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La aparición de Jesús a las mujeres
viernes, 4 de abril de 2008
Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”.
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, con esta consigna: “Digan así: Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos”. Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”. Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy”.
Mateo 28, 8 – 15
Atemorizadas las mujeres pero llenas de alegría, marca como primer característica que adjetiva, lo que está pasando en el corazón de quienes se han encontrado con un acontecimiento sumamente sorprendente, cuando van a visitar al muerto que está sepultado en este nuevo sepulcro, donde fue dejado Jesús, las mujeres padecen de esta conmoción, no pueden creer lo que han contemplado, temblor de la tierra, la piedra ha rodado por la acción de un ángel que bajo del cielo, la piedra que cubría el sepulcro. El aspecto del ángel dice la palabra unos versículos antes de los que hemos compartido recién, era como de un relámpago, las vestiduras eran blancas como la nieve, los guardias que cuidaban aquel lugar, quedaron como muertos, y la voz del ángel anunciaba, “Yo sé que ustedes buscan al crucificado, no esta acá, ha resucitado como lo había dicho, vayan a decirle a los discípulos que en Galilea lo verán.
Esta conmoción que bien la describe Mateo, es una mezcla de alegría grande y de sacudón interior, que atemoriza, hace que las mujeres poniéndose en marcha, vayan como muy decididas y así mismo tiempo como muy interiormente sacudidas por el camino a decirle a los discípulos. Mientras emprenden este peregrinar, Jesús en persona, digámoslo así, sobre llovido mojado, Jesús en persona se aparece con la misma indicación, que vayan los discípulos a Galilea. Previamente ellas quieren como quedarse abrazadas a la gracia de la resurrección. Y el Señor que indica, el hacia donde tienen que encaminarse, hacia Galilea, porque abrazarse a la gracia de la resurrección será posible si los discípulos se reúnen todos en el lugar primero del encuentro, cerca del mar, allí donde, aconteció la primera llamada, allí donde muy cerca, Pedro en su casa, vivía junto a los discípulos y a Jesús, el centro de operación para la gran misión, de esos años de proclamar junto al maestro la buena noticia, la buena nueva de la llegada del reino.
Galilea representa el primer amor, la vida en común, es el lugar de lo cotidiano. Abrazarse a la gracia de la resurrección, es volver a Galilea, en la vida de cada uno de nosotros hay una galilea; una Galilea que la hacemos presente cuando la memoria verdaderamente agradecida, nos pone en contacto con aquellos rasgos de nuestra historia que están marcados por la vida. Y justamente en este día de la memoria nacional, queremos en el dolor de la partida de los que quisieron dejárnoslo sin nombre, los desaparecidos, vincularnos al agradecimiento por la vida vivida con ellos, y por el paso de la vida de ellos en la lucha que hayan emprendido, a favor de la búsqueda de la construcción de un mundo mejor, aún cuando esta búsqueda por momento no haya sido del todo acertada, por momento no haya sido del todo bien encaminada, por la genuina búsqueda de querer vivir en un mundo distinto.
Además cada uno de nosotros tiene la posibilidad en el día de hoy, de agradecerle a Dios el paso de la vida sobre la propia vida, vinculada a la vida misma como don recibido por parte de Dios, a la familia donde nos tocó vivir, a los amigos que compartieron una parte importante de nuestra vida, a punto tal que la dejaron marcada por su amistad, en la infancia, en la adolescencia, vincularnos a la vida en lo que tiene de proyección, cuando se reproduce, vincularnos a la vida, que supone el encuentro con Dios en lo profundo del corazón, y la certeza de que en lo más hondo de nuestro ser, y allí donde nosotros nos movemos cerca está, la palabra de Dios, en nuestro corazón, en nuestro labios y en medio de nosotros, presente por aquella determinación del mismo Dios, de no solamente involucrarse con nuestra historia, sino de instalarse en medio de nosotros, vino a poner su morada entre nosotros.
Mientras el pueblo Argentino busca en su memoria a los que ya no están, nosotros con el dolor que todo esto nos supone sobre todo cuando les han querido borrar el nombre, haciendo desaparecer, a los que murieron sin duda de manera injusta, sin un camino de justicia que determinara si su opción dentro de la sociedad y su compromiso, si sus acciones, si en algún caso hasta su mismos delitos, eran o no imputable de justicia. A estos que ya no están queremos recordarlos con el dolor que nos supone su ausencia, pero también, con el agradecimiento a Dios por el paso de la vida de ellos en medio de nosotros y también a nuestra propia historia queremos agradecidamente encontrarnos con los rasgos que la vida nos ha dejado como mensaje, es el que recupera la gracia de la resurrección. Con memoria agradecida queremos volver a nuestra Galilea, a aquellos lugares donde la vida puede más que la muerte bajo cualquiera de sus formas. Hay formas y formas de hacer memoria, apartemos el rencor, depongamos la ira, reconciliémonos con la vida en todas sus dimensiones y en todos los sentidos y dejemos que las heridas, las hondas heridas desde la justicia que se ha demorado largamente esperada por nosotros, valla haciendo su acción. Hagámosle espacio, al agradecimiento a Dios en todos los sentidos por cuanto en las Galileas de todos los modos, en la que él se ha hecho presente, la vida ha podido más que cualquier muerte.
Las mujeres van con una consigna, vayan a Galilea, y nosotros recibimos la misma vayamos al encuentro de aquello que en la vida fue lo mejor de lo vivido y lo mejor de lo compartido. Allí lo verán, allí lo encontraremos, pero además van con un espíritu, del que Jesús ha comunicado, el que nos comunica antes de dar él la consigna, que ya el ángel había dado antes, que vayan a Galilea. Jesús previamente antes de decirles y antes de cualquier cosa sencillamente les dice, alégrense, así saludó Jesús. Este es el espíritu que él les comunica, la conmoción, el temor y la alegría inicial cambia, el Señor va produciendo el cambio, les dice, no teman, alégrense. Nosotros también frente a la vida en más de una ocasión, tenemos temor y al mismo tiempo alegría, se nos mezclan los sentimientos, cuando esto ocurre, se produce como un corto circuito interior que podríamos describirlo como conmoción, un sacudón de vida, que enfrenta a la muerte, Jesús ante esto da la alegría, que puede más que sombras, que puede más que amenaza, que puede más que la tristeza, que puede más que el odio más que el rencor, alégrense. Hoy tiene que ser un día así para nosotros, que la memoria de los que partieron y de los cuales se quiso borrar su nombre la podamos vivir con alegría y con paz, confiando en que los caminos que hacen a la clarificación de los hechos en la justicia, es el único modo a través del cual verdaderamente el pueblo argentino podrá pacificarse frente a tanto dolor.
Afrontemos con la alegría de que verdaderamente la muerte bajo todas las formas ha sido vencida por la presencia de Dios que pone las cosas en su lugar. La Pascua es más que el sepulcro vacío, y la memoria nuestra hoy de los que partieron tiene que ser más que el recuerdo doloroso de su ausencia bajo todas las formas y bajo todos los signos de ausencia, como ha querido hacerse presente el hecho de que ya no están, como por ejemplo, este modo de estar ausente al que mal le llamamos desaparición. Jamás desaparecen de nuestro recuerdo los que partieron y por eso el vínculo con ellos, de lo mejor que la vida nos regaló junto a ellos es la forma de resucitar con los que ya no están, con los que se fueron.
Vayan a decirle a los discípulos, que se van a encontrar con Jesús en aquel lugar del primer amor, en aquel lugar familiar, cotidiano, de ellos, el mar, la barca, la pesca, la casa de Pedro, el primer llamado, la travesía misionera, el primer reencuentro después de la misión, los milagros. Lo mismo nos dice el Señor a nosotros, vayamos a nuestras Galileas, vayamos a nuestros lugares familiares, al lugar donde la vida nos dio una caricia, brilló con su luz, nos llenó de consuelo, nos invitó a mirar hacia delante, mucho más allá de que nos hallan querido frustrar los proyectos de sueños que habían en nuestro corazón, y vayamos sin rencores, sin odio, de la mano de la justicia, pero sabiendo que no es buen camino, ni buen consejero la tristeza. Por eso el mensaje de Jesús, no vayan de cualquier forma a Galilea, que no vayan de cualquier manera las mujeres, que no vayan entre temor y alegrías, sino, alegres. Por eso Jesús a la conmoción de ellas termina por liberarla con este mensaje, alégrense, llénense de gozo y alegría.
Lo mismo el Señor para nosotros en esta Pascua, alegría y paz, la alegría y la paz van de la mano. Y este mensaje de alegría de Jesús, este alégrense del Señor, casi diría yo que es más que la noticia que ha resucitado, porque en realidad el hecho de que haya resucitado puede ser solo una noticia sino va acompañado de este espíritu que alienta el modo de ir a Galilea, al lugar del recuerdo al lugar de la memoria. Alégrense. Y uno puede preguntarse como alegrarse, como hacer para alegrarse, cuando la memoria dolorosa de los que ya no están se identifica con la estrategia ideológica de hacerlos desaparecer, querer hacerlos desaparecer. Es imposible que desaparezcan, porque permanecen en la memoria; y la verdad sea dicha, que aquí está la gran fuerza de la resurrección.
Así fue en la primera Pascua para el pueblo judío, que se abrió caminos entre el mar rojo para encontrar en medio del desierto la tierra que Dios le tenía prometida, cada vez que se encontraban en una situación difícil la memoria de aquella liberación era la que habría nuevos horizontes, y era la que permitía seguir caminando. Es un día para recuperar la memoria, pero no de cualquier modo, sino en este espíritu en el que Jesús nos invita a hacer memoria, que vayan a Galilea. Galilea es el lugar de la memoria, allí me van a ver, me van a encontrar quiere decir Jesús en la medida en que vuelvan sus pasos sobre lo ya vivido con gozo, paz y alegría. Vayamos no de cualquier modo al encuentro de los que ya no están, sino con la memoria agradecida, y dejándonos llevar por la fuerza de la memoria agradecida con alegría. Busquemos poner en orden desde la justicia, un tiempo que ha dejado demasiado dolor en el corazón de nuestro pueblo.
Muchos de los que ya no están y se fueron, de los cuales hacemos memoria particularmente, dolorosa y al mismo tiempo llena de alegría, fueron jóvenes y esto es lo que nos alegra, jóvenes, no por el hecho de ser jóvenes nos alegramos sino, porque eran jóvenes con ideales, con búsquedas, con sueños, con ganas de verdaderamente terminar con un modo de vivir el mundo y querer comenzar a vivir de una manera distinta. Es verdad que puede haber errores, y de hecho lo hubo en algunas metodologías de búsqueda, de querer implantar un nuevo mundo, pero eso en su diferencia y aún en su error, no se combate haciendo querer desaparecer sus nombres. A llenado de tristeza y también instaló el miedo este estilo de borrar las diferencias, desde la edad juvenil, marca a las generaciones que vienen en el futuro, como diciéndoles, no se puede soñar, como queriéndoles decir no se puede esperar en algo distinto y en todo caso, si alguien sueña o espera en algo distinto, sepa qué le toca, le toca que desaparezca, le toca la muerte.
Este miedo va de la mano de la tristeza. Es muy triste este mensaje instalado en el corazón de la sociedad, debe resolverlo nuestra sociedad, tiene que resolver este mensaje, Es una gracia que nosotros estemos participando del día de la memoria nacional de aquellos que quisieron hacer desaparecer, pero que están instalados en el corazón de nuestra patria, que lo estemos celebrando el lunes de la Pascua, el lunes de la octava de la Pascua; porque en este lunes de octava de la Pascua, justamente lo que Jesús viene a quitar del medio, es el miedo y la tristeza. Hay un lugar donde esto se resuelve, en la resurrección. La resurrección es el mensaje que termina con la muerte, y el pecado bajo todas las formas en que éste se haya presentado. La resurrección comienza a poner las cosas en su lugar.
El camino de la resurrección que Jesús abre, deja abierta para adelante por fuerza de liberación, todo obstáculo que pueda haber en la búsqueda verdadera de la construcción de un tiempo mejor. Es esta liberación de los lugares oscuros de la propia vida y de nuestra historia, donde el Señor quiere trabajar para que la memoria sea a nosotros una fuerza de construir lo que vendrá, fuerza que nace de la esperanza. La memoria y la esperanza van de la mano, la memoria agradece el tiempo que pasó, lo agradece porque sabe que lo que pasó está lleno de vida y la vida aún cuando la quieran aniquilar, jamás será vencida. Claro lo podemos decir desde esta experiencia, de gracia, que supone el saber que el señor Jesús de Nazaret, hace dos mil años, y cada vez que con él celebramos la Pascua, viene a repetir aquel triunfo sobre la muerte y el pecado.
Esto termina con el miedo y la tristeza, el miedo paraliza, la tristeza incapacita para emprender el camino. Alégrense dice Jesús, y con este mensaje de alegría viene a desenmarañar, a desentrañar, a desenredar, a quitar del corazón mismo de la sociedad Argentina, el miedo que se instaló y la tristeza que impide mirar hacia delante. La memoria, la memoria que somos invitados a ser, desde este lugar, donde se propone un modo de hacer memoria, es lejos del rencor, lejos del odio, de la mano de la justicia, pero por sobre todas las cosas, en el agradecimiento por el paso de la vida, que son sueños, que son ideales, que son modos de pensar y de buscar construir un mundo distinto.
Cuando esto se da en la edad joven, la memoria de los jóvenes está llena de vida y pone mucha vida en el camino de nuestra sociedad Argentina, que no encuentra modos de terminar de reconstruir su pasado, que no encuentra modo de terminar de rearmar por eso tampoco su futuro. Cuando la memoria se hace agradecimiento, y en ese agradecimiento se busca la forma de poner las cosas en su lugar. Cuando se hace agradecimiento de la mano de la justicia, entonces el pueblo va encontrando el modo de abrirse un camino, tiene futuro porque se libera del miedo y se llena de alegría. Los jóvenes que se fueron, por el solo hecho de haber soñado con un mundo distinto, por el anhelo de querer comprometer su vida con gesto de compromiso, solidario, por el hecho de haber buscado un modo distinto de hacerlo, ya dado merece nuestro agradecimiento. Sea que en esa búsqueda haya habido o no errores, sea que en esa búsqueda haya habido o no aciertos, lo importante es que su sueños, sus ideales, sus búsquedas, sus luchas, sus anhelos, su ímpetu, su fuerza, no se pierdan; este país deprimido en un montón de situaciones que hoy nos pone en frente a encontrar las rutas cerradas. Este país necesita abrir caminos y no va a terminar de abrir caminos, si no encuentra un lugar adecuado, justo, con una actitud madura, de cómo resolver esta herida; que según el documento nunca más, está instalada numéricamente en treinta mil que ya no están y que no tienen porqué no estar, nada justifica que no estén.
Las aspiraciones, las búsquedas, los anhelos, los deseos en el corazón juvenil, donde la vida en todos los sentidos, espiritual, física, psíquicamente, va como queriendo explotar, necesita ser contenida mas que combatida y si algo tenían aquellos jóvenes que ya no están, igual que los jóvenes de ahora, que los tenemos con nosotros, es eso por el mismo hecho del proceso de crecimiento de la vida, para que los jóvenes de hoy encuentren rumbo y para que la sociedad de hoy encuentre rumbo hay que corregir aquel otro rumbo que perdimos nosotros cuando aquellos que soñaban, anhelaban, esperaban y buscaban construir un mundo distinto, le mocharon esos sueños, por el ejercicio de un poder indiscriminado y por el establecimiento de una ideología de muerte que se instalo en medio de nosotros.
Esa ideología de muerte, necesita que se la enfrente con una memoria agradecida que es gracia de resurrección, que vence la muerte y por eso el lugar que proponemos desde la catequesis es el lugar de la memoria agradecida, rescatar el don de la vida, bajo todas las formas en que se expreso en la vida de la construcción de algo distinto.
Esta memoria agradecida va como la pascua, progresivamente ganando el corazón oscuro de una Argentina que hasta que no resuelva este problema, no va a poder salir de su sepulcro, y no va a encontrar sino sombras alrededor suyo.
La pascua es así, es gracia de progresividad. La pascua sigue la ley de la progresividad. Jesús contundentemente, hasta la conmoción, anuncia el don de la pascua, pero sabe que el corazón humano que permanece en las sombras y no se anima a dar el paso sobre el lugar de la luz, tan rápidamente, necesita poco a poco ir entrando en calor, porque el ser humano en su proceso de crecimiento vital va haciendo este camino de crecimiento en tiempos. La pascua que se emparenta con la realidad histórica nuestra, también poco a poco y progresivamente va regalando su luz. Para nosotros la luz que regala en el día de hoy es del agradecimiento, de la vida, de los que no están sin razón para que no estén.
La pascua va ganando la luz del corazón de los discípulos, va llenando de luz mejor dicho el corazón de los discípulos, los que han quedado golpeados por los efectos escandalosos de la muerte, al igual que nuestro pueblo. Es escandalizante mientras van saliendo mas a la luz las torturas, las cárceles clandestinas, los abusos que se ejercían sobre las mujeres, la entrega de los niños que nacían en la clandestinidad a familias donde se los ubicaba, apartándolos de las madres a las que asesinaban, escandaloso, la muerte siempre es escandalosa, pero cuando ocurre así, bajo el signo de la injusticia, de la injusticia que se ejerce por la diferencia, por ser distinto, cuando es así no queda otra que , bajo la mirada clara de la luz que brillaba también en esos lugares clandestinos, la luz de los sueños que no se podían apagar de cualquier manera, aparezcan de nuevo en medio de nosotros.
Aquellos que habían quedado escandalizados por el golpe de la muerte injusta de Jesús, poco a poco el Señor lo va sacando, se hace peregrino en el camino, se hace pescador en la orilla del lago, se aparece en medio de ellos y le dice “soy yo muchachos, no soy un fantasma, miren aquí tienen mis manos, acá esta mi costado abierto, estos son mis pies traspasados por los clavos.
La palabra dice en el libro de los Hechos de los Apóstoles que la aparición de Jesús, la manifestación de la vida en medio de la comunidad ocurrió a mas de 500 personas. Así también en este tiempo de Pascua y en este día de memoria el Señor quiere llenar de luz el corazón de nuestro pueblo con alégrense, alégrense porque la muerte bajo las formas en las que ha estado presente ya no está y vayan y díganlo y vayan y multipliquen este mensaje.
No hay forma de justificar la muerte, esto esta diciendo Jesús, no hay modo de que la muerte venga a tener la última palabra. La última palabra la tiene la alegría de la resurrección. Esta la van a encontrar en la memoria, cuando se hace agradecimiento por la vida, en este caso, en el caso nuestro, de los que ya no están y nos dejaron sus sueños, nos dejaron su ímpetu su alegría, su búsqueda, su lucha, su pensar.
Que sea la memoria agradecida por la vida de los que no están lo que nos quede en el corazón hoy y a partir de allí podamos construir verdaderamente el tiempo que vendrá, cuando Jesús dice vayan a Galilea, está invitando a esto, a la memoria agradecida.
Padre Javier Soteras
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