05/04/2021 – Esta semana, en “¡Me encanta la familia!”, nos animamos a ofrecer a Jesús pequeñas renuncias y sacrificios cotidianos a la espera de que el Señor obre sus milagros en nuestra vida.
“La Octava de Pascua vale como un día y hoy compartiremos sugerencias para estar abiertos al milagro que Dios ya hizo y quiere seguir haciendo en nuestras vidas”, comenzó diciendo Enrique Soros y nos trajo esta historia:
“Cuentan de un alma que llegó al cielo, y lo primero que pidió a San Pedro es poder conocer al ángel que había consolado a Jesús en el huerto de los Olivos y le había dado fuerza pra ir a la Cruz.. San Pedro le dijo dónde encontrarlo y el alma se fue derecho hacia el tumulto celestial que le había indicado el apóstol, en busca del ángel. Una vez a solas con él, le hizo una pregunta por la que sentía enorme curiosidad. Él era el ángel que había consolado al Señor en medio de la angustia de Getsemaní, y quería saber qué era exactamente lo que le había dicho a Jesús para animarle a subir a la cruz. El ángel entonces miró al alma y le dijo: “Le hablé de vos”.
“Esto es tan emocionante, tan potente y es increíble porque es la verdad: Jesús tuvo fuerza para ir a la cruz por mí. Y, sin embargo, yo sigo ofendiendo, sigo siendo chismoso, seguimos mintiendo, somos infieles, no perdonamos… ¡tantas cosas y sabemos que Jesús fue a la cruz por mí!”.
“Saber esto nos motiva a decir: ‘Jesús, ahora yo quiero subir a mi pequeña cruz por vos’. Es éste un tiempo de pedir perdón y un tiempo de gloria maravilloso: la gloria de la resurrección. Que Jesús resucite en estos días en nuestras vidas. Que nos dé fuerzas y que podamos ver ese poder de Dios”.
Enrique nos sugirió una dinámica que nos ayudará a ofrecer, en la oración, nuestros sacrificios cotidianos en esta semana de Resurrección:
Buscar un pequeño platito con pequeños fideos (o bolitas) y otro recipiente vacío. Colocarlos en un pequeño altar de nuestra casa o frente a una estampa, en un rincón de oración.
Con mucha fe, esta semana, pediremos al Señor un milagro para nuestra vida, con la fe en que Jesús lo hará si quiere. A la vez, por nuestra parte, le regalaremos a Jesús 3 sacrificios por día. Por ejemplo, saludar al esposo/a si no tengo ganas, ofrecer una ayuda, rezar el rosario o confesarme. De acuerdo a lo que ese sacrificio signifique para mí, será la cantidad de fideos que coloque en el platito.
“Cada sacrificio es una oración. Estemos atentos para ver cómo el Señor nos quiere bendecir. Cada sacrificio que hagamos nos va purificando y nos va sanando”.
Podés escuchar el programa completo en el audio al comienzo de esta nota y compartirlo en tus redes sociales.
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