio de la humanidad, comienzo de este tercer milenio que estamos protagonizando. Decía el Papa, “vivir el pasado con agradecimiento”, el querido Papa Karol Wojtila, Juan Pablo II, “vivir el pasado con agradecimiento” y decía después “vivir el presente con pasión”. Ahí esta, que esperanza sigo yo, eso es lo que pregunté hoy de mañana, que esperanza sigo yo, esperanza de que estoy con los brazos cruzados, ¿se vive así la esperanza cristiana? ¿Es una confianza y un abandono en Dios que me invita a estar sentado en mi silla, esperando que Dios me haga el milagro? Que sentido tendrá la expresión de San Agustín “ayúdate y Dios te ayudará”.
Preguntas que me hice hoy en la oración por la mañana mientras contemplaba todas estas cosas y verdaderamente pensé desde mi experiencia pastoral en todos estos años como sacerdote, he visto y sigo viendo tanta gente que esta con los brazos cruzados esperando la felicidad, que tiene miedo de fatigarse, miedo de deprimirse, miedo de sufrir, tiene miedo de cansarse, de agobiarse, miedo de perder la frescura de su cuerpo, miedo de tener arrugas y así están, les pasan los días, atados en sus límites, decididos a vivir una esperanza de la muerte, solo esperando la muerte, porque yo estoy convencido de que vivir solo para mi no es sino vivir esperando la muerte.
¿Cómo vivo una esperanza que me lleve a proyectarme y a dar sentido al presente? El nos enseña en lo concreto como el presente debe ser vivido en la esperanza. Por que son palabras que a veces uno dice pero como se vive, pensaba yo claro uno habla de la esperanza con tanta naturalidad, entonces naturalmente pensamos en pagano, la esperanza si las cosas que se nos van a dar, las posibilidades que se nos van a presentar, eso es vivir en pagano, fuera de la fe. Sabes que cosa interesante el llamado de la fe. La fe pasa por lo concreto, bueno y que estoy dispuesto a dar en concreto.
Significa que no hay que soñar? No, no, es esencial para la fe soñar, es esencial a la fe el desear, el mirar mas allá, el penetrar, el buscar, el esperar, verdaderamente es la certeza de que puedo esperar, e que estoy cierto que lo que espero se va a dar, eso es el cristianismo, pero que no me libra, sino que al contrario, me activa, me pone en ebullición la sangre que pasa por mi interior, la virtud de la esperanza se vive desde la experiencia del amor, del amor concreto, amar lo cotidiano, amar la tarea, entregarme a mi trabajo, hacer con gusto lo que hago.
Es una lástima ver tanta gente rezongando por lo que tiene que hacer, que se está quejando como las bisagras viejas de las puertas, se abren, pero chillan, siempre se abren y hacen todo quejándose, enojados, desagradecidos, insatisfechos de todo, viéndoles el pelo a la sopa a ver donde esta la desgracia, porque siempre negativamente, eso es una falta de esperanza, es vivir para la muerte y es una lástima que hay tanta gente que hace cosas tan útiles, tan valiosas para si y para los demás, que lo haga triste, con desilusión, enojado porque no tiene reconocimiento, porque no recibe valoración, que manera de arruinarse la vida. Adentro, esa decisión de Van Thuân se la dio el espíritu.
¿Cómo hemos de orar en este tiempo para que se suscite en nosotros un espíritu que de sentido a lo concreto de mi existencia? Hoy mi estudio, hoy mi trabajo, hoy mi ida al médico, hoy no dejarme vencer por lo miedos, no estar pensando en la dificultad, pensar en que necesito hacer, que es necesario hacer y que quiero hacerlo, quiero hacerlo, necesito hacerlo y no solo necesito hacerlo eficazmente, sino con amor, porque no hay eficacia sino hay amor, sino hay consagración, sino hay dar un sentido sin ofrecimiento, sin el sacrificio que es un amor profundo, que va mas allá de mi placer y mis apetencias personales. Amar, dar, aceptar la realidad, ofrecerla, la esperanza en el aquí y ahora de lo concreto. Una noche viene la luz, Francisco es muy simple, haz como San Pablo, cuando estuvo en prisión escribía cartas a varias comunidades. En octubre de 1975 le hago una señal a un niño de siete años, Thuan, que regresaba de misa a las cinco, todavía de noche, dile a tu madre que me compre blocas viejos de calendarios, muy entrada la tarde otra vez de noche, Thuan me trae los calendarios y todas las noches de Octubre y Noviembre de 1975 escribí a mi pueblo mi mensaje desde la cautividad , cada mañana el niño venía a recoger las hojas para llevarlas a casa y que sus hermanos y hermanas copiaran el mensaje asi se escribió el libro El Camino de la Esperanza, que ha sido publicado en 8 idiomas, en vietnamita, en inglés, en francés, en italiano, en alemán, en castellano, en coreano y en chino. La gracia de Dios me dio la energía para trabajar y continuar, aún en los momentos de mas desesperanza. El libro lo escribí de noche, en mes y medio, pues tenia miedo de no poder terminarlo, temía que me trasladasen a otro lugar, cuando llegue al número 1001 decidí detenerme, fueron como las 1000 y una noches.
Yo no esperaré decía Van Thuân, vivo el momento presente colmándolo de amor.
Los apóstoles habrían querido elegir el camino fácil, cuando esta la multitud le dicen al Señor despide a la gente para que busquen alojamiento y comida, pero Jesús quiere actuar en el momento presente, Jesús quiere aprovechar este momento, el aquí y el ahora de esta situación, es un momento de gracia, es un momento fundamental para Jesús. Hace de la necesidad la herramienta para que se exprese lo esencial. Jesús quiere actuar aquí y ahora, denle ustedes mismos de comer. Los va a convocar a los apóstoles. Denle ustedes mismos de comer. En la cruz cuando el ladrón le dijo a Jesús “acuérdate de mi cuando vengas con tu reino” Jesús le dijo “te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
En la palabra hoy sentimos todo el perdón, todo el amor de Jesús, todo, esa palabra todo, esa incondicionalidad, esa donación grande de Jesús. ¿Como estaré viviendo mi existencia, mi enfermedad, mi responsabilidad, mi trabajo en el día de hoy, como lo estaré viviendo en este presente? ¿Querré seguir viviendo mediocre, quejándome de todo? O estaré amando, eligiendo, entregando ¿Por qué no me decido a esto? Jesús me llama hoy a vivir la entrega total .
El padre Maximiliano Colbi vivía este radicalismo y le repetía a sus novicios todo absolutamente sin condición, mire las palabras, todo absolutamente sin condición, este es el vértigo de la caridad, que produce la caridad, el vértigo que produce la fe, el vértigo que produce la esperanza. Ese vivir lo definitivo con la intensidad de lo definitivo en el presente, en cada cosa.
Van Thuân recordando a la Madre Teresa va a decir “lo importante no es el número de acciones que hagamos, sino la intensidad del amor que ponemos en cada acción” .
A esta intensidad de amor en el momento presente, pienso que debe vivir cada día, debo vivir cada día cada minuto como el último de mi vida. Esto me parece impresionante, como la invitación que me hace el Señor hoy, estoy impresionado. Vivir intensamente, hoy es mi último día, hoy solo hoy voy a vivir, mañana no existe.
Me decía una joven de 19 años un mes antes de morir “descubrí que el futuro no existe, solo existe el presente” ,se estaba muriendo de cáncer,”y tomé una decisión” , era mi ahijada, y que decidiste le pregunté y me dice “he decidido vivir cada día lo que tenga que hacer del mejor modo posible”.
Y yo estoy seguro que hoy desde el cielo ella está gozando con estas expresiones de la catequesis de Radio Maria Argentina y Uruguay en esta jornada, estoy seguro. Estoy seguro que ella esta intercediendo para que este pensamiento que es un testimonio viviente de alguien que paso por este mundo entrenando la eternidad y que aprendió la lección por la gracia de Dios. Gracias a la cruz, a su cruz aprendió la gran lección de lo definitivo en el momento presente.
Van Thuân en el libro El Camino de la Esperanza dice “para ti, hablándole al Señor, el momento mas bello es el momento presente” entonces vívelo en la plenitud del amor de Dios, tu vida será maravillosamente bella si es como un cristal formado por millones de esos momentos. Ves como es fácil, el presente, lo concreto, hoy. Decíamos, parafraseando a Juan 23 “ solo por hoy”. Bueno que este dispuesto solo por hoy, bueno hoy voy a querer, voy a perdonar, hoy me voy a sacrificar, voy hacer con alegría ese perdón, ese sacrificio y voy a rezar. Hoy me voy a brindar, hoy voy a pararme a escuchar.
Hoy voy a hacer las urgencias con detenimiento interior, las voy a hacer sintiéndolas. Cada cosa que haga vivenciándolas y hablando con Dios. Lo voy atener presente a Dios en todos los momentos, porque hoy es el último día de mi vida, me estoy despidiendo de la vida.
Ese va a ser mi espíritu para vivir hoy. Hoy aquí y ahora, solo por hoy. Vivir este presente será vivir en la virtud del la esperanza concreta. Vivirlo con el Señor. Amando poniendo en ejercicio mi capacidad de donación y entrega y sacrificio de aceptación, de gratitud, de alabanza, solo por hoy. Quizás estoy pensando mi enfermedad, ni se cuantos días más voy a estar sufriendo mi sacrificio que tengo que hacer todo este año, todavía me queda solo hoy te queda, no es todo un año. No te dejes llevar por la imaginación de las exigencias de tu tarea, solo hoy la vas a vivir, por eso solo hoy la vas a poder disfrutar, por eso solo hoy la vas a elegir, las vas a agradecer, la vas a amar a esta oportunidad, solo por hoy.
Padre Mario Taborda
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