Jesús ha vencido al mundo: cómo vivir en paz en medio del sufrimiento

lunes, 2 de junio de 2025

02/06/2025 – Nos animemos a descubrir cómo vivir en paz y con valentía en un mundo lleno de pruebas, de la mano de Jesús y el Espíritu Santo. Reflexinemos juntos el evangelio de Juan 16,29-33, y renovermos nuestra fe, para poder superar el miedo y confiar en la victoria de Cristo.

Jesús conoce nuestras luchas y no nos deja solos

Durante la Última Cena, Jesús advierte a sus discípulos sobre el abandono que sufrirá. Les dice con amor y realismo: “Se dispersarán… y me dejarán solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo” (Jn 16,32). Él no oculta el dolor, pero revela la clave para sostenerse en medio de la prueba: la presencia del Padre.

Esta enseñanza es vital para nosotros hoy: cuando parecemos solos, cuando el mundo nos rechaza o cuando la fe cuesta, no estamos abandonados. Dios está con nosotros, y eso lo cambia todo.

Jesús venció al mundo y nos regala su paz

Jesús no nos promete una vida sin conflictos. Más bien, nos advierte: “En el mundo tendrán sufrimientos”. Pero enseguida añade: “Tengan valor: Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33).

Esta frase es un anuncio de victoria y consuelo: la muerte no fue derrota, sino triunfo. La cruz no es el final, sino el paso hacia la gloria. Por eso los cristianos podemos tener paz en medio de cualquier tormenta.

El Espíritu Santo renueva la esperanza en tiempos oscuros

San Juan Pablo II lo repitió al mundo desde el inicio de su pontificado: “¡No tengan miedo!”. Una exhortación que sigue vigente. Vivimos en tiempos de confusión, guerra, secularismo, pérdida de fe. ¿Cómo no tener miedo?

La respuesta es clara: El Espíritu Santo es quien nos sostiene. Como a María en la Anunciación, hoy el ángel le dice a la Iglesia: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti”. Así, cada nuevo nacimiento de Cristo en el corazón del mundo es fruto de la acción del Espíritu y de la fe de la Iglesia.

Paz verdadera: fruto de vivir unidos a Cristo

No hay paz sin Cristo. Solo quien cree, ama y vive unido a Jesús puede experimentar la paz que no depende de las circunstancias. Es un don, fruto de la fe activa, de la obediencia al Evangelio y de la presencia del Espíritu Santo que transforma nuestro interior.

“La paz les dejo, mi paz les doy… No se turbe su corazón ni tenga miedo” (Jn 14,27)

Al abrir el corazón a Cristo, somos redimidos, fortalecidos y trasladados del reino de las tinieblas al Reino de la luz. Así, en medio del dolor, hay esperanza. En medio del caos, hay paz.

Conclusión: La victoria de Cristo es nuestra esperanza

Vivir en paz no es ignorar el sufrimiento, sino abrazarlo desde la fe, con la certeza de que Cristo ha vencido al mundo. Su victoria es también nuestra, y el Espíritu Santo nos lo recuerda cada día, susurrándonos al corazón: “¡No temas!”.

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