La Esperanza como fuerza transformadora de la vida

viernes, 11 de abril de 2025

10/04/2025 – Desde la parroquia Soledad de María de Buenos Aires, el padre Alejandro Puiggari, inició el programa de este jueves junto al padre Marcelo Mendoza y María Eugenia Bouvier desde Santa Fe. Como invitado estuvo el padre Cristian Arévalo, quien es párroco en la comunidad Gruta de Lourdes de la diócesis de Concordia. La propuesta giró en torno a los recuerdos que la audiencia tiene de los últimos papas como parte del itinerario magisterial sobre la esperanza. Juan Pablo I y Juan Pablo II fueron los papas elegidos este jueves. “La elección de Juan Pablo Ia viví como catequista y fue una sorpresa que fuera Albino Luciani. Nos encantó su sonrisa, era un papa catequista. Para mí fue un regalo muy grande. Sus audiencias eran muy especiales y su muerte me dejó helado”, recordó Puiggari. “Juan Pablo I tuvo una catequesis muy linda de la Esperanza, realmente impresionaba. Cuando leí sobre su vida, la verdad que me encantó”, dijo.

“Juan Pablo I fue una persona apacible y tierno, en tiempos muy convulsionados”, aportó Mendoza. “Después vino como un tsunami con la llegada de Juan Pablo II. Todos supimos que se marcó un nuevo tiempo en la Iglesia”, sostuvo. “Él logró abrir muchas puertas en un mundo dividido. En el seminario me costaba bastante leer tus textos magisteriales por la profundidad de los mismos. En su concepción, la Esperanza no era un consuelo barato sino una fuerza transformadora de la vida”, indicó Marcelo. “Juan Pablo II primerió al mundo hablando sobre el Tercer Milenio. Desde el comienzo de su pontificado se supo llamado a una misión”, añadió Puiggari. “Juan Pablo II fue un pontífice icónico porque atravesó muchos cambios a lo largo de 26 años. Recuerdo cuando logró mediar en el conflicto que casi se desata entre Argentina y Chile. Tenía el simbolismo del diálogo con el mundo”, expresó Bouvier.

En el final se rezó esta oración:

María, Madre de la esperanza… ¡Camina con nosotros!

Aurora de un mundo nuevo… ¡Muéstrate, Madre de la esperanza y vela por nosotros!

Vela por la Iglesia en el mundo: que sea trasparencia del Evangelio; que sea auténtico lugar de comunión; que viva su misión de anunciar, celebrar y servir el Evangelio de la esperanza para la paz y la alegría de todos.

Reina de la Paz… ¡Protege la humanidad del tercer milenio!

Vela por los jóvenes, esperanza del mañana: que respondan generosamente a la llamada de Jesús.

Vela por los responsables de las naciones: que se empeñen en construir una casa común, en la que se respeten la dignidad y los derechos de todos.

María, ¡Danos a Jesús! ¡Haz que lo sigamos y amemos! Él es la esperanza de la Iglesia, y de la humanidad. Él vive con nosotros, entre nosotros, en su Iglesia.

Contigo decimos “Ven, Señor Jesús”: Que la esperanza de la gloria infundida por Él en nuestros corazones dé frutos de justicia y de paz.