La ciudad

miércoles, 9 de octubre de 2013
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07/10/2013 –  El diccionario la define como "población grande". Sinónimos: urbe, capital, metrópoli, localidad.

"Para el emplazamiento de una ciudad se tenían en cuenta algunos requisitos fundamentales: a fin de que la ciudad pudiera ser bien defendida se la situaba en lo posible en un lugar alto, en un monte o promontorio. Antes de la invención de los acueductos se ubicaba el asentamiento cerca de un río, pero en Palestina, preferentemente se eligió una fuente natural que proveyera de agua corriente; y se prefirió que los caminos que la circundaban fueran, en lo posible, rutas comerciales". (R. Pietrantonio, Itinerario Bíblico II, Ed. La Aurora)

En las ciudades se encontraban mercados, talleres de oficios, pozos de agua y templos. En las ciudades de estilo grecorromano el santuario comprendía también el gimnasio y el teatro, y en algunos casos, un estadio para espectáculos.

En el mundo bíblico, la ciudad "es el lugar habitacional permanente, en el que conviven personas que se dedican a tareas preferentemente no-rurales. En la antigüedad era normal que las ciudades fueran rodeadas de murallas para protegerse de los ataques enemigos. Es símbolo de la agrupación de personas que comparten la misma vida.

En las tradiciones bíblicas la ciudad es considerada de manera negativa. Se la asocia con el pecado. " (Luis Rivas, Diccionario de símbolos y figuras de la Biblia, Ed. A.MI.CO)

 

Las murallas poseían puertas y torres.

 

En la mesopotamia asiática, cada ciudad tenía su dios tutelar, o sea, su deidad protectora. Marduc era el dios de Babilonia, Enki de Eridu, y Assur lo era de la capital asiria. En América, Cusco era la ciudad de Viracocha, y Teotihuacán de Quetzacóatl.

Yavé es el Dios tutelar de Jerusalén desde la época de David (2 Sam 6) y en textos de la época persa se lo llama "el Dios que está en Jerusalén".

 

 

 

SIMBOLISMO DE LA CIUDAD EN LA BIBLIA

 

Los antepasados del pueblo de Israel eran pastores nómades. Por eso, para ellos la ciudad tenía un simbolismo ambiguo.

 

* La ciudad era “sospechosa” para el nómade, representaba un peligro. Allí estaba concentrado el poder, simbolizado en el rey, su corte y el ejército. Esto significaba tributos que pagar y el servicio militar obligatorio en caso de que el rey se encontrara en peligro.

“El Génesis, después de oponer la vida pastoral de Abel a la vida agrícola de Caín (Gn 4,2), atribuye a éste la fundación de la primera ciudad, a la que dio el nombre de su hijo Henoc (juego de palabras con el término, que quiere decir “dedicación”: Gn 4,17). Pero sólo después del corte marcado por el diluvio asistimos a la fundación de las grandes ciudades, alrededor de las cuales se organizan los imperios mesopotámicos (Gn 10,10 ss). Los antepasados de Abraham vivían en su territorio (Gn11,31). Pero en la época de los patriarcas la vida pastoril es esencialmente nómade o seminómade, al margen de las ciudades de Canaán. Durante la estancia en Egipto, las ciudades construidas por los hebreos esclavizados son fortalezas egipcias (Ex 1,11).” (X.L. Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica).

 

* La ciudad también tiene un simbolismo positivo, como lugar de descanso en el camino, de refugio y protección. Así la ciudad presenta imágenes femeninas, y el cerco de sus murallas se asimila al útero materno, en cuyo interior los habitantes moran en paz.

 

Isaías 66

6 Una voz retumba desde la ciudad,

6 una voz sale del Templo:

6 es la voz del Señor que retribuye a sus enemigos.

6 7 Antes de las contracciones, ella dio a luz;

7 antes de que le llegaran los dolores,

7 dio a luz un hijo varón.

7 8 ¿Quién oyó jamás algo semejante,

8 quién ha visto una cosa igual?

8 ¿Se da a luz un país en un solo día?

8 ¿Se hace nacer una nación de una sola vez?

8 Pero Sión, apenas sintió los dolores,

8 ha dado a luz a sus hijos.

8 9 ¿Acaso yo abriré la matriz

9 y no haré dar a luz?, dice el Señor.

9 ¿Acaso la voy a cerrar,

9 yo que hago nacer?, dice tu Dios.

 

9 10 ¡Alégrense con Jerusalén

10 y regocíjense a causa de ella,

10 todos los que la aman!

10 ¡Compartan su mismo gozo

10 los que estaban de duelo por ella,

10 11 para ser amamantados y saciarse

11 en sus pechos consoladores,

11 para gustar las delicias

11 de sus senos gloriosos!

11 12 Porque así habla el Señor:

12 Yo haré correr hacia ella

12 la paz como un río,

12 y la riqueza de las naciones

12 como un torrente que se desborda.

12 Sus niños de pecho serán llevados en brazos

12 y acariciados sobre las rodillas.

12 13 Como un hombre es consolado por su madre,

13 así yo los consolaré a ustedes,

13 y ustedes serán consolados en Jerusalén.

13 14 Al ver esto, se llenarán de gozo

14 y sus huesos florecerán como la hierba. (Is 66,8-14)

 

Jerusalén:

Etimologías: * fundación del Dios Salem

                   * ieru – shalom: ciudad de paz

                   * en árabe "Al Quds" la santa

Antigüedad: 1900 años a.C. Conquistada por David alrededor del año 1000 a. C. Se destaca en ella la colina Sión.

 

Como lugar de peregrinación y reunión del pueblo, Jerusalén recibe con alegría a las multitudes de creyentes en las grandes fiestas. Así se canta en el salmo 122:

 ¡Qué alegría cuando me dijeron

 vamos a la casa del Señor;

ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén!”.

 

Jerusalén es la ciudad donde Dios habita, y donde está el tribunal de justicia. Los profetas le anuncia a la ciudad un futuro donde todos sus habitantes serán justos y gozarán de seguridad. Será el lugar de reunión de todas las tribus (Is 60,4ss), e incluso de los extranjeros (Is 55,6-7).

 

También Jesús, durante toda su vida, participó de las procesiones a Jerusalén para las grandes fiestas (Lc 2, 22; 2,41-50; Jn 11,55-57).

 

El libro de los Hechos de los Apóstoles muestra el itinerario evangelizador desde Jerusalén, centro del mundo judío, hasta Roma, centro del mundo pagano. Importantes ciudades del mundo grecorromano son evangelizadas en este período: Antioquía, Corinto, Atenas.

 

El libro del Apocalipsis finaliza con la visión de la nueva Jerusalén, engalanada como una novia, que se encuentra con Dios.

 

1 Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. 2 Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. 3 Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará con ellos y será su Dios. 4 Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó».

10 Me llevó en espíritu a una montaña de enorme altura, y me mostró la Ciudad santa, Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios. 11 La gloria de Dios estaba en ella y resplandecía como la más preciosa de las perlas, como una piedra de jaspe cristalino. 12 Estaba rodeada por una muralla de gran altura que tenía doce puertas: sobre ellas había doce ángeles y estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel.

1 Después el Ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero, 2 en medio de la plaza de la Ciudad. A ambos lados del río, había árboles de vida que fructificaban doce veces al año, una vez por mes, y sus hojas servían para curar a los pueblos.   (Párrafos de Apoc cap. 21 y 22).

 

"Como ocurría en las ciudades helenistas, tampoco el centro de la nueva Jerusalén está ocupado por el área del templo, sino por una avenida principal dedicada a procesiones, comercio y discurso público. Sus ciudadanos tienen capacidad de gobernar, pero este gobierno no consiste en dominar a los demás, sino en promover la autodeterminación. Su vida es sagrada como la de los sacerdotes. La ciudad ideal de Dios no es sólo una ciudad universal e incluyente, con una población integrada por gente de todas las naciones, sino también un lugar magnífico y hermoso, que refleja el brillo del oro y de las perlas, de los tesoros de los reyes y de las naciones. En la ciudad de Dios, la vida está libre de injusticias y vicios, de maldiciones y de los poderes demoníacos del "mar". Ya no habrá en ella lágrimas, gritos, dolor, desgracias, hambre, sed o muerte. Aunque sigue habiendo "adentro y afuera" las puertas de la ciudad de Dios permanecen siempre abiertas. " (Ricardo Foulkes, Apocalipsis, Comentario Bíblico Latinoamericano, Ed. Verbo Divino)