Jesús nos enseña a ser sus discípulos

lunes, 11 de agosto de 2008
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Jesús dijo a sus apóstoles: “No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra, no vine a traer la paz, sino la espada, porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra y así el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa. El que ama a su padre o a su madre mas que a mi, no es digno de mi y el que ama a su hija o a su hijo mas que a mi no es digno de mi. El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá y el que pierda su vida por mi la encontrará. El que los recibe a ustedes me recibe a mí y el que me recibe, recibe a aquél que me envió. El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta y el que recibe a un justo, por ser justo, tendrá la recompensa de un justo. Les aseguro que cualquiera que de a beber, aunque sea solo un vaso de agua fresca, a unos de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa”. Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos partió de allí para enseñar y predicar en las ciudades de la región.

Mateo 10; 34 – 11; 1

Me llamaba la atención que mientras preparaba la catequesis de esta mañana, encontrara por allí un texto que ponía frente a frente la cultura oral de la época de Jesús y la cultura escrita de nuestra época, hoy escrita a través de la imagen. Y que tendrá que ver esto con el evangelio y el evangelio precisamente de hoy.

De este capitulo 10 del Evangelio de San Mateo, ya el final a partir del versículo 34 y ya el comienzo del capítulo 11. Todo este capítulo 10 que nos habla de la elección y del envío de los 12. Y te decía que tendrá que ver esto de la cultura oral, la cultura escrita, la cultura de la imagen.

Es que tal vez resida aquí la principal dificultad para entender el mensaje del evangelio de hoy. Porque nosotros pertenecemos a una cultura escrita, nuestra fuente de aprendizaje es la letra impresa, nuestros maestros partieron siempre desde libros y desde allí nos llevaron con esos mismos libros a compartir la enseñanza, la verdad, a formar nuestra inteligencia. No tuvieron que preocuparse, ni tienen que preocuparse de técnicas de memorizaciones en la enseñanza, saben que el alumno tienen textos. Hoy esta mirada se amplia, tenemos el acceso a tantos medios tecnológicos para tener mas textos todavía.

Jesús en cambio pertenece a una cultura oral, era un maestro de esta cultura, pero sus alumnos no tenían libros y como transmitir entonces la enseñanza. Para transmitir la enseñanza debía emplear un lenguaje fácilmente memorizable, frases cortas, incisivas, agresivas, chocantes, extravagantes, paradójicas, como tantas que aparecen en el evangelio.

La enseñanza no está en la frase misma, sino en el impacto y la sugerencia que esa extraña frase suscitaba y producía. Pero precisamente por ser extraña, la frase se podía memorizar.

La enseñanza no era de tipo inmediato, para aprender ya, sino que tenía una especie de efecto retardado.

En una cultura oral como la de Jesús, la enseñanza requiere necesariamente de la mediación del oído y de la contemplación. Escuchar y ver y exactamente las mediaciones que a nosotros hoy nos están faltando.

Vivimos tan apurados que nos cuesta contemplar y nos cuesta escuchar.

Oímos al pasar tantas cosas, pero escuchar, muy poco.

Por eso tenemos dificultad para entender un evangelio como el de hoy. Por eso es muy difícil escribir o hablar de este evangelio.

Mira te cuento cuando uno va leyendo y va reflexionando y va buscando desde donde poder ir ampliando esta mirada sobre cada evangelio, no solo el de hoy, va descubriendo como hay algunos evangelios y este es uno hoy que cuesta de pronto conseguir mayores reflexiones.

Es que nosotros tendemos todo a explicarlo y el evangelio como el de hoy, cuando lo escuchamos a Jesús con estas palabras tan duras, “no piensen que he venido a traer paz sobre la tierra, sino la espada”, es donde justamente tenemos que hacernos la pregunta ¿Qué me sugiere esta enseñanza de Jesús a mi hoy? Porque la explicación tal vez no sirva mucho, pero si la sugerencia de aquello que me sugiere, que me dice, que me está diciendo Jesús en el corazón a partir de este texto. El evangelio no es más que la continuación de lo que Jesús le dice a los apóstoles, a los enviados en la misión, nos ofrece una serie de puntos de meditación importantes.

Yo creo que de pronto, si te abordas y si tenés a mano el libro de los evangelios y ya lo querés ir apuntando, capítulo 10, versículo 34 hasta el final y el capítulo 11 versículo 1, digo porque tiene tanta enseñanza, tiene tanta riqueza estas últimas palabras de Jesús, a los apóstoles antes de esta misión, que tal vez sea hasta bueno si durante el día lo podes realizar, el volver hacer una mirada orante sobre la palabra. Y te decía porque, porque de todos los puntos que el evangelio hoy nos regala, sin duda tenemos que escoger alguno de ellos.

Por un lado la centralidad de Jesucristo en la vida del cristiano, el que quiere a su padre o a su madre o a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. Una frase que no debe leerse en clave de exclusión, uno u otro, o Jesús o el papá y la mamá, o Jesús o tu hijo o tu hija, no. El amor a Jesucristo no anula el amor a la propia sangre, ni a los amigos, ni a todos los hombres.

La clave de lectura es la centralidad del Señor y la fe en el amor que nos tiene. Fuente del amor que tenemos por los nuestros y por el prójimo. La clave de lectura del texto que hoy nos regala la palabra de Dios y nos regala la liturgia es la centralidad de Jesucristo resucitado.

“No piensen que he venido a traer paz a la tierra, he venido a traer la espada, porque he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre y el que quiere a su padre o a su madre mas que a mi no es digno de mi”. Yo creo que a esta altura y teniendo en cuenta el mensaje completo de Jesús, te estarás dando cuenta que esta frase no significa evidentemente que podamos ser negligentes en atender a nuestros padres, en otros lugares del evangelio, Jesús insiste para que nuestro amor hacia ellos sea real y retraduzca en actos concretos de ayuda y de justicia.

Estas frase no deben utilizarse para justificar nuestro temperamento a veces desabrido, falta de afecto o hasta veces violento o irresponsable o bien para excusar una incapacidad personal de hijo egoísta que busca su propio bien y se olvida del de sus padres o de padre egoísta que se olvida del de su hijo. Si esto pasaría, si estaríamos pensando desde el egoísmo, nos impediría amar sinceramente los nuestros o aquellos con los que convivimos.

Por eso te decía, este evangelio hay que leerlo y escucharlo y contemplarlo, desde lo que nos sugiere su enseñanza, la centralidad de Jesús. No estas frases se refieren a ciertas circunstancias en nuestra existencia, en esos momentos en los que hay que decidirse y tomar partido por Dios y por su causa, por Jesús ser buen cristiano, seguir a Jesús provoca muchas veces la oposición de nuestros familiares o también de nuestros amigos mas cercanos, aunque el evangelio no los nombre explícitamente, en este caso Jesús nos pide que seamos capaces de preferirlo, “el que quiere a su padre o a su madre mas que a mi no es digno de mi”, es sin duda una cuestión de amor, de preferencia, hay casos en los que estamos obligados a tomar una dedición o por Dios o contra Dios.

Siguiendo a Jesús no hay que dudar en esos casos, todos los lazos terrestres, aún los mas sagrados como pueden ser los de la familia, los de la sangre, los del ambiente, deben pasar entonces a un segundo plano.

La verdad que no se de que manera puede estar impactando en esta mañana este evangelio en tu corazón, pero esta claro que cuando el centro de la vida es Jesús, el resto adquiere una plenitud de amor que no lo podemos medir como primero o segundo, se ama desde Dios la realidad que nos toca vivir y es muy difícil de pronto tener que enfrentar esta doble realidad.

En esto del egoísmo que a veces nos toca el corazón tenemos que tener cuidado, porque no sea cosa que detrás de un rótulo de yo quiero ser cristiano, yo quiero hacer lo que Jesús me está pidiendo y dice Jesús que si soy fiel voy a tener problema, detrás de esto esconda mi egoísmos, mis temperamento de ser rudo, mi falta de paciencia y justifique mi falta de caridad para con mi familia y los que me rodean, no, la centralidad está en Jesús y es la opción e un lado o del otro, es cuando las situaciones son decisivas para nuestra existencia.

“El que conserve su vida la perderá” nos dice Jesús en el evangelio y “el que pierda su vida por mi, la conservará”. La vida es el mayor bien.

De pronto escuchaba un ejemplo y lo compartía también en algún momento de estas decisiones en donde tenés que tomar la opción por Jesús y seguirlo de cerca, cuando tenés que hacer opciones de vida, ya sea para la vida en el matrimonio, ya sea para la vida religiosa, ya sea para la vida sacerdotal, toda opción de vida exige para ser fieles a la vocación a lo que Dios nos pide y a lo que Dios te llama, a ser una opción.

El día en que particularmente sentí el llamado del Señor para ser sacerdote, también estuvo en mi esa necesidad de optar por este seguimiento de Jesús, e implicó también en hacer un paso mas allá de mis lazos afectivos que no quiere decir olvidarlos, sino justamente ponerlos en su lugar desde Jesús. Jesús afirma aquí, que unas de las leyes fundamentales de la existencia, es no estar pendiente de la propia vida. No tratar de poseer la vida como un ansia egoísta de tenerlo todo. Hay que salir de sí mismo, ir más allá, superarse. Por eso esta tan estrechamente unida esta elección por Jesús como centro de la vida e inmediatamente posterior esta necesidad de perder la vida para poder darla a los demás, perder la vida propia para ponerla en manos de Jesús. Hay que salir de sí mismo e ir más allá.

Superarse, olvidarse de uno, allí está la verdadera felicidad del verdadero crecimiento. Una palabra de Jesús no tiene entonces ningún aspecto negativo, no es una palabra triste que te va a entristecer el corazón por lo que te dice, tampoco es una palabra que se pone a manera de juez para ver lo que estás haciendo, es palabra de luz y de alegría. Dando la propia vida como Jesús, uno encuentra la vida y esta vida que se encuentra de nuevo es más valiosa. Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia, nos dice Jesús en el evangelio de San Juan.

¿Cómo estoy haciendo esta entrega de la vida? ¿Cómo estoy viviendo este evangelio que exige una entrega tan profunda?. Por sobre todas las cosas la centralidad de Jesús. Esta espiritualidad donde Jesús sea el centro de mis decisiones, esta espiritualidad de todos los días que la tengo que vivir cuando voy a trabajar y allí tiene que ser el centro Jesús. Jesús hoy me está pidiendo que entregue mi vida, que me decida. Esto nos mueve las estanterías, escuchar esta llamada con esta frase tan particular propia de la época “no piensen que he venido a traer paz, he venido a enfrentar”, pero no desde el enfrentamiento egoísta, sino desde el enfrentar las decisiones para optar por Jesús.

Mas adelante Jesús nos va a decir: “el que recibe a uno de ustedes me recibe a Mi, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado”.

Y cualquiera que le dé de beber aunque sea un vaso de agua fresca a uno de estos humildes, no perderá su recompensa. Cuanto va ha recompensar el Señor en nuestra vida si lo ponemos a Él como el centro. Ponerlo en el centro no por la recompensa, sino porque Él te amó y me amó primero.   

Recordando aquello de Dios ama al que da con alegría.

Nos cuesta comprender este texto del evangelio, porque estamos acostumbrados a oír a Jesús hablar de su padre como un Dios que es amor, que es padre de todos y nos resulta o por lo menos a mi me resulta difícil oírlo hablar de violencia, de separación, de ruptura.

Jesús además nos pide que tomemos nuestra cruz y nos pide la entrega total a la causa del reino, esa es la única razón válida para Jesús, por el reino hay que dejarlo todo. El reino que no es mas que presencia de Dios en medio del pueblo, en medio del mundo, en medio de las cosas. Es ciertamente una forma de hablar la de Jesús, hay que entender lo que Jesús dice. Mira esta expresión de por allí aguar tanto las cosas que ya no tienen sentido, ni sabor a una ni a otra. Jesús nos quiere decir que nuestra fe debe ser el centro de toda nuestra vida y nos recuerda que no podemos andar con engaños, no podemos mantener una doble vida, no podemos ser cristianos de domingo, para luego engañar en nuestro trabajo, defraudar a nuestros amigos, servirnos de nuestros familiares para lo que nos interesa.

Ser cristiano día a día y minuto a minuto es el desafío que nos lanza hoy Jesús y que también te lo invita a ser a vos.

Hay muchas personas que aceptan renuncias por amor o por interés, el deportista, el comerciante que solamente piensa en sus ganancias.

Hay otros que renuncian por generosidad noble, altruista, escuchaste alguna vez hablar de estos hombres y mujeres que pertenecen a médicos sin frontera por ejemplo, una generosidad para ir a ofrecer la vida a lugares que hay necesidad. Pero los cristianos le ponemos un plus, la opción es seguir un estilo de vida, pero un estilo de vida conforme al evangelio e Jesús, que no anula lo anterior sino que le da este plus que le da esta mirada distinta.

Cuando vivimos así la generosidad, la entrega, la renuncia, la aceptación de la cruz de cada día, la alegría en medio de la dificultad, la esperanza en medio de tantas angustias, cuando las vivimos así se nota que hay algo distinto y eso distinto es Jesús.

Respecto de esta presencia, del seguimiento de Jesús y de las consecuencias ya lo había anunciado Simeón a María, la madre de Jesús, su hijo sería bandera discutida y signo de contradicción.

Lo dijo también el propio Jesús, el reino de Dios a veces violencia y solo los violentos lo consiguen.

La fe si es coherente no nos deja en paz, nos pone ante opciones decisivas en nuestra vida de manera permanente.

Ser cristianos, seguidores de Jesús no es fácil y supone saber renunciar a las tentaciones fáciles, renunciar a las tentaciones de una vida sin compromiso con un éxito a cualquier precio.

Por eso volvemos a insistir, nos es que dejemos de amar a nuestra familia y a nuestros amigos, pero por encima de todo amamos a Dios.

Dejémonos animar por la recomendación que hace Jesús a quienes acojan a los enviados por El. Hasta un vaso de agua dado en su nombre tendrá su premio.

Al final resultará que la cosa se decida por unos detalles entrañables, un vaso de agua como signo de generosidad, para con los que evangelizan este mundo.

Que fácil y a veces nosotros nos complicamos tanto.

Por eso podemos decir y explicar de este evangelio muchas cosas, pero lo importante son las actitudes.

Se me ocurría que esta mañana te podía presentar a alguien que no quería estar atado a nada aquí en la tierra para ir rápido al cielo y gozar de su presencia, alguien que la tenía clara.

Lo primero y lo central en la vida es Jesús y Jesús resucitado, lo demás añadidura.

A lo mejor alguna vez escuchaste hablar de San Ignacio de Antioquia, nacido allá entre el 30 y el 35 después de Cristo y muerto aproximadamente en el 107 después de Cristo, en las actas de su martirio podemos descubrir esto de tenerlo a Jesús como el centro, de tenerlo a Jesús como lo único verdadero, de tenerlo a Jesús como lo más importante y lo demás viene por detrás.

Nos dicen las actas de los mártires que el emperador Trajano es quién lo pone en el tribunal y hace este diálogo con Ignacio: “¿Quién eres tu espíritu malvado que osas desobedecer mis órdenes e incitas a otros a su perdición” “Nadie llama a Teóforo espíritu malvado” respondió el santo. ¿Quién es Teóforo? El que lleva a Cristo dentro de si. Quiere esto decir que nosotros no llevamos dentro los dioses que nos ayudan contra nuestros enemigos, preguntó el emperador, te equivocas cuando llamas dioses a los que no son sino diablos, replicó Ignacio. Hay un solo Dios que hizo el cielo y la tierra y todas las cosas y un solo Jesucristo en cuyo reino deseo ardientemente ser admitido, le responde el emperador, te refieres al que fue crucificado bajo Poncio Pilato, si a aquel que con su muerte crucificó al pecado y a su autor y que proclamó que toda malicia diabólica a de ser hoyada por quienes lo llevan en el corazón, entonces tu llevas a Cristo dentro de ti, si porque esta escrito viviré con ellos y caminaré con ellos. Que dialogo valiente y estaba hablando con el emperador, con el en ese momento el dueño de su vida. Y cuando lo mandaron a encadenar a Ignacio para llevarlo a morir en Roma, san Ignacio exclamó “te doy gracias Señor por haberme permitido darte esta prueba de amor perfecto y por dejar que me encadenen por ti como tu apóstol Pablo”. Y nos siguen diciendo las actas que al aproximarse a Roma, los fieles salieron a recibirlo y se regocijaron al verlo, pero lamentaron el tener que perderlo tan pronto. Como él lo había previsto, deseaban tomar medidas para liberarlo, pero les ruega San Ignacio que no le impidan llegar rápido al Señor. En un texto que es riquísimo también el dejarse moler por las fauces del león como el trigo en la molienda para el pan.

San Ignacio de Antioquia descubrió y tenía en claro esto de Jesús como centro de la vida. Creo que por allí mas que explicar es bueno contemplar también la vida de aquellos que nos testimoniaron esta centralidad.

Por allí también tendrás ejemplos, no necesariamente y excluimos el de los mártires, ejemplos cercanos a vos de gente, de hermanos, de hermanas tuyas en la familia, en el trabajo o en la parroquia han dado este testimonio y consideraron como dice San Pablo basura las cosas del mundo para tenerlo a Jesús como centro de la vid. Es verdad que Jesús no ha venido a sembrar paz, sino guerra, que paradoja, si el vino, ofreció y trajo la paz, si la selló con su propia vida. Pero como es una paz fundada en la verdad, en la justicia, en el amor, en el orden, resulta que a nosotros tantas veces no nos interesa y acabamos dividiéndonos, anteponemos nuestro interés. Hacemos la guerra porque no queremos la verdad limpia, pura y que nos compromete. No acepta Jesús que queramos al padre y a la madre, si, que quede claro, si lo acepta y nos lo exige, pero afirma que solo Dios es verdad, El es amor, El es la meta que tenemos que alcanzar.

Quien quiera ser amado más que Dios, está perdido, quien a ustedes recibe me recibe a mí y recibe al que me envió. He aquí la comunión de vida.

No es esto, esta verdad que hoy nos deja el evangelio motivo de esperanza y de felicidad, si queres vamos a otro momento para compartir con el canto, con la música, con la oración para que también nos comparta si alguna vez tuviste que hacer esta experiencia de la opción o pidas tu oración porque estás por optar, compartir estos gestos. Mira a veces hacemos grandes gestos de opción por Jesús, decisiones importantes en nuestra vida, pasos, actitudes, servicios, cosas que hacemos por Jesús y que por falso respeto humano, por vergüenza, por miedo al que dirán no las comentamos, no las decimos, no las testimoniamos y tantas veces hace tanto bien esto de compartir lo que vivimos todos los días, compartir nuestras opciones, porque mis gestos, mis actitudes, mis palabras, mi testimonio seguro que ayuda a quién esta por decidirse.

Te animas a compartirlo entonces, a compartir esto que vivimos todos los días.

Lo de San Ignacio de Antioquia, sin duda un modelo extraordinario, pero nosotros también todos los días sin necesidad de estar al frente del emperador, sin necesidad de estar arriesgando hasta la propia vida tenemos gestos que decimos yo aquí opte por Jesús, soy feliz y lo quiero testimoniar, soy feliz y lo quiero contagiar, soy feliz y en esta opción quiero decirle al mundo que vale la pena Jesús y que es hoy mi esperanza.

Seguro que es mucho, ya a esta altura de la catequesis, el Señor te ha señalado, compartirlo si te animas, con que situaciones hoy nos podemos descubrir haciendo la opción por Jesús.

No es fácil la vida cristiana pero vale la pena, me lleva a la plenitud de la vida, este Jesús que acompaña y que se hace cargo de mi vida, este Jesús que me hace feliz en mi consagración, que me hace feliz en mi vida de familia, este Jesús que en la medida que va siendo el dueño y el Señor de mi vida, hace que los demás se den cuenta. Por mas que cuando lo testimoniamos a veces se nos rían o hasta se nos burlen, pero que tiene esta cuota de normalidad de la que nos habla Jesús en el evangelio.

Esta cuota de normalidad de que por allí nos tomen en broma lo que decimos, pero que sabemos que en el momento de la prueba y esto seguro que lo experimentaste cada uno de los que fueron compartiendo testimonio esta mañana y quienes se lo agradecemos porque se comunicaron con la radio y dijeron y compartieron su vida. Seguro que en estos testimonios hay mucho de alegría y hay mucho también de punto de referencia. Cuantos por allí se podrán reír de tus actitudes, pero cuando están en el momento de la crisis o en el momento de la dificultad seguro que se van a acordar, porque a veces lo que para nosotros es tan natural, el responder la vida desde Jesús, y para los otros es motivo de risa, siempre en el otro provoca dejar como picando en el área, como solemos, decir la pelota, la deja ahí, en el momento oportuno Dios hace el gol. Ese gol que hace que aún aquellos que estaban alejados, también se puedan acercar a El.

Tener paciencia y acompañar. Debemos ayudarnos nos dice el evangelio de este día, en este dar un vaso de agua, que no va a quedar sin recompensa. Jesús dice un vaso de agua, lo más sencillo, lo mas fácil de dar, pero darlo. Debemos ayudarnos. Esta exigencia radical que pide Jesús cristo, viene inmediatamente complementada por otra condición, por otro fundamento de esta confianza que debe impulsar nuestro trabajo, a favor del reino de Dios, a favor del anuncio del evangelio y esta otra condición, este otro fundamento es muy humano, aunque curiosamente muy a menudo no pensemos en ello, el ayudarnos, el hacer algo bueno, lindo por el otro, se trata entonces de la necesidad que tenemos de ayudarnos los unos a los otros.

Cuando Jesús habla del valor le da importancia y del mérito de saber recibir a cualquier discípulo suyo recibir desde el comprender desde el ayudar, desde el sentirse solidario es todo lo contrario de lo que desgraciadamente sucede tan a menudo entre los hombres en este tiempo, donde a veces el grito que más se escucha no es necesito ayudar, no es recibe al hermano, sino el grito que sobresale es sálvese quien pueda, a cualquier precio. Cuantas veces domina la crítica fácil. Nos esta faltando esto, la necesidad de ayudarnos, de recibir al otro como mi amigo.

Si yo tengo un corazón sano, lleno del amor de Jesús, la iniciativa del otro nunca se puede convertir en la iniciativa de mi enemigo, por más que sea distinta. Cuanto nos cuesta escuchar, contemplar, como lo era en la época de Jesús. Dar un vaso de agua. Amar es dar hasta que duela, decía la madre María Teresa de Calcuta. Dar, darse, entregar la vida sin nada a cambio, vale la pena, nos sentiremos así llenos de vida. Solo el amor hace que la vida merezca ser vivida, solo la ayuda a los demás procura la gran alegría de vivir. Dar, significa estar vivo y ser rico. No quedará sin recompensa, ni siquiera el agua fresca que sepamos dar a un pobre sediento.