La Eucaristía

miércoles, 14 de abril de 2010
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            Tal vez muchos nos hemos preguntado en alguna oportunidad ¿Cómo se puede explicar el hecho de que una persona que se pase buena parte de su vida comulgando a diario, recibiendo diariamente a Jesús en la Eucaristía, tenga los mismos defectos que al principio, antes de comenzar a comulgar? ¿cómo se explica que tanta gracia acumulada durante tantos años no se note, al menos de alguna manera, en algún aspecto de la vida concreta de esa persona? Esto es una cita de Castillo, que tiene que ver con la sanidad, la santidad y las integralidad de una persona.

            Ahora vamos a las estructuras sociales. Se pregunta Paoli: ¿cómo es posible que en países de mayoría católica, que tienen la Eucaristía como centro de su ritual, mucha gente piadosa, que frecuenta la Iglesia, que todos los días recibe la Eucaristía, habla de Cristo y adora a Cristo, viva indiferente ante la injusticia y la desigualdad, y más aún, contribuya con sus opciones políticas y económicas a mantener cada vez mas la desigualdad y la injusticia?

 

GL: Para tantear algunas posibles respuestas a estas dos grandes preguntas, Dolores Aleixandre, como especialista en Sagradas Escrituras, nos plantea algunos verbos

 

DA: En esta víspera de Jueves Santo podemos tomar ciertas actitudes que nos permitan mejorar nuestra acogida al Señor. Pienso que la primera actitud es “tener hambre”. La Eucaristía es una “comida fraterna” y lo primero que necesitamos para comer es tener hambre. Esto tiene que ver con un cierto estado de vigilia que tiende a mantener vivos nuestros deseos. Jesús, en el momento de sentarse a la mesa, decía “cuánto he deseado cenar en esta Pascua con vosotros”. Podríamos preguntarnos nosotros también: ¿cómo está nuestro deseo? ¿estamos satisfechos, o desganados, o en mil distracciones? ¿vamos a misa como una actividad más, sin dejar que el hambre de Jesús gane nuestro corazón?

 

GL: A veces tenemos “hambre de Dios”, pero no tenemos “hambre de hermanos”

 

DA: Donde entra Jesús, entra todo su Cuerpo místico, entran todos los hombres y mujeres del mundo. Por eso el segundo verbo sería “compartir mesa”. La mesa compartida es el símbolo de la convivencia, la reconciliación, la inclusión. Por eso Paoli dice que “la Eucaristía es la operación igualdad”. Por eso, cada vez que vamos a recibir la Eucaristía debemos ir con el deseo de que se nos amplíe el deseo de incluir, acoger, ser más para otros.

 

GL: Dice Paoli: “Existe una sola forma de glorificar a Dios: es la forma de crear comunión entre nosotros. Toda otra forma de glorificación de Dios, si no pasa por la eucaristía, es decir, por esta voluntad absoluta de compartir con los demás, de celebrar con los demás, de comprometerse para celebrar una reconciliación con los hombres, no es culto a Dios. Es una burla”.

 

DA: Estos textos sirven para movilizar nuestra vivencia eucarística, no dejar que sea una devoción más. La Eucaristía es el centro de la vida cristiana, inseparable del mandamiento del amor.

 

GL: Tal vez por la vía negativa comencemos a encontrar respuesta a estas preguntas planteadas al comienzo: quizá se comulgue sin hambre, quizá se vaya a la Eucaristía sin mesa compartida, lo cual implica tiempo compartido, conversaciones, sudores y lágrimas compartidas. Tal vez hay comunidad sin comunión…

 

DA: Quizá por eso debamos recordar un tercer verbo: recordar. Cuando Jesús parte el pan y pasa la copa, dice “hagan esto en memoria mía”. Y no es solo repetir el gesto, sino hacer lo que el gesto significa. ¿qué significa ‘partir la vida (el pan)’, ‘derramar la vida (el vino)’? Es derramar su afecto, su ternura, su tiempo, su apoyo, y también en ciertos casos su dinero. Lo hemos podido saber de santos, ver en grandes personalidades de nuestro tiempo como Teresa de Calcuta, Monseñor Angeleli, Monseñor Romero por ejemplo, y tal vez personas cercanas a nosotros tienen esos mismos gestos aún sin saberlo ellos mismos o no darnos cuenta nosotros. Por eso cada vez que el sacerdote pronuncia esas palabras de la consagración es para recordarnos que es momento de partir, derramar, compartir, vaciarse…

 

GL: en el Evangelio que narra lo de los discípulos de Emaús, que no reconocieron a Jesús, lo reconocen justamente al partir el pan. Esto tiene que ver también a la entrega, que vos asociás fuertemente al sacramento de la Eucaristía

 

DA: Y Jesús estaba sentado a la mesa junto a Judas –el traidor-, junto a Pedro –que iba a ser fundamento de su Iglesia, y que estaba a punto de negarlo, y rodeado de discípulos que lo iban a abandonar. Y precisamente en medio de esa crisis Jesús se entrega. A veces tenemos tanto temor de las crisis. La iglesia está pasando momentos de crisis por tantas historias que están saliendo a la luz como es el caso de los abusos. Todo esto nos desanima y nos hace perder esperanza. Pero es que  la historia de la Iglesia comenzó justamente en plena crisis. Cuando la esperanza estaba perdida, justo ahí,  Jesús reacciona diciendo ’aquí estoy’: esta es mi vida que se entrega. Cada uno de nosotros como parte de la Iglesia que somos, debiéramos tratar de reaccionar a ejemplo de Cristo. Justo ahora, que la Iglesia pasa por este momento de mucha crítica, mucha murmuración –en parte justas, en parte injustas-, ¿cuán es la salida, la posibilidad que tenemos? : entregarnos.

 

GL: da miedo entregarse en una situación de crisis, donde justamente parece que optaríamos por el ‘sálvese quien pueda’. Cuando ‘el barco se está hundiendo’ hay dos maneras de reaccionar, y además tienen que ser rápidas: o ‘empujar a otros para salir de la situación, o seguir haciendo algo para que continúe la paz, la esperanza y la alegría.

 

            El hebreo tiene esta visión en toda la Biblia: “El hebreo, viviendo entre las demás cosas, las ve todas como promesas. Para el griego la piedra es dureza. Para el hebreo, la piedra no tiene dureza, no es dura sino que se presenta como algo firme en el futuro, comportándose sólidamente en él. La piedra es dura, significa ‘la piedra permanecerá’. Porque la verdad es una promesa del futuro, no es un atributo del presente. La verdad está en la historia. La verdad es una cuestión de tiempo. Lo que las cosas son, su destino, serán transparentes cuando llegue la consumación de los siglos”

 

            Mucha gente, cuando lee la Biblia, se siente como muy ‘exigida’. Y la Biblia está hablando con una visión de futuro, hacia donde propendemos.

 

DA: Por eso el verbo amén está diciendo ‘esto es sólido, es firme, seguro, en esto me puedo apoyar’. Aquí, en la Eucaristía, es donde se pueden apoyar. Es el alimento que nunca falla, la entrega que no se retira. Por eso también el sentido de la Eucaristía es permanencia en el tiempo y anuncio de lo que va a ser la vida eterna. A veces las imágenes de lo que va a ser la vida eterna son extrañas, aburridas: arpas, nubes, coros. Y las imágenes que usa la Biblia son ‘comida compartida’. Ya Isaías dice ‘en aquellos días celebrará el Señor  un banquete para todos los pueblos’. Entonces, la Eucaristía es que empezamos aquí y ahora lo que va a ser lo eterno con Dios. Antes de construir un edificio, se hace una maqueta, donde se hace en pequeño cómo va a ser el edificio real, en grande. Cada vez que la comunidad cristiana se reúne, ya está celebrando lo que será ese gran banquete de la vida eterna, pero donde van a estar los elementos que utilizamos en cualquier comida que compartimos: satisfacción, alegría, buen vino, conversación, comunicación, participación.

 

GL: La Eucaristía es recordar, también es anticipar, Pero no es todo pasado y futuro. El cristiano que vive la Eucaristía en el presente, mientras espera el futuro, vive compartiendo lo poco que tiene y así es eucaristía, entregando y entregándose los unos por los otros. Así somos con el otro una misma cosa, un mismo corazón entregado y compartido.

 

DA: otro verbo es tragarse a Jesús. En el lenguaje cotidiano usamos el ‘a tal persona, no la trago’ y nos ponemos la mano en la garganta. Y luego ponemos la mano o sacamos la lengua para ‘tragarnos’ la Eucaristía, y volvemos a nuestro sitio, y damos gracias. Pero eso nos debiera poner en claro que lo que tenemos que tragar de Jesús son su mentalidad, sus opciones, sus preferencias, su estilo de vida: perdonar setenta veces siete, amar como El nos ha amado, pasar por la puerta estrecha, si queremos seguirlo, cargar su cruz, tragarse que las prostitutas nos precederán en el reino de los cielos, si queremos ser ‘el mayor’, servir. ¡trágate eso! ¡es muy fuerte! No mires la paja en el ojo ajeno sino la viga en el tuyo ¡trágatelo! Hay que ver si venimos a comulgar tragándonos a Jesús.

 

GL: Una oyente plantea que ella tiene hambre y sed de comulgar, pero es divorciada y vuelta a casar y no puede hacerlo. Yo le recuerdo a esa persona que la Liturgia de la Palabra es también sacramento,  tiene un valor idéntico a la Liturgia de