Jesús, la verdadera vid

miércoles, 8 de octubre de 2008
image_pdfimage_print

Normal
0
21

false
false
false

MicrosoftInternetExplorer4

st1:*{behavior:url(#ieooui) }


/* Style Definitions */
table.MsoNormalTable
{mso-style-name:”Tabla normal”;
mso-style-parent:””;
font-size:10.0pt;”Times New Roman”;}

“yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos”.

Juan 15, 1-8

Este es el anhelo mas profundo que hay en el corazón, estar en la presencia de Dios, nuestro corazón solo reposa y encuentra descanso cuando en Dios logramos permanecer, “permanezcan en mi, como yo permanezco en ustedes” dice la palabra.

La llamada a permanecer en comunión con El, es para que demos fruto, unidos a El produciremos muchos frutos, dice hoy la palabra.

Lejos de Jesús no podemos hacer nada.

En el versículo 8 del capítulo 15, que hemos compartido del 1al 8, Jesús aclara que la voluntad del Padre es que nuestra vida sea fecunda “la gloria de mi padre esté en que den muchos frutos”.

La clave está en permanecer en Jesús, la pregunta es ¿Cómo se hace para permanecer en Jesús? La respuesta está en la misma palabra, sabiendo permanecer en su amor, viviendo no la ley exterior que coerciona sino siguiendo el mandato interior que vincula la ley del amor.

Este es el modo como Jesús vivió y como nos enseña a nosotros el camino de la vida.

El camino de la vida con mayúscula es amar con el alma de Cristo, con el corazón de Jesús.

Ayer el apóstol San Pablo en la segunda lectura de la liturgia del domingo 26 hemos compartido este tiempo ordinario en la celebración eucarística, nos decía “tenga