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La alabanza es respuesta al amor que Dios nos tiene
miércoles, 31 de enero de 2007
Celebra todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me salva por que quiso mirar la condición humilde de su esclava. En adelante todas las generaciones dirán que soy feliz. En verdad el Todopoderoso hizo grandes cosas para mi, reconozcan que santo es su nombre, que sus favores alcanzan a todos los que le temen y prosiguen en sus hijos, su brazo llevo a cabo hechos heroicos, arruinó a los soberbios con sus maquinaciones, sacó a los poderosos de sus tronos y puso en su lugar a los humildes, repletó a los hambrientos de todo lo que es bueno y despidió vacíos a los ricos. De la mano tomó a Israel su siervo demostrándole así su misericordia. Esta fue la promesa que ofreció a nuestros padres y que reservaba a Abraham y a sus descendientes para siempre.
Lucas 1; 46 – 55
Hay un texto muy lindo del Padre Alexandro Pronsatto para poder hablar de la gratuidad de la oración, porque si no vamos a la oración con una gratuidad, si vamos con nuestro casete para hacer la nuestra y no la del Espíritu Santo comenzamos mal, y el tiene como una especie de bienaventuranza que se llama: Bienaventurados los inútiles: se manifiesta capaz de orar solo quien logra romper el cerco de la necesidad para entrar en el espacio de la libertad, quien se sustrae a la esclavitud de lo urgente para entrar en la esfera de lo importante, quien da la espalda a los ídolos, a la multiplicidad, para elegir la mejor parte, para consagrarse a lo único necesario. Hay que convencerse que en la vida lo inútil es lo más importante y esta frase es nada menos que del Padre Alonso Shekel, un gran biblista.
Si no adquirís el sentido de lo inútil resulta imposible orar. Si no tienes el coraje de perder el tiempo entre comillas no ganaras la oración. Si no logras pararte no llegaras nunca a la verdad de la oración. Si te muestras incapaz de decir no a la dictadura de los plazos, de los compromisos, de las muchas cosas que hay que hacer, no podrás gustar el si de Dios. El faraón a veces está afuera, con mucha frecuencia está adentro. Las mayor parte de las veces sos vos tu propio faraón pues te condenas a producir un número determinado de ladrillos.
Es verdad, la oración es una ocupación improductiva. La oración te empobrece desde el punto de vista de la eficiencia, te limita en el estado de la actividad, disminuye tu rendimiento, hace saltar por los aires la contabilidad de siempre. La oración entre comillas no vale para nada si te colocas en la perspectiva del faraón. Te cataloga como holgazán en sus ficheros. Para salir de los registros puntillosos del faraón y entrar en la tierra prometida de la gratitud divina el único pasaporte útil es el sentido de lo inútil. Bienaventurados los inútiles porque solamente ellos saben lo que es indispensable y necesario al ser humano.
Cuando San Pablo escribiendo a los Efesios 1, 12 les dice:
que hemos sido creados para alabanza de su gloria
, nos está dando el sentido último de nuestra vida, la razón y la explicación más profunda a nuestra pregunta sobre el porqué existimos pero obviamente nos está refiriendo solamente al ratito de laudes que rezo por la mañana o a los ratos en que rezo el rosario o después vísperas o a la tarde voy a misa, no, se refiere a todo el día, a toda la jornada y de tal manera como recordando aquella oración del peregrino ruso también si estoy durmiendo, así inconscientemente alabar al Señor.
Se está refiriendo a la vida entera, sueño y vigilia, trabajo y descanso, amor y servicio, acción y oración, diversión y sufrimiento o dolor, es toda mi vida la que es alabanza del Padre en Jesús su hijo y no solamente unos ratitos durante el día como compartimentos estancos. Entonces queda la oración por un lado como ritual casi de cumplimiento cumplo y miento y la vida por el otro. Entonces no encajo la fe y la vida, la fe y la cultura. Me parece que la fe va por un camino y yo estoy casi en la vereda del frente. San Agustín dice en su comentario al salmo 146 mientras cantas tenés que hacer alguna pausa pero con tu vida debes cantar de manera que no hagas ninguna pausa.
La vida es un canto ininterrumpido a la gloria de Dios. Entrando en armonía con el universo nos convertimos en un instrumento más de esa maravillosa orquesta sinfónica que interpreta la música de la creación.
Todo lo que existe canta sin voces ni palabras
. Es el salmo 19.
No es un mensaje, no hay palabras ni sus voz se puede oír mas a toda la tierra alcanza su pregón.
Tagore, el pensador oriental, dice: cuando estén afinadas maestro mío todas las cuerdas de mi alma cada vez que tu las toques cantarán amor.
La persona humana se compara a un instrumento bien afinado, al pasar por ella el soplo del Espíritu de Jesús vibran las cuerdas produciendo una armonía bellísima a los oídos de Dios y a los oídos de los seres humanos. Y uno se pregunta y cuando están afinadas las cuerdas. Cuando hay orden dentro de mi, cuando la paz de Jesús ha invadido mi ser y me siento unificado interiormente.
La armonía, la unidad interior. Cuando no vivo fluctuando en la superficie de mis caprichos, mis estados de ánimos, mis arbitrariedades, mis nervios, mi agresividad, mis impulsos ciegos, mi egocentrismo, cuando estoy en sintonía con el amor de Jesús y tengo mi vida centrada e integrada en torno a su amor. Por eso la melodía nace no tanto de los labios sino del corazón. Sin melodía del corazón la alabanza se convierte en una hipocresía. Por eso dice Jesús en Mateo 15,8
Este pueblo me honra con sus labios pero su corazón está lejos de mí
. Para entonar un canto nuevo hace falta un corazón nuevo, renovado por la gracia. San Agustín lo afirma comentando el hermosísimo Salmo 33, la alabanza del corazón es por lo tanto fruto de un corazón unificado en el amor de Cristo.
Solo cuando desde la dispersión hemos pasado a la unidad interior están afinadas todas las cuerdas y el corazón está a punto para cantar. Dice el Salmo 108
a punto está mi corazón oh Dios, voy a cantar, voy a salmodiar
y San Pablo en Colosenses 3 dice
todo cuanto hagas de palabra y de obra hazlo todo en el nombre del Señor Jesús dando gracias por su medio a Dios Padre
. Solamente cuando estemos en el amor podremos cantar todo el amor que existe en el universo.
Dice sobre el puente el amigo al amigo, contempla la alegría de los peces en el río, mas el otro replica, como vos no pez, conoces la alegría de los peces en el río y el le responde, por mi alegría sobre el puente. Para descubrir la belleza de fuera hace falta haber descubierto la de adentro. Como dice un proverbio inglés, la belleza está en el ojo de quien contempla.
Vivir la alabanza es pasar por el mundo descubriendo la belleza de cuanto nos rodea. Es creer que el amor triunfa sobre el odio. Es creer que en la tragedia horrible del ser humano más destrozado por la vida, brilla un rayo de luz infinitamente bello que es un reflejo de Dios. Lo contrario de vivir en la alabanza es vivir en la crítica.
Hay personas que pasan por la vida observando todo negativo que hay a su alrededor y curiosamente éstas personas tan negativas piensan que su criticismo es algo digno de aprecio. Ojo que no estoy hablando de no hacer un necesario discernimiento que eso debe hacerse siempre, un discernimiento de espíritu. Lo que estoy negando es esa crítica demoledora, destructiva que no es la mirada de Dios.
Hablo de la mirada tan aguda que descubre hasta la más mínima imperfección por oculta que esté. Entonces muchas veces me he preguntado, será verdad que las personas negativas son más objetivas que las personas benevolentes? Quién se equivoca? La mirada fría, objetiva, acerada o más bien la mirada llena de amor, de simpatía. Hay verdades que se ocultan a la mirada del que no ama. Yo creo que para algunos hay que estar desapasionado para poder ser objetivo.
Para mi solo los apasionados llegan a cantar la verdad profunda. Por eso solo un amor tan incondicional tan grande y tan apasionado como el de Dios en Jesús puede tener sobre cada uno una mirada profundamente objetiva, la mirada del amor misericordioso, la mirada más objetiva.
Lo que respira alabe al Señor, todo lo que respira alabe al Señor, que le de alabanza, le de gloria con la vida y decíamos el amor da incisividad, agudeza y penetración a nuestra mirada para descubrir debajo de un desierto estéril las venas de aguas ocultas que pueden convertirlo en un vergel.
Solamente el amor puede hacer eso. Solamente el amor incondicional puede sanar a un alcohólico a un drogadicto a un consumista compulsivo a un agresivo. Yo recuerdo en nuestras peregrinaciones a Medjugore esas comunidades que están distribuidas por todo el mundo, esos jóvenes de diferentes países del mundo que a través de la vida comunitaria, el trabajo, la oración, la presencia de Cristo Eucaristía durante meses y años van cambiando su vida. Porqué? Porque el amor va llenando sus corazones, va sanando heridas, va dejando atrás una vida oscura, haber llegado a lo profundo de la miseria humana a través de la droga.
Es interesante ver el camino de la comunidad. Por eso también nosotros en nuestras parroquias, capillas, tenemos que descubrir que la experiencia cristiana es una experiencia comunitaria. Si seguimos viviendo aislados, indiferentes, apáticos no vamos a perseverar en el seguimiento del Señor porque la gracia también pasa por una vida comunitaria hecha de amor fraterno en una alabanza en común, descubrirnos cada uno regalo del otro, un don del Padre Dios, uno con otro. Eso es lo que hace que uno persevere.
El amor añade un extra de sensibilidad, una clarividencia desconocida. Yo recuerdo en nuestras parroquias tenemos los grupos de alcohólicos anónimos y solemos hablar con éstas personas. Había un señor que me decía, yo cuando vengo acá una o dos veces por semana en el grupo me siento reconocido, me siento como contenido, como aceptado en mi limitación, en mi deseo de cambiar, de dejar el alcohol, como perdonado, pero a veces en casa aunque mi esposa y mis hijos me dicen que me entienden y me comprenden y me apoyan, por ahí sin querer tropiezo porque después de diez o quince años de alcoholismo aunque ya no bebo me ha quedado como una especie de tara en mi cuerpo, tropiezo con algo o hago caer una copa, entonces escucho detrás mío, cuando no, después de todo lo que tomó éste borracho perdido. Y ahí donde se nota en la vida que no hubo perdón y no hubo contención y no hubo amor incondicional.
El que ha aprendido a amar vive descubriendo la belleza oculta que hay a su alrededor sintonizando con ella por su propia alegría sobre el puente y alabando en todo a su creador. Pero para poder vivir así hace falta previamente una maravillosa obra de sanación interior, para pasar por el mundo mirando el bien hace falta que previamente Jesús nos haya limpiado, bien limpiado, desde adentro, para captar la alegría de los peces decíamos hay que estar alegres sobre el puente. Alegres en el peregrinar de nuestra vida, con esa alegría que nos presenta magníficamente San Pablo:
alégrense en el Señor
y también Pablo VI aquel Papa de la alegría y de la cruz en aquel Documento Gaudes et domino alégrense en el Señor.
Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Mateo 5,8
solamente la mirada limpia puede captar la huella y el reflejo de Dios, la mirada cargada de rencor, de amargura, de tristeza, de negativismo esparce a su alrededor una sombra oscura que empaña el resplandor natural de todo lo creado.
Todo lo ven negro porque proyectan sobre todas las cosas su propia sombra, su propia oscuridad. Son como cuerpos opacos que no dejan pasar la luz sino que se presentan como una barrera entre la luz de Dios y su creación interponiendo entre ambos su mirada triste y negativa.
Pero si el Señor limpia nuestro cristal y nos hace diáfanos, resplandecientes, todo nuestro alrededor quedará iluminado porque la luz de Dios nos atravesará y transfigurará nuestro entorno ante nuestros propios ojos. Entonces todo deslumbrará como la gota de agua suspendida de una brizna de hierba que se convierte en un prisma mágico al ser herida por la luz del sol. Dice
Isaías 60 Arriba! Resplandece! Que ha llegado tu luz, sobre ti amanece Yahvé, caminarán las naciones a tu luz, te pondrás radiante y se ensanchará tu corazón
.
Y como se realiza ésta sanación? Como se limpia nuestro cristal para que a través de el se proyecte luz de Dios? Es una experiencia maravillosa y transformante. Es la experiencia por un momento de sentirse hermoso y precioso a los ojos de Dios con una belleza que no depende de nuestras obras o de lo que hagamos y que nuestros defectos no son capaces de destruir. Es sentirse amados gratuitamente por
Aquel que nos amó primero 1Juan 4,19, cuando todavía éramos pecadores Romanos 5,8
ésta experiencia profunda, globalizante de ser amado incondicionalmente, gratuitamente, es lo que algunos psicólogos definen como la experiencia de, yo estoy bien.
Un estar bien fundamental al resto de las vivencias. Me está pasando lo que me está pasando. Cuando muchas veces saludamos en algún velatorio a una persona que acaba de perder a su hijo, hija, madre o padre, lo miramos a los ojos y le decimos que el Señor te bendiga, nos miran, uno ve todavía luz en esos ojos y una frase, estoy bien. No le preguntamos como estaba y sin embargo, estoy bien, es como decir siento la presencia del Señor tan fuerte en mi, estoy bien. Esta es la experiencia del amor incondicional de Dios. Esta es la experiencia de sentirnos amados primeros gratuitamente y ésta es la pedagogía para todo bautizado.
Hacer lo mismo que el Padre, como hijo, amar primero, intentar dar un primer paso, servir primero, perdonar primero, hablar primero. En eso está la libertad interior, la felicidad, la plenitud, en eso está como anticipo la vida eterna aquí y ahora, la resurrección aquí y ahora, el cielo aquí y ahora. En repetidas ocasiones la Biblia presenta como fruto del amor del esposo la hermosura de la esposa. No es tanto que Dios ame a su esposa porque sea bella sino que es el amor de Dios el que la embellece. No es que Dios nos ame porque seamos buenos si no que somos buenos porque Dios nos ama gratuitamente en Cristo Jesús.
El se entregó por su esposa para santificarla, purificándola mediante el baño del agua en virtud de la Palabra y presentársela resplandeciente ante si mismo
sin que tenga mancha ni arruga ni nada semejante sino que sea santa e inmaculada Efesios5, 26-27
. A veces cuesta, cuesta un acto de fe el reconocer que a los ojos de Dios somos valiosos acogiendo la Palabra
Isaías 43,4 eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo
. A veces cuesta más creer en la Palabra de Dios que nos dice
Efesios 1,4 en Cristo hemos sido escogidos para ser santos y sin mancha.
Cuesta más creer en ésta Palabra de Dios poderosa que a la palabra humana que nos descubre toda nuestra miseria y fealdad y nos llena de complejos, de culpa, de defectos.
Es difícil creer que para Dios seamos como la esposa del
Cantar de los Cantares 4,7 toda hermosa eres amor mío y sin ningún defecto
. Sin embargo necesitamos creerlo y vivirlo porque esa es la verdad. La experiencia más purificadora es la de sentirnos puros y la experiencia más embellecedora es la de sentirnos bellos ante los ojos de quien nos ama. Como cambiaría nuestra vida si en lugar de andar con un sentimiento continuo de desprecio propio conciente o inconsciente y de reproches estériles nos dejásemos decir por Dios todos los piropos que el esposo del Cantar de los Cantares dirije a la esposa. Dejarse piropear por Dios, dejarse amar por Dios, dejarse seducir por Dios, dejarse mimar por Dios. Es el comienzo de una nueva relación matrimonial entre el Padre y cada uno de los bautizados, es acceder a las bodas y recibir todas las joyas que engalanan a la esposa vestida con el manto de la salvación envuelta en el manto de la integridad, adornada con sus joyas Isaías 61,10.
Al descubrir nuestra propia hermosura empezaremos a caminar descubriendo la hermosura del mundo y alabando a Dios en todo. Pero hay algo mucho más profundo, el amor no solo descubre bellezas ocultas a la mirada crítica entre comillas sino que las crea y acrecienta. La mirada del amor hace pasar del no ser al ser. Hay partes de nuestro ser congelados, mutilados, hay parte de nuestro ser psicológico, afectivo, volitivo, intelectual entumecido por el frío, por la oscuridad, por la indiferencia de los demás que se encuentran esos miembros atrofiados en nuestra vida y que dentro del plan y del proyecto del Padre Dios creador estaban pensados para la plenitud.
Solo al sentirse amados éstos miembros pueden volver a la vida. Hay miles de posibilidades muertas en tantas personas malvadas entre comillas a los ojos del mundo, a los ojos de los hombres o simplemente desgraciadas, sin gracia, que al toque del amor incondicional y gratuito pueden volver a la vida. Solo necesitan alguien que crea en ellos, que confíe en ellos, de verdad, sinceramente, perseverantemente.
Una palabra de alabanza que estimule nervios atrofiados, neurosis, fobias, represiones, cerrazones afectivas, prejuicios, sentirse por una vez limpios ante una mirada de benevolencia, de gratuidad. Y éste es el aporte magnífico de los cristianos a éste mundo cruel, el aporte de la gratuidad, el aporte de la libertad interior, el aporte de la incondicionalidad, de la benevolencia, el aporte de la mirada limpia, de la mirada recta, del sentimiento puro, profundo, por gracia de Dios.
Cuantas personas han sido destruidas por la crítica, la calumnia, la difamación, la ironía, la indirecta, el sentir el desprecio expresado o no por los demás a llevado a muchos a despreciarse a si mismo a veces inconscientemente, sutilmente. El hielo del desprecio ha llegado a adherir a congelar sus miembros sobre todo su capacidad de ser espontáneo, comunicarse, su capacidad de dar afecto y de recibir afecto, de ser compasivo, misericordioso, tierno, alegre y solamente el aprecio mostrado por palabras cálidas de alabanza podrán devolverle la vida y la esperanza.
Por eso cuando leemos
Lucas 1,44 apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo saltó de gozo el niño en mi seno
la voz acariciante de mamá María en su saludo puede hacer hoy estremecerse de lo más íntimo a tantas personas que nunca se han sentido acogidas, apreciadas, reconocidas y hacer saltar de gozo interiormente esa criatura que aun no ha nacido. Ese niño interior que tenemos todos dentro y que está ahí replegado, reprimido. Esas posibilidades de nuestro ser que no han tenido aun la posibilidad de abrirse y desarrollarse.
Apenas llego a mis oídos la voz de tu saludo salto de gozo el niño en mi seno Lucas 1,44
la voz acariciante de María. Esta sería para mi la síntesis de la semana para que te quede en tu corazón. La voz acariciante de María en su saludo puede hacer hoy estremecerse desde lo más íntimo. También a voz esa voz de María q hace saltar de gozo al pequeño Juan Bautista, también puede hacer saltar de gozo ese niño que tienes dentro.
Los psicólogos modernos dan mucha importancia a las caricias como manara de hacer llegar a la madurez afectiva. Uno de los grandes problemas de hoy día es la inmadurez afectiva en muchos y la prolongación de la adolescencia como etapa irresponsable y de desequilibrio. Esta etapa post modernista y light provoca una prolongación de la adolescencia a veces hasta los 30 años, los 40 cuando no más también y también un desequilibrio afectivo que se manifiesta en una incapacidad en relaciones estables con los demás no solamente en el noviazgo y el matrimonio sino también en las relaciones humanas, en la comunidad, en los grupos, en la vida de fe , comunitaria, eclesial.
Entonces algunos psicólogos modernos dicen que las caricias son una manera de hacer llegar a la madurez afectiva justamente en éste tiempo donde hay una hiperinflación de demostración de afecto que no siempre es justamente demostración de afecto sino una manera muy egoísta o individualista de buscar un palenque para rascarse como dice el Martín Fierro.
Dice algún psicólogo que un niño muy acariciado lleva un buen camino para ser un hombre feliz. Por el contrario los niños desprovistos de la estimulación, de las caricias son niños retraídos, agresivos, sin capacidad de afecto. Hay personas muy acariciantes que pasan por la vida con palabras y gestos amables que equivalen a caricias. No estoy hablando de una cosa acaramelada tipo flan, estoy hablando de un amor maduro que se manifiesta en buscar siempre el bien del otro, no solamente en palabras y caricias sino en servicio y entrega. Un saludo cariñoso, un regalo, un recuerdo, una carta, una felicitación de cumpleaños, una palabra de alabanza, a la manera de vestir, a los peinados, a la charla del profesor, a los exámenes, son simples estímulos que inyectan alegría, optimismo y deseos de vivir.
Pensemos un momento en casa cuantos momentos de estímulos nos damos, vos le decís a tu mamá o a tu esposa que rica está la comida, que bien te salieron los tallarines o le decís a tu marido que bien te queda esa camisa con la corbata al tono o que linda las flores que pusiste o a la chica que bien que arreglaste el cuarto me gusta como pusiste ese cuadro allí.
Nos faltan palabras de aliento pero en toda la sociedad. Quizás los medios masivos de comunicación social provocan al contrario una prédica que tira abajo. Los noticieros en gran medida son los vehículos de todo lo que estoy diciendo. Vivir la espiritualidad de la alabanza es pasar así por la vida descubriendo esa bondad oculta que saben descubrirla en todas las situaciones de la vida por más escondida que parezca aquellos que tienen una mirada contemplativa como la de María que descubrió en las Bodas de Caná que no tenían más vino. Una delicadeza. El que va descubriendo en mi vida y la tuya cuales son las ausencias del buen vino de la gracia y del amor de Jesús. Y descubriéndola hace aflorar y convertir el desierto de muchas vidas, desierto digo tristeza, depresión, angustia, inquietud, nerviosismo, hacen descubrir que ese desierto puede transformarse en un jardín.
Y voy a citar a un gran poeta del romanticismo, a Becker, que dice, del salón en el ángulo oscuro de su dueña tal vez olvidada silenciosa y cubierta de polvo veíase el arpa. Cuanta nota yacía en su seno como el pájaro duerme en la rama esperando la mano de nieve que sepa arrancarla. Si, hay melodías maravillosas, inéditas en toda la creación y en cada ser humano esperando una mano que sepa acariciar esas cuerdas dormidas, llamarlas a la vida y hacerlas cobrar armonía. Vivir en alabanza es vivir como una continua llamada a la vida y a la confianza en el ser, a la confianza en si mismo, a la confianza en los demás, a la confianza en Dios, confidei, poner mi fe en alguien eso es confianza. Creer con alguien, abandonarme en ese alguien, eso es confianza.
Padre Rubén Bellante
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