Jesús y las mujeres

miércoles, 14 de diciembre de 2011
Tema central programa ENTRE NOSOTROS

Viernes 05 de diciembre de 2011

JESUS Y LAS MUJERES.

Hablando justamente de los combates por la memoria, por la historia, por como se construyen los relatos, teniendo en cuenta que el relato en la historia, tiene una influencia muy fuerte en la construcción de la identidad, la identidad de un pueblo tiene entre sus fuertes pilares justamente su propia biografía, su propia historia.

Y lo mismo no pasa como pueblo de Dios y como pueblo cristiano, nosotros también tenemos una historia que ha sido contada con sesgos y muchas veces, también por falta de recursos, recién ahora las ciencias históricas han desarrollado metodologías de investigación y de análisis, también de hermenéutica, de interpretación de los hechos, que no estaban hace 100 o 200 años atrás, y esto nos ha permitido acceder a pozos oscuros de la historia e iluminarlos gracias justamente a los recursos que la historia ha brindado para el análisis del pasado, para la lectura del pasado.

Los descubrimientos arqueológicos han contribuido también enormemente, los estudios lingüísticos, el conocimiento mismo a medida que se han ido descubriendo cosas, los datos que arrojan esos descubrimientos, van tejiendo una red de nuevas interpretaciones acerca de la historia, y otro tanto acontece con la Biblia.

Nosotros tenemos un documento muy importante de la Academia Bíblica Pontificia que justamente habla de los nuevos métodos para estudiar la Biblia, y a partir de esos métodos de estudio de la Biblia también reconstruir o ir reconstruyendo la historia del pueblo de Dios, y en ese sentido, además de haber aportes muy interesantes, hay toda una corriente de interpretación feminista de la historia, de leer la Biblia en clave de mujer, buscando las historias de las mujeres o que hay con las mujeres en relación a la Biblia, que ha hecho también aportes muy interesantes y ha rescatado figuras, ha puesto su mirada en figuras femeninas que aparecen en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, haciendo también una ampliación de la interpretación muy bonita.

De eso vamos a hoy en este recorrido que vamos haciendo de la figura de Jesús y de lo que Jesús nos va enseñando acerca de la vida a partir de los textos bíblicos y vamos a centrar nuestra atención en la relación de Jesús con las mujeres, por un lado porque ha habido mucha fantasía en torno ese tema, de hecho el Código da Vinci es una de las tantas muestras de las fantasías que se han ido tejiendo, pero también el silencio da lugar a la fantasía, cuando no se dice nada y se da pie de alguna manera a que se lo invente todo, a que se lo fantasee, o que se lo imagine.

Ahí es donde se hace presente el estudio sabio y prudente que es necesario hacer sobre los datos, para analizar en su conjunto los hechos y tratar de ver con una nueva mirada, en concreto, la relación de Jesús con las mujeres ha sido en reiteradas ocasiones un motivo de interés para los biblistas y para la Iglesia toda.

Hoy nos encontramos ya casi decididamente en un camino de reivindicación del rol de la mujer en los orígenes del cristianismo, en un camino de revalorización del rol de la mujer también en época de Jesús y de las mujeres que acompañaban a Jesús, y con una mirada más clara acerca de algunos capítulos o texto del Evangelio en orden a lo que sabemos que era la sociedad patriarcal de aquella época. Para comprender acabadamente o más contundentemente algunos de los gestos de Jesús, algunas de las actitudes de Jesús y su audacia, su propuesta renovadora, hay que comprender también como era la sociedad de su tiempo, de lo contrario muchos de sus gestos o de sus actitudes, dichos o conductas pasan desapercibidas.

Jesús nace en una sociedad patriarcal, en una sociedad que tenía una conciencia colectiva con algunos estereotipos sobre la mujer transmitidos de generación en generación durante siglos, mientras él iba creciendo seguramente iba escuchando estas historias y esta mirada sobre las mujeres.

Según esta tradición y este sistema patriarcal, la mujer había sido creada por Dios para proporcionar la ayuda adecuada al varón, ayuda al varón, ese era su destino. Sin embargo lejos de ser una ayuda, en realidad fue su esclava, ¿por qué?, y, por que ella había comido el fruto prohibido, ella era la responsable del pecado original y la culpable de provocar la expulsión de Adán y Eva del paraíso.

Este relato transmitido de generación en generación fue desarrollando el pueblo judío una visión negativa de la mujer, como fuente siempre peligrosa de tentación y de pecado, cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia. La mujer siempre es la que provoca, la mujer es siempre la que se tienta, la mujer es siempre la más vulnerable, tenemos, hasta bien entrada la edad moderna frases de hombres célebres, geniales, que sin embargo se manifestaban en relación a la mujer de una manera sumamente peyorativa y decadente.

Entonces la actitud más sabia, en orden a que este era el relato, esta era la historia, era acercarse ella con mucha cautela y mantenerla siempre sometida. La literatura sapiencial judía exhorta repetidamente los varones a no fiarse de la mujer y a tenerla siempre bajo control, podés leer Eclesiástico 25; 3 – 26; Eclesiástico 18, Eclesiástico 42, Proverbios 5; Proverbios 9, Éxodo 20; como para tener algunos datos de como a la mujer había que tenerla sometida y controlada porque era peligrosa, porque había sido la que había mordido manzana.

Y había también otra historia para aquella sociedad patriarcal, que la mujer es propiedad del varón, también, cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia, es herencia de aquellos ecos.

Esto que le decía el papá de Tomás a su ex mujer:  “te voy a castigar donde más te duela”, ¿por qué?, y porque ella lo dejó. Tenemos un montón de feminicidios perpetrados a la sombra de esta mirada, la mujer es mi propiedad, y además la mujer está a mi servicio. Por lo tanto si se ausenta, tiene que dejar la heladera llena, la comida hecha, la casa limpia, y todo para que cuando llegue el trabajo tenga todas las cosas hechas. Entonces le doy permiso para que se vaya.

Primero pertenece a su padre, después pertenece a su esposo, si queda viuda pertenece a sus hijos o vuelve con su padre o va con sus hermanos, pero era impensable en aquel entonces una mujer con autonomía en la época de Jesús, impensable.

El decálogo Santo del Sinaí la considera una propiedad más del patrón de la casa; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buen, ni su asno, ni ninguna otra cosa que pertenezca. Así es el mandato completo, la mujer está en la misma lista que el esclavo, que la esclava,, que el buey que la asno y que todas las otras cosas que le pertenezcan.

Así que el control sobre la mujer estaba fuertemente condicionado también por las reglas de la pureza sexual; la mujer era impura durante la menstruación, impura como consecuencia del parto, nadie tenía que acercarse una mujer impura.

De ahí que cuando la mujer lo toca a Jesús, esta mujer que padecía hemorragias, el texto dice hemorroísa, pero ya se sabe bien que padecía hemorragias, esta mujer que lo toca, lo toca con vergüenza, lo toca con culpa, lo toca a escondidas, y produce todo un impacto. Una mujer impura lo ha tocado, las personas y los objetos que tocaba una mujer, que estaban en contacto con su sangre, durante el posparto o la menstruación, todos esos objetos quedaron contaminados, y ésta era probablemente la principal razón por la que las mujeres eran excluidas del sacerdocio, o de la participación en el culto, o del acceso a las áreas más sagradas del templo.

La mujer una fuente de impureza y a Jesús se lo habían advertido desde pequeño, esta visión tan negativa de la mujer no perdió fuerza a lo largo de los siglos, y en tiempos de Jesús, por lo que podemos saber, eran los tiempos en los que tal vez fuera más severa y más negativa que nunca; además la mujer era considerada frívola, sensual, perezosa, chismosa y desordenada, cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.

Según el escritor judío Filón de Alejandría, contemporáneo de Jesús, mientras el varón se guía por la razón, la mujer se deja llevar por la sensualidad, probablemente Flavio Josefo, que es un historiador de la época, resuma muy bien el sentir generalizado en los tiempos de Jesús, dice así este historiador:  “según la Torá la mujer es inferior al varón en todo”.

Sigo contando como era la realidad de la mujer en épocas de Jesús, y en algunos casos todavía, con reminiscencias en nuestra actualidad y en algunas sociedades más fuertemente que en otras, para que se entiendan también algunos pasajes del evangelio y se conozca también aún más la personalidad y las actitudes que Jesús ha ido tomando, y desde allí también comprender el Reino de Dios, que viene a anunciar.

En la época de Jesús la mujer estaba considerada como un ser el débil, a la que los hombres debían proteger sobre todo de la agresión sexual de otros hombres, el hombre era el centinela de la mujer, una porque la consideraba su propiedad, tanto como el buey, como los esclavos, como las esclavas, y otra fundamentalmente porque la virginidad de la mujer y la exclusividad de su sexualidad era algo de vida o muerte, que estaba ligado directamente al honor de la casa y al honor del varón.

Concretamente un adulterio era algo tan grave que debía condenarse con la pena de muerte hacia la mujer, que macana que no me acuerde ahora del nombre de la película, sobre un caso histórico de una mujer apedreada hace poquito tiempo, apedreada por adulterio, y encima, falsamente acusada, filmaron una película con ese testimonio, verdaderamente impactante, es muy doloroso, muy duro, pensar que todavía hay mujeres que son víctimas este tipo de prácticas en nuestra sociedad, de prácticas no sólo tan discriminatorias sino también tan aberrantes.

En concreto, al casarse la mujer salía de su propia familia, se pasaba de la mano del papá a la mano del marido, y el marido era la autoridad sobre ella; acá, por ejemplo, en Argentina, no hace demasiado que la patria potestad, es compartida sobre los hijos, hasta hace poco era patrimonio del padre, era el papá el que tenía la patria potestad sobre los hijos.

¿Y cuáles son los deberes de la mujer?, moler el trigo, o cocer el pan, cocinar, tejer, hilar, lavar, lavarle la cara, las manos y los pies al varón cuando ingresaba, por supuesto satisfacerlo sexualmente, y sobre todo darle hijos varones para asegurar la subsistencia de la familia.

Acá también hay cuestiones que tienen que ver con la sobrevivencia, era fundamental para que sobreviviera el clan, la familia, que fueron muchos y hubiera brazos fuertes para poder hacer el trabajo, había cuestiones culturales, basadas en necesidades de sobrevivencia, así que por eso la mujer estéril era una mujer que se consideraba verdaderamente inútil. Era un drama muy fuerte ser una mujer estéril en ese momento, porque era fracasada como mujer para aquello o para aquello que era prácticamente su misión fundamental,

Por supuesto, no se sabía en aquella época si la fertilidad era compartida, entonces siempre cuando había problemas de concepción, cuando no había embarazo, siempre la culpa era de la del organismo femenino.

Fuera del hogar las mujeres no existían, esto también nos va llevar a entender muchas cosas del Evangelio, no podían alejarse de la casa sin estar acompañadas por un varón y además tenían que ir ocultando su rostro, vayan pensando ustedes en esta mujer que lava los pies de Jesús con lágrimas y los seca con sus cabellos, otra, los cabellos no podían ir sueltos, siempre tenían que con un velo, porque el cabello era un signo de sensualidad y estaba totalmente prohibido hablar en público, nunca las mujeres hablaban en público, tenían que permanecer retiradas y calladas.

No tenían los derechos que gozaban los varones en el ámbito social, por ejemplo, no podían formar parte de los banquetes, las comilonas, los banquetes y las fiestas eran para hombres, excepto en casos muy precisos.

El testimonio de ellas no era válido, por eso el problema que tiene Susana con sus asaltantes, cuando ella es asaltada por estos jueces, estos viejos verdes, ella dice ¿que voy a hacer?, porque mi testimonio no es válido.  El testimonio de ella, el de ella y de sus siervas, no sirve para nada, no se tomaba en cuenta su testimonio en un caso de juicio, por ejemplo, salvo algunas excepciones.

En realidad la mujer no tenía ningún sitio en la vida social, y entonces fuera de la casa las mujeres no eran nada.

Una mujer que andaba sola como aparentemente iban las mujeres que acompañaban a Jesús, solas, sin marido, sin hijo o sin padre, sin la vigilancia de un hombre, una mujer que tomaba parte en comidas públicas, una mujer que formaba parte de una comunidad que históricamente estaba reservada para los varones, esto era considerado como una conducta desviada, propia de mujeres que descuidan su reputación y su honor sexual, prácticamente propia de prostitutas, ellas eran las únicas que se animaban a adoptar este tipo de comportamiento, porque ya estaban como fuera de la honorabilidad social.

Esto también pasaba en la vida religiosa, solo en la celebración doméstica tenían un lugar las mujeres, fuera de ellas no, la mujer es la encargada encender las velas en el sabat, de pronunciar ciertas oraciones y de cuidar también algunos detalles propios de los rituales del sábado, pero en lo demás, su presencia a nivel social era secundaria, en el templo estaban separadas.

Hay quienes dicen que cuando Jesús escribe en el piso, cuando esta mujer adúltera viene corriendo y los fariseos atrás intentando penetrarla, hay quienes dicen que Jesús estaba en ese momento en el patio de las mujeres, que era un patio que no tenía piedra, no tenía piso, era un patio de tierra, ese era el lugar para ellas, bien retirado.

En definitiva, el verdadero protagonista de la religión judía era el varón, no tenemos que olvidar también que la circuncisión era el rito que constituía a alguien como miembro del pueblo de la alianza, de manera que la circuncisión, obviamente al ser un rito eminentemente masculino, la mujer no formaba parte de la alianza ni de la dignidad de la ley.

De hecho estaba sometida a todas las prohibiciones, lo mismo que el varón, pero no se contaba con ella como sujeto activo en la vida religiosa, así que sus participaciones en las peregrinaciones a Jerusalén, en las fiestas de Pascua, de Pentecostés o de las Tiendas, ellas no tenían la obligación de recitar el shema, por ejemplo, que es la confesión oficial de la fe israelita, como sería nuestro credo.

Tampoco era necesaria su presencia, bastaba con que los hombres fueran, y todo estaba dirigido por supuesto por hombres y para hombres, por lo tanto tampoco las mujeres podían leer ni iniciarse en la Torá, de ahí también la hermosa película que hace Bárbara Streisand en la que ella aprende de su padre secretamente la Torá, porque su padre era un maestro, un maestro de la ley judía y le enseña subterfugiamente, cierra la cortina para que nadie lo vea como le está enseñando a su hija la Torá, y cuando se muere su padre ella ama lo que sería hoy el estudio de la teología y se disfraza de varón para poder entrar a estudiar.

Vamos a algunas escenas del Evangelio, para que en este contexto se pueda dimensionar el comportamiento de Jesús. Por empezar Jesús no pone ningún empeño en discutir ni en criticar ni en enredarse con cuestiones de sexo o de pureza ritual, no es lo suyo.  Interesantísimo, no es lo suyo desde la palabra el menos, no se pone a discutir, sencillamente hace lo suyo, que es anunciar y transmitir la experiencia del reino de Dios, actuar en orden a él y actuar con libertad total.

Obviamente no mira la mujer como fuente de tentación ni de posible contaminación, vamos entonces a algunos hechos:

Por empezar, dice el Evangelio que las mujeres seguían a Jesús, que lo rodeaban, y además nos cuenta el Evangelio que tenía amigas entrañables, como María, oriunda de Magdala, cortémosla ya con el tema de que María Magdalena era prostituta porque de ella salieron siete demonios, en el lenguaje bíblico habitualmente los demonios están asociadas manifestaciones de enfermedad, no de prostitución.

Se le hizo esa fama a María Magdalena de que la prostituta, algunos dicen también con interpretación sexista, cómo con algo había que darle a esta mujer, que en definitiva es la elegida en algunos textos evangélicos para ser la primera protagonista, mejor dicho el primer testigo de la resurrección de Jesús. Jesús resucita y a quien primero se le manifiesta es a Magdalena, ni a los apóstoles, ni a su madre, ni a sus hermanos, no, a María Magdalena.

Las hermana Marta y María, que eran vecinas de Betania, también eran amigas de Jesús, a las que tanto quería, mujeres enfermas, por ejemplo como esta mujer hemorroísa o contaminada, con hemorragias, o la mujer sirio-fenicia, o prostitutas despreciadas por todos y que después se convierten en seguidoras fieles, como Salomé y otras muchas que le acompañaron hasta Jerusalén y no lo abandonaron ni siquiera en el momento de ejecución, cuando todos, menos Juan, huyeron, ellas permanecieron allí al lado de Jesús e hicieron su misma itinerancia.

Entonces, en concreto, las mujeres formaban parte de la vida pública de Jesús, caminaban con él, iban a las comidas que a Jesús tanto les gustaba, porque para él era un ámbito más que propicio la comida, la celebración donde poder enseñar y donde poder charlar y poder trasmitir toda su vivencia de Dios Padre y del Reino de Dios.

Y claro, imagínense ustedes lo escandaloso que pudo haber sido cuando Jesús se presentaba en un lugar con las mujeres, que le acompañaban como miembros de su comunidad, de sus discípulos, cuando entraban en una aldea las mujeres, que no iban necesariamente con sus maridos, porque muchas veces no los tenían, de lo contrario ni locos los marido las iban a dejar ir como siguiendo en la itinerancia de Jesús.

Evidentemente las mujeres solas, y si eran mujeres solas, habrá que pensar que clase de mujeres eran incluso, con motivo de las fiestas era frecuente que los publicanos, los recaudadores de impuestos, contrataron prostitutas para estas fiestas exclusivas de hombres, incluso se sabe que algunos de estos publicanos dirigían pequeños burdeles, por eso Lázaro tenía tan mala fama, de ser publicano, o cobrador de impuestos, porque era gente que deshonrado a la ética y la moral del pueblo judío, mucho más aún siendo ellos mismos judíos.

Entonces realmente cuando Jesús va a hospedarse a la casa de de Lázaro, imaginen ustedes, no sabemos si él tenía algún burdel o algo así, pero ese era el tufillo, más o menos, el ambientillo, por eso lo acusan, y con razón lo miran con desconfianza.

Pero Jesús nos asusta ni condena nadie, además lo movilizante que habrá sido para esta gente ver que Jesús iba con mujeres, que, a lo mejor, no sabemos, en una de esas, algunas de ellas han sido prostitutas, o no, pero el tema es que no llegaban a la fiesta a hacer de prostitutas, sino todo lo contrario, que se manejaban con servicialidad, con amor, con dignidad, y que estaban en contacto con un profeta, que hablaba en nombre de Dios.

Nunca las mujeres tan cerca de un maestro, nunca las mujeres tan cerca de un profeta, jamás habían ellas escuchado hablar así de Dios, imagínense lo que para una mujer implicaba este nuevo rol que tenía al lado de Jesús, imagínense también lo que para sus adversarios significaba el hecho de que Jesús fuera amigo de pecadoras, como lo dice claramente el fariseo Simón cuando una de ellas entra, prorrumpe en llanto, besa sus pies, los lava con las lágrimas, y se los seca con el cabello. Este no puede ser un profeta, que otra cosa iba decir un fariseo de esa época.

Todo el entorno de Jesús comienza a darse cuenta de que Él tenía una actitud diferente, nunca escuchan de sus labios expresiones despectivas, tan frecuentes en los rabinos, que quedan reflejadas en la Torá, en la ley, en cambio en Jesús no sólo no las escuchan, sino que escuchan palabras y ven actitudes que son verdaderamente revolucionarias para aquella época, por ejemplo, Jesús, se acuerdan ustedes esa escena en la que Él iba caminando, y una mujer del pueblo le grita alabando a la madre, diciéndole:  “dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron”, le gritas alabando a Jesús, y también a su madre, “nada más, nada más puede esperar una mujer que ser madre de un hijo como vos”, esa es la máxima realización de una mujer, dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron.

Jesús parece que ve las cosas de otra manera, en una sociedad en la que tener hijos es todo en la vida, y más aún si esos hijos son famosos, son importantes, son trascendentes, históricamente dejan una huella profunda, ya eso es tocar el cielo con las manos para una mujer, obviamente que para una mujer es muy importante la maternidad, pero no se define sólo por la maternidad, entonces fíjense a dónde apunta Jesús. Cuando ella le dice dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron, Él le dice:  “dichosas más bien las que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”.  

La grandeza y la dignidad de la mujer, lo mismo que las del varón, arrancan de su capacidad para escuchar el mensaje del reino y entrar en él, no parir y amamantar hijos.

En otro momento, cuando entra Jesús en la casa de Marta y de María, famoso pasaje del Evangelio, en este caso creo que es Lucas 10, cuando entra en la casa de María, y la vemos a Marta trajinando y atareada con las cosas de la casa, enojada con María porque ésta se había quedado ahí a los pies de Jesús, escuchándolo hablar y escuchándolo enseñar, entonces le dice: “Señor, no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo, decile que me ayude”, y el Señor respondió Marta:  “Marta, te inquietas por muchas cosas, te agitas por inquietudes, sin embargo una sola cosa necesaria, María eligió la mejor parte, la que no le será quitada”.

Con esto realmente Jesús está diciendo que una mujer no puede quedar reducida al servicio de la faena del hogar, que hay algo mejor y más decisivo a lo que también tiene derecho, tanto como el hombre, que es escuchar la palabra de Dios, nutrirse espiritualmente, nutrir su alma, y también Jesús reacciona con audacia frente al doble criterio de moralidad que se usaban aquella época, y se usa también hoy en día, para enjuiciar de manera desigual lo sexualidad masculina y femenina.

La escena tremenda, me refiero a esta en que una mujer que había sido sorprendida mientras estaba teniendo relaciones sexuales con un hombre, y la quieren apedrear, ella sale corriendo, ellos quieren cumplir con la ley, pero parece que no dicen nada sobre el varón, siempre toda la culpa caía, en aquella sociedad machista sobre la mujer, se humilla y se condena a la mujer porque deshonró a su familia, pero mientras tanto el varón no hable nadie.

Y que es lo que dice Jesús:  “Aquel que esté sin pecado que le arroje la primera piedra”, con lo cual no solamente indirectamente desacredita esta ley, sino que está poniendo el acento fundamentalmente en que si esto está mal, es responsabilidad de los dos.

Está señalando la hipocresía social, que condena a una y libera al otro, no es verdad, está diciendo, que la mujer sea más culpable que el varón, y por eso les dice:  “si ustedes no tienen pecado, arrojen la primera piedra”, y cuenta el Evangelio que empezando por los más viejos, los acusadores se van retirando uno a uno avergonzados por el desafío de Jesús, saben que más de uno de ellos son responsables de los adulterios que se cometen en aquellos pueblos, y la conclusión es conmovedora, la mujer no se ha movido de ahí, sigue ahí, humillada, avergonzada, abochornada, aterrorizada.

Y cuando Jesús se queda a solas la mira con ternura y le expresa:  “mujer, ¿donde están los que te condenan?, nadie te ha condenado”.  “Nadie, Señor”, dice. Las palabras son inolvidables.  “Tampoco yo te condeno, vete y en adelante, no peques más”. 

Esa mujer no necesita más condenas, Jesús confía en ella, la anima a no pecar, pero de sus labios no brota ninguna condena.

Algunas historias de Jesús con las mujeres de su época son las que les conté, quedan otras, igualmente bellas, ante cualquier parecido con la realidad, ustedes sacan las conclusiones, ¿quieren?.

¿Qué nos dicen hoy todos estos relatos acerca del rol de la mujer en el Reino de los Cielos, que Jesús todavía sigue queriendo construir entre nosotras y entre nosotros?.