Jesús nos trae la Gracia de transformación para ser hombres nuevos

viernes, 14 de enero de 2011
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Evangelio según San Lucas 2,36-40.
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones.
Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea.
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Profecía de un mundo nuevo por Cristo hombre nuevo
El mundo viejo va pasando, el año viejo va pasando y en el corazón de cada uno de nosotros hay un deseo de novedad. Ana, la anciana profetiza, con 84 años a sus espaldas sentía esto mismo. Sin duda se ha acabado el tiempo de los deseos. A Ana la sostiene un gran deseo: servir a Dios y ver por fin amanecer el día de Dios y ahora lo está contemplando. Hija del Dios de la luz no podía dejar que se apagara en ella la lámpara del corazón antes de haber visto con sus propios ojos la luz de lo alto. Esa que en el fondo en medio de nuestras luchas, búsquedas, tareas, servicios, esperamos y a la que aspiramos. Hablaba del niño a todos los que encontraba. Había empezado a vivir una nueva vida ya vieja y así es porque si el mundo viejo y el año viejo para nosotros pasa ha nacido ya un mundo y un tiempo nuevo ahora. Ha nacido aquí abajo en medio de nosotros con la claridad de lo alto. Es el mundo de Jesús venido en nuestra carne. En el la carne y sus deseos y han recibido un sentido, una nueva vida, el tiempo viejo no comprende nada. Lo que hay en el mundo, dice el Apóstol Juan, no procede del Padre. Deseos egoístas, codicias de los ojos, el dinero. No es una condena de la vida sino una orientación nueva de la creación. Está como descolocada por la fuerza que el pecado ha generado en lo profundo del corazón. Sin embargo nosotros tenemos la certeza en el corazón que Jesús en su Palabra nos ha dicho en medio de lo nuevo y frente a la amenaza de lo viejo: ustedes han vencido al maligno. Entonces sus deseos egoístas se transforman en un ardiente deseo de solidaridad y de paz. Su mirada está llamada a ser de contemplación del rostro de Dios, del rostro de lo humano. La riqueza en sus manos es un manantial de inesperada felicidad para los que saben que donos tomar por dejáncuando no poseen nada son dueños de todo porque la Palabra de Dios en nuestro corazón es el llamamiento a una vida nueva, una juventud en la que renacerá el mundo que no querría pasarse la vida guiado por semejante deseo y nosotros también como ella, Ana la profetiza, anhelamos que la luz de lo alto que ya está instalada entre nosotros en las cosas de todos los días se aparezca y se manifieste para que éste nacer navideño nos revista del hombre nuevo en Cristo Jesús. Solo así podremos comenzar a vivir realmente un año nuevo ¿ a donde el nacimiento de Jesús  te invita a volver a nacer en éste año nuevo?
En Navidad nacer de nuevo revistiéndonos del hombre nuevo: Cristo
El nacimiento de Jesús es una invitación a nacer, a renacer. Este llamado suena cercano a cada uno de nosotros cuando vamos descubriendo ésta búsqueda del corazón en perspectiva constante de renovación como parte de una lógica humana. Si es verdad que el acto creador de Dios no terminó, sigue aconteciendo y estamos siempre en Cristo como siendo recreados, toda la masa humana en su conjunto también es fruto de ésta presencia de novedad recreativa con la que Dios nos invita a la plenitud. Cuando nos hemos dado cuenta de esto el acontecer humano y su proceso de madurez en etapas distintas nos ofrece una posibilidad diaria de renovarnos, un proceso constante de crecimiento. Nacemos de nuevo, renacemos, nos transformamos. Nuestra ve la Gracia dida madura, crece cuando en nosotros obra el Espíritu quien es el cual Cristo en estos tiempos que separan su primera de su segunda venida nos ofrece la Gracia de la nueva creación. El Espíritu Santo obra y construye un hombre nuevo en nosotros hace en realidad otro Jesús. Nacer de nuevo en el Espíritu es dejar que el Espíritu como en María actúe en nosotros que engendre la presencia viva de Cristo comenzando por tener sus mismos sentimientos. Es decir dejándonos tomar por la frecuencia cardíaca de su interioridad hasta hacernos uno con El y decir con el apóstol Pablo vivo yo pero en realidad no soy yo,es Cristo quien vive en mi y mientras yo vivo en ésta carne vivo la fe en el hijo  de Dios que me amó y entregó por mi. Cristo trae en el Espíritu ésta Gracia de nueva humanidad. Hay en Jesús y desde El hacia nosotros no solo una transfusión de Gracia, de vida sino de su misma persona que toma nuestra persona hasta hacernos uno con El. Si andamos frecuentemente con Jesús se reconocerá su presencia en nosotros. Andemos con Jesús en la búsqueda por el Espíritu de la renovación en su persona y seremos verdaderamente testigos de la presencia de Jesús en el mundo
Si nacer de nuevo supone nacer del Espíritu en términos paulinos esa Gracia es a partir del despojo del hombre viejo que hacemos. Dice el apostol Pablo en Colosenses 3, 1-17 despojémonos del hombre viejo con sus malas pasiones y revistámonos del hombre nuevo, fortifiquen las pasiones del hombre terrenal Para nacer de nuevo desde Cristo debemos aprender a morir con Cristo en todo lo que nos aparta del proyecto de Dios en nuestra vida para darle lugar a Dios obrando en nosotros. L misercordia, la bondad, la humildad, la dulzura,la comprensión, dice Pablo, son los que hablan de esa presencia de novedad de Jesús en nuestra propia vida. Si uno quiere como testar como va éste proceso de transformación en nosotros es bueno identificar que corresponde en nosotros a lo más carnal, terrenal según aquellas descripciones sintéticas que Pablo hace de la condición del hombre que vive en ésta corriente y compararlo con ésta otra dimensión de misericordia de bondad de humildad de dulzura de comprensión que hace más a la vida del Espíritu en nosotros. Para esto dice Pablo hay que aprender el camino fraterno de saber sobrellevarnos mutuamente y de perdonarnos del modo como Dios nos ha perdonado en Cristo. Este proceso de transformación de la vida si no está hecho en la clave de la vida fraterna es imposible que se desarrolle. Es decir nosotros podemos viejo y nacer a lo nue o cuando aprendemos a compartir la vida del Espiritu en el vìnculo fraterno y sabemos sobrellevarnos mutuamente. En éste sentido el nacimiento a lo nuevo a lo que nos invita el año nuevo en el nacimiento e la nueva humanidad en navidad es una llanada a la vien común, a la vida fraterna en el Espíritu que puede coincidir o no con los vínculos fraternela cola carne. Aquí es verdad lo que la Palabra nos revela estos, dice Juan 1,18, han nacido del Espíritu Nosotros tenemos que vincularnos a esa dimensión de novedad del Espíritu que supone como dice Jesús que reconozcamos el fuego con el que ha venido a sembrar el tiempo nuevo capaz de distanciarnos de los que tenmos vínculos más cercanos y sanguíneos por la creación de un nuevo vínculo con el que Dios nos llama a relacionarnos a un tiempo nuevo y allí es donde la tensión entre lo que vamos dejando y vamos asumiendo se hace necesaria de ser compartida la vida en el Espíritu para sobrellevarla mutuamente. Este camino de vida fraterna revela la presencia de Jesús porque en la vida fraterna Jesús nos enseña a sobrellevarnos unos a otros y esto es lo que nos permite el desarrollo de la Gracia del Señor en la vida de cada uno a partir de ésta presencia del Señor hermano Donde dos o más estén reunidos en mi nombre ahí estoy yo en medio de ustedes. La pregunta sería ¿ que está impidiendo el desarrollo de la Gracia de Cristo en mi? Es decir cual es la condición del hombre terrenal donde todavía no ha ocurrido la Pascua para que sea realidad la muerte mía en Cristo. ¿ A que debo morir para renacer en Jesús?
¿Como abordar el proceso de transformación desde nuestra debilidad? Cuando yo contemplo lo viejo que hay en mi y constato que no va mas ¿ como hago para que sume ésta parte menos clara, menos querible, más frágil en mi al proceso de transformación? Si de verdad estamos hablando de un proceso de transformación y cambio todo sirve y Dios se vale de todo y n
ada de lo que acontece en nuestra vida está lejos del plan de Dios, de su providencia por eso no es la culpa lo que debe ocupar el corazón mismo al proceso de transformación sino la Gracia que asume todo en Cristo y nos invita  más que a reciclar, a transformarlo todo en El. Por eso no se trata de liquidar el defecto ni de ser violento con nosotros mismos en el punto de tratamiento interior de nuestra propia fragilidad en nuestra historia . Es todo un aprendizaje de saber leer en clave de Gracia también las desgracias. En éste sentido la espiritualidad, la psicología nos enseñan toda una mirada positiva sobre la fragilidad y el pecado. Por eso el reconocerlo nos ayuda a superar la mirada  y negativa y sacarnos de la queja. Esto ocurre cuando miramos las cosas desde un lugar distinto a el peso de oscuridad que traen las experiencias de fracaso y la sensación de fragilidad. Ese lugar donde estamos apuntando, nuevo, lo podríamos llamar Gracia de transformación. Mirar las cosas desde la Gracia de la transformación, desde el don del cambio, desde el don de poder revertir las cosas. Don y Gracia quieren decir regalo del cielo. El niño trae un pan bajo el brazo. Es ésta Gracia de vida nueva, la Gracia de transformación. Tratar de ubicarnos en ese lugar y a prender a descubrir que allí donde estuvo, nuestro defecto, nuestra debilidad, nuestro pecado sobreabundó allí mismo éste don, ésta transformación que Dios opera en nosotros. Dice Carl Jung, psicólogo alemán, el mayor enemigo de una Gracia de transformación es una vida de éxitos. Nadie puede cambiar si le va tan bien. Si le va tan bien entramos en un estado de letargo o de conformismo. Hay que tener espíritu de una saludable autocrítica, de un saber reconocer que uno se equivoca. Hay como una tolerancia cero en la sociedad del éxito a éste nivel de reconocimiento de la propia fragilidad porque el exitoso es el que gana y éste está presentado por la sociedad de consumo como el super hombre, super héroe. Quiere decir que no hay lugar para el defecto. El lado oscuro de nuestro corazón nos dicta otra cosa que si hay lugar. Es una verdad grande el hecho que en nosotros hay cosas que no están en su lugar, que esperan ser reacomodadas, aprovechadas, no negadas, aceptadas y en la aceptación la capacidad de Dios viéndolas en sus manos de cambiar y revertir la historia y mostrar el costado bondadoso de lo que para nosotros resulta a veces tan negativo por eso muchas veces estamos en la posibilidad de dar un paso más
Dice Jung: cuando el cambio no tiene lugar en nosotros es porque lo que hemos alcanzado ya no pide más. Es cuando decimos que más le puedo pedir a la vida. Cuando entramos en ese plano yo digo todavía no hemos encontrado la inmensidad de Dios porque en ella siempre hay más. Eso supone un proceso de vaciamiento interior  de lo ya alcanzado para ofrendarlo y abrirnos sin perder lo obtenido a lo nuevo que Dios nos puede dar. Si Dios nos quiere dar más y nosotros estamos llenitos no hay por donde entre lo más que Dios nos quiere dar. Que hay que hacer? Sacarnos de adentro todo lo alcanzado y ponerlo en las manos de El para que en El transformado eso mismo sea purificado y tengamos la posibilidad de recibir más de lo que Dios quiere ofrecer y regalar sobre todo cuando en ese más está el mismo Dios entregándose y ofreciéndose. Cuando llegamos a esa instancia estamos en presencia en Cristo el hombre nuevo y entonces comienza el proceso de la verdadera transformación. Es muy sano entregarlo todo en éste año que pasa. Entregar lo gozado y lo sufrido, lo anhelado y alcanzado, lo decepcionante, lo doloroso, lo herido y lo sanado, todo en las manos de Dios porque allí en el pesebre nuestra ofrenda de vida con un corazón contrito, humillado, Dios puede comenzar de nuevo y nada mejor que empezar el año nuevo de la mano de Dios.

                                                                                                        Padre Javier Soteras