La comunidad, signo de vida, testigo de resurrección

martes, 25 de enero de 2011
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“Las comunidades deben ser una prueba viva de la esperanza que vence el mundo, sin miedo,  felices. A través de sus comunidades Jesús continúa su Misión.  En nuestra comunidad, ¿somos concientes de esta tarea irrenunciable?”

Marcos 16, 15-18

   
    “Por último se apareció a los once discípulos mientras comían y los reprendió por su falta de fe y por su dureza para creer a los que lo habían visto resucitado y les dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará, el que se niegue a creer será condenado. Estas señales acompañarán a  los que crean en mi Nombre. Echarán demonios y hablarán nuevas lenguas, tomarán con sus manos serpientes y si beben algún veneno no les hará daño. Impondrán las manos sobre los enfermos y quedarán sanos”    

Oración inicial
Vamos ya a ser misioneros,
Vamos ya a evangelizar,
Para toda la familia,
La Misión Continental.

Vamos ya a ser misioneros,
Vamos ya a evangelizar,
 Hoy va a tocar tu puerta,
La Misión Continental.

Es la Iglesia Misionera,
Que en América da a luz
Misioneros permanentes,
Misioneros de Jesús.

A llevar la Buena Nueva
Revestidos de la Paz
La misión es compartida,
Los carismas unirán.

Te quedaste con nosotros
En el vino y en el pan.
Tus palabras son de Vida
Y eres signo de unidad.

Hoy tu Iglesia sale al mundo
Para hablar con la verdad
Van discípulos alegres
Misioneros de la paz.

La familia misionera
Sacerdotes, laicos
Con el papa y los obispos
Con María nuestra Madre
Los esposos y los niños,
Con los jóvenes y ancianos,
Las parroquias y los fieles,
Con los pobres y alejados,
Defensores de la vida,
Defensores de la paz.

Que el Espíritu Santo suscite, Él, l que es el Dios Todopoderoso, que gobierna el tiempo, el cielo y la tierra, escuche permanentemente la oración de su pueblo y haga que los días de nuestra vida se fundamenten en su paz. Amén

Hoy es un día muy especial ya que la Iglesia recuerda la conversión de San Pablo. La Sagrada Biblia en Hechos, capítulo 9 narra la conversión de San Pablo. Primero vemos a Saulo como el gran perseguidor de los discípulos de Jesús, su deseo era ponerlo preso: “Y sucedió que yendo de camino a Damasco, de repente lo rodeó una luz venida del cielo. Cayó en tierra y oyó una voz desde el cielo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El respondió ¿quién eres Señor? Y oyó que le decían: Yo soy Jesús a quién tu persigues. Pero ahora levántate, entra en la ciudad y allí te dirán lo que tendrás que hacer. Todos los que iban con él, los que se habían detenido, habían quedado mudos de espanto pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin comer, sin beber. Había en Damasco un discípulo. Jesús llamando a Ananías el Señor le dijo en una visión que fuese en busca de Saulo. Ananías entró en la casa donde se encontraba, colocó sus manos sobre la cabeza y le dijo: Hermano Saulo me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías y me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Al instante recobró la vista, se levantó y fue bautizado, tomó alimento y recobró las fuerzas y enseguida se puso a predicar  a favor de Jesús. Saulo se cambió el nombre por el de Pablo”.
La conversión de San Pablo es un ideal para todos y cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llene Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras, al apostolado. Si lo que busco es agradar a la gente no seré siervo de Cristo.
Qué lindo poder saludar  a todos los que tienen la obra magnífica de mirar a Pablo y tener ese corazón inmenso de salir al encuentro de Jesús de una manera tan maravillosa después de su conversión. Dejar la vida vieja para ser un hombre nuevo. Dejar todo aquello que lo ataba. Por eso reconocemos  la obra de la librería San Pablo, cuántas personas que trabajan, sacerdotes, laicos, y esa misión que tienen de evangelizar por los libros para que tengan en cabecera un buen libro para poder anunciar y proclamar la Palabra de ese modo.

Hoy tenemos una mañana muy rica para el diálogo, para compartir sobre estas palabras tan bellas que de alguna manera tienen una continuidad con lo que veníamos hablando ayer de este evangelio también del anuncio. Podíamos preguntarnos cada uno de nosotros en este tiempo como nuestra familia eclesial estamos viviendo, sintiendo la presencia viva y amorosa a la cuál has sido invitado, llamado por Jesús. Son muchas las maneras  de consagrarse pero cada bautizado tiene una misión de embellecer, de ir al encuentro del otro, de compartir su carisma, de reconocer que Cristo ha seducido, ha llamado, y con el poder del Espíritu Santo te da discernimiento para caminar en su presencia. Entonces, busquemos que hay en nuestro ser que nos anima, que nos motiva y si es verdad que alguna vez hemos sido llamados hombres de poca fe es porque hemos buscado a veces nuestro interés y  no hemos revisado lo que la Iglesia nos dice de nosotros mismos, lo que somos, cuál es el camino que debemos seguir. Por eso la iglesia ayuda a discernir. Iglesia somos todos pero tenemos autoridades, una Iglesia Jerárquica, una Iglesia donde hay responsabilidades compartidas, una Iglesia dinámica, una Iglesia que tiene ese llamado a grandes responsabilidades que es conducir las almas de Dios, es conducir a las personas para el Reino de Dios.

Testimonio del padre Juan: Cuando yo he sido llamado a la vida religiosa, a la vida de la Iglesia, primero era un muchacho que miraba el mundo con lo que se solía hacer en la casa. A partir de los siete años mi madre me dejó en una familia y yo miraba el trabajo, miraba lo que era la responsabilidad, la siembra, miraba el hacer la soda. Un amigo, hermano de la familia en la cuál estaba era mecánico, y así empecé a mirar esta gran dimensión de ser un empleado en la familia desde muy pequeño y no tuve tiempo para decir papá o mamá porque no los tuve y mi madre, que estaba en el mismo pueblo tenía sus obligaciones y trabajaba de otro modo. Con el correr del tiempo mi madre trabajó en una parroquia en la cuál pude terminar el secundario y mi gran tarea para vivir, sobrevivir, para mi alimentación, dar de comer a los chanchos y a los conejos, esa era mi tarea y los sacerdotes eran alemanes, las religiosas también, ellos trabajaban en mi pueblo, y me impactaban la alegría con la cuál recibían a la gente, sea rica, pobre, y con el deseo inmenso de salir al encuentro a los lugares más lejanos, y eso me impactaba, miraba. Ya siendo más grande, 17, 18, hice la confirmación y escuchaba lo que significaba ser sacerdote, laico, casi no entendía todavía. Conocí de grande al Señor en ese aspecto, y un día, ya con mi hermano menor y mayor habíamos hecho una casa de adobe con chapa arriba y también adornando un poco adentro con machihembre, y me dicen venite a vivir a la casa. Me fui a la casa, estábamos los tres hermanos, el mayor a punto de casarse, y un día, después de un partido de fútbol voy a la parroquia a buscar la llave de la casa porque mi hermano la había dejado allí en la parroquia y entonces entro y silenciosamente, estaban haciendo oración un grupo carismático y como estaba con los botines intenté entrar silenciosamente para no hacer ruido porque los veía haciendo oración tan profundamente, tan impregnados, y me estaba acercando a mi hermano para decirle que me diera la llave y en ese instante quedé atrapado con las palabras que decían, escuchando con atención, cuando caí en cuenta estaba con ellos haciendo oración. Ese fue el primer impacto. Después dejé que se enfriara, un tiempo pasó, me fui a estudiar a agronomía, mi madre había fallecido. En Sucre, cuando estaba estudiando agronomía los fines de semana teníamos libres entonces acompañaba a otros jóvenes de una parroquia e íbamos a visitar a un asilo y sentí algo emocionante, como esa falta de manos, esa falta de miradas a los ancianos, me conmovió, sentí algo inmenso y cada vez que ida al comedor universitario pasaba por ese asilo y siempre había un llamado, y había una religiosa que decía: No tenemos sacerdote para la misa. Y empezaron algunas cosas a volver de mi adolescencia y juventud a tocarme el corazón, y esos destinos de la vida, vine a Mendoza de vacaciones, porque mi hermano mayor se daba cuenta que entraba al seminario y había hecho algunos cursos, mi hermano el menor estaba en el seminario ese año y había como una familiaridad en el Seminario San Cristóbal en Sucre, y entonces había algo que pasaba por mi corazón que me faltaba e hice algún discernimiento para entrar en el año 1986 al seminario de Bolivia, Sucre, y cuando viene a Mendoza a visitar a mi hermana de parte de madre, en mi corazón latía: Si los curas alemanes dan la vida por los bolivianos como yo no voy a dar la vida por mis hermanos mendocinos y bolivianos, dije así, y en ese ir y venir decía “prefiero perder una novia y ganar muchas almas para el Señor” pero parecía todo un sueño de un adolescente, sin embargo por dentro venía trabajando el Señor y ahí es cuando conocí muchas realidades y dije, si algún día no vuelvo a mi país es porque me quedé volando como el cóndor por las cumbres nevadas y desde ahí ver a mis hermanos bolivianos y argentinos cantando, bailando, con quenas, charango, guitarra. Una expresión muy linda de un sacerdote Tarsisio Rubi, me la apropié y dije: Señor, tu llamado es verdadero.

Vamos a entrar  a nuestro primer bloque a compartir con el evangelio de hoy que nos invita a ver cuáles son las señales que acompañan el anuncio de la Buena Nueva. Vemos a Jesús que se aparece a los once discípulos y los reprende por no haber creído en las personas que decían haberlo visto resucitado. De nuevo Marcos se refiere  a la resistencia de los discípulos de creer en el testimonio de quienes experimentaron la resurrección de Jesús. ¿Por qué será? Probablemente para enseñar dos cosas que se me ocurren. La primera, que la fe en Jesús pasa por la fe en las personas que dan testimonio de el. Cuántas personas que hemos escuchado hablar de que el Señor los ha sanado cuando ya los médicos no daban ninguna esperanza, y de estas tengo muchas para contarte pero tendríamos que estar toda la mañana. En segundo lugar, que nadie debe desanimarse cuando la falta de fe nace en el corazón, hasta los once discípulos tuvieron dudas, y nosotros, a veces nos ahogamos en un vasito de agua. Pero enseguida Jesús les da la misión en medio de éste ámbito de anunciar la Buena Nueva a toda criatura. La exigencia que plantea es ésta: Creer y ser bautizado.  A los que tienen el valor de creer en la Buena Nueva, que son los bautizados, Jesús les promete la siguientes señales: “echarán demonios, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos serpientes, y si beben algún veneno no les hará daño” y esto acontece hasta el día de hoy. Cuántos de los hermanos nuestros que hemos conocido, misioneros que gastan la vida en otros continentes, la misión ad gentes, también siguen, tanto sacerdotes como laicos, haciendo esta Buena Nueva, pero también estamos llamados nosotros a esta Misión Continental a renovar nuestra Iglesia, a transformar nuestra Iglesia, pero no es solamente para los sacerdotes, religiosas sino todos los bautizados estamos llamados justamente a ser protagonistas en esta misión. ¿Y cómo es que nos va a acompañar con estos signos tan poderosos? Recuerdan ustedes a San Antonio de Padua que le dieron a beber veneno y no le hizo nada, y se quedaron todos asombrados, y esto que llaman las misas carismáticas o las misas animadas por la renovación carismática cuando el sacerdote ungido hace imposición de manos y cuánto transforma, ayuda, motiva. Son las mismas manos consagradas que el Señor ha confiado a una persona, y si esa persona está ungida, crecida, amada por el Señor y por su comunidad, cuánto bien que hace.  Y ahí no sólo la imposición de manos sino también cuando un sacerdote sale al encuentro del enfermo, del débil con la unción, con la oración. Y con el tema del don de lenguas, esto que estamos escuchando hablar en nuestro lenguaje, en nuestra lengua y la Iglesia se hace protagonista de la Buena Noticia, del anuncio. Ya recordamos recién cuando en la conversión Pablo empezó una nueva vida pero también ha recibido la imposición de manos con Ananías, recuerdan, fue a imponerle las manos para devolverle la vista. Qué maravilla cuando uno siente que Dios sigue tocando, siente que Dios sigue llamando.
Si reflexionamos en torno a la conversión de Pablo y al envío que nos hace Jesús en el evangelio de hoy de anunciar la Buena Nueva podríamos preguntarnos: ¿Estamos realmente convertidos? ¿Conocemos a Jesús, creemos en Él y estamos dispuestos a dejar nuestra vida de equivocaciones y seguirlo con todo a pesar de todo? Esta es la propuesta para esta mañana.

Cuando hablamos de que toda la Iglesia está llamada a evangelizar, e iglesia son también  los grupos de oración, los movimientos, por supuesto ahí no hay que hacer ninguna campaña para andar peleándonos, a veces en las parroquias suele pasar que quieren pescar en la misma pecera y se están peleando porque tenés que ser del grupo de Shoenstadt, o del grupo del movimiento de la Palabra, de los cursillistas, etc. Recorriendo el país, evangelizando el país, en la renovación carismática, les cuento que en Mendoza estuve a cargo del equipo diocesano de renovación carismático por seis años y a nivel regional Cuyo, tres años, y a nivel nacional, asesor, tres años acompañando a esta corriente de gracia y me di cuenta en varias diócesis en donde se suele trabajar codo a codo con la gente que ha sentido ese llamado queriendo aprender más, y justamente cuando uno habla de sanación y cómo Dios sigue sanando hoy, por ahí ha habido exageraciones por supuesto, no vamos a negarlo, pero cuando descubren que el Señor tocó la vida, lo más profundo, comienzan a dar testimonio de Jesús, por eso la fe es justamente eso, pasa por la fe en las personas que dan testimonio de él y qué profundo que esto porque salir al encuentro del otro hace tanto bien. Ustedes recuerden la visita, la misión que tuvo el padre Javier Soteras en el sur, pasó por Mendoza, cuánta maravilla cuándo uno se encuentra con la gente, sus rostros, uno empieza a vivir mejor la evangelización por los medios, embellece muchísimo, y también el padre Jamut con la renovación carismática están trabajando con esto en el sur y mañana seguramente habrá una misa grande en la Pampa, Santa Rosa, en la Iglesia Catedral, y así se va despertando la evangelización, esto que llamamos la Misión Continental, de organizarnos para la misión. Las diócesis han hecho el esfuerzo grande de seguir anunciando luego del envío de aparecida con todos, nadie queda ocioso, todos están llamados para la misión, Infancia Misionera, Catequistas, todos según el carisma. Hacelo con gozo, con alegría, esa entrega se nota en la cara cuando uno lleva la Palabra, el evangelio, con entusiasmo se nota ¿y a vos se te notará?
Vamos a seguir mirando, con Pablo, con ese hombre que hizo tanto bien, esa conversión de dejar el hombre viejo para ser un hombre nuevo, anunciador de la Palabra.

Seguimos con el Evangelio de Marcos y vamos a tocar un punto: vemos que a través de la comunidad Jesús continúa su misión, Jesús, que vivió en Palestina, y que allí acogió a los pobres de su tiempo, revelando su amor de Padre. El amor del Padre es el mismo Jesús que continúa vivo en medio de nosotros, en nuestras comunidades, a través de nosotros continúa su misión para revelar la Buena Nueva del amor de Dios a los pobres que hasta hoy acontece y nos lleva también a alabar y a bendecir su Nombre. Pero en este bloque vamos a ver como también Jesús en el evangelio de hoy nos habla de echar demonios, nos habla de combatir el poder del mal que daña la vida. La vida de mucha gente mejora por el hecho de haber entrado en la comunidad y por haber empezado a vivir la Buena Nueva en la presencia de Dios en sus vidas. ¿Qué es eso de hablar nuevas lenguas? Es comenzar a comunicarse con los demás de una forma nueva. A veces encontramos a una persona que nunca  vimos antes y que nos parece que la hemos conocido desde siempre, hace mucho tiempo, y es porque hablamos la misma lengua, la lengua del amor. En esto quisiera hacer hincapié cuando los grupos llaman, convencen a los demás del amor de Dios se tiene que manifestar de ese modo, es decir, cuántas misioneras de María que llevan la Virgen convocan, se reúnen, con tanto amor, con tanta fidelidad, alegría, y lo hacen de un modo tan sencillo, y el Señor se vale de eso para ir tocando, transformando. El veneno no hace daño, dice, hay mucha gente que envenena la convivencia, mucho sacar el cuero, que estropean la relación entre las personas. Quien vive en la presencia de Dios sale adelante y consigue no ser molestado por este terrible veneno. Miren cuántas divisiones se da a veces en la propia Iglesia y qué hablar en los grupos. A veces las comunidades se ven con algunas personas que hacen daño y no ayudan en la convivencia, al contrario, quiebran esa alegría de seguir en los grupos, en comunidad, la tristeza de ver de ese modo.
Curar a los enfermos, en cualquier rincón del mundo, donde aparece una conciencia más clara, más viva la presencia de Dios, un cuidado especial hacia las personas excluidas y marginadas, sobre todo hacia los enfermos, aquellos que más favorece la curación es que la persona se sienta acogida y amada. Cuántas personas con enfermedades terminales, cuando reciben una atención, un diálogo, un cuidado, ya están, han aceptado su enfermedad y sabemos que va a terminar así pero termina en los brazos de Jesús porque comienza en tus propios brazos, en el acompañamiento. Y a veces no podemos tolerar, pero sin embargo, cuándo uno está en la gracia de Dios es capaz de sensibilizarse, tener compasión por el otro, sentir en las entrañas.
Si miramos a San Pablo en su conversión, debemos pensar que Dios siempre obrará en nosotros para que cambiemos el camino errado. ¿Estamos atentos a lo que el Señor quiere de nosotros? ¿Somos tan duros de corazón que esperamos cosas extremas para caer en cuenta de nuestros errores? Digamos al Señor que nos vuelva más sensibles y dóciles para alcanzar la verdadera felicidad que el solo es capaz de proponernos.

Vamos a continuar reflexionando sobre el evangelio de Marcos y vemos que a través de la comunidad, Jesús continúa su Misión. Jesús, que vivió en Palestina, que allí acogió a los pobres, a los enfermos, a los débiles, y para muchos era un escándalo, porque imagínense el seguimiento que tenía, hasta hoy acontece la resurrección que nos lleva a cantar ¿quién nos separará del amor de Cristo? Lo vemos en Romanos 8, 38-39. Ningún poder de este mundo es capaz de neutralizar la fuerza que viene de la fe en el resucitado, una comunidad que quiere ser testigo de la resurrección tiene que ser signo de vida, tiene que luchar contra las fuerzas de la muerte para que en el mundo sea un lugar favorable a la vida, tiene que creer que otro mundo es posible, sobre todo aquí en nuestra América Latina en donde la vida de la gente corre peligro a causa del sistema de la muerte que nos fue impuesto. Las comunidades deben ser una prueba viva de la esperanza que vence el mundo, sin miedo, pero felices.
A través de sus comunidades Jesús continúa su Misión.  En nuestra comunidad, ¿somos concientes de esta tarea irrenunciable? Si estamos realmente convertidos, como San Pablo, ¿estamos dispuestos a entregar nuestra vida para anunciar la Buena Noticia en el lugar que nos toca vivir?

Padre Juan Miranda