Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.
Mc 6,53-56
Una invitación en este día para mirar como la gente enseguida reconoció a Jesús, como nos dice el evangelista Marcos. Claro, Jesús en medio de la gente se distinguía, sobretodo por lo que hacía “Por los frutos los reconocerán” como dirá el mismo Jesús. Y también la gente lo reconocía por los frutos, porque por donde Él pasaba, aunque la gente le tocara el fleco el manto quedaba curada: enfermos, paralíticos, ciegos… con solo tocarle, quedaban curados.
Fijémonos que importante es en este tiempo, que nosotros sepamos reconocer la presencia de Jesús, porque Jesús continúa caminando en medio nuestro. El evangelio termina diciendo, no el de hoy sino todo el evangelio, “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”. Esta palabra de Jesús nos anima porque sabemos que no caminamos solos, que nuestro mundo no está vaya a saber en que destino, sino que estamos camiando realmente con Jesús en medio nuestro.
¡Qué imortante y vital para nosotros reconocerlo!
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