La fuente más profunda

jueves, 16 de septiembre de 2021
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16/09/2021 – San Juan Pablo II decía que “toda la vida cristiana es como una gran peregrinación hacia la casa del Padre”. Pero nuestra relación con el Padre parece ser un poco oscura. Lo nombramos muy a menudo, cada vez que decimos el Padrenuestro, pero la imagen que tenemos de él quizás no es muy clara y puede ser que no nos agrade mirarlo de frente. Vamos a decir algunas cosas que pueden ayudarnos a enriquecer nuestra imagen de Dios Padre para crecer en el trato con él. Pero tenemos que aclarar desde el comienzo que algunas cosas que digamos del Padre también las podríamos decir del Hijo y del Espíritu Santo. Por ejemplo, no podemos decir que sólo el Padre es creador, porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son nuestro creador, ya que los tres son un único Dios. Sin embargo, es más común atribuirle esto al Padre porque nos ayuda mejor a pensar en él, y además porque él es la última fuente de todo. Veamos qué significa esto.

Cuando decimos que el Padre es la última fuente, el manantial más profundo, estamos expresando una verdad fascinante, que en realidad no podemos comprender en esta vida. Pero trataremos de ayudarnos un poco con algún ejemplo para poder imaginar al Padre de un modo más bello y adecuado. Pensemos en las criaturas de este universo, tanto las más imperfectas como las más nobles: las piedras, los ríos, árboles, los insectos, los peces, los elefantes. Ninguna de esas criaturas, por más bella y admirable que sea, se crea a sí misma, ninguna se da el ser a sí misma. Y si contemplamos al ser humano, que tiene un interior espiritual, que puede pensar y hablar, cualquier ser humano puede decir que él no se dio la vida a sí mismo, que él recibió la vida. Y si entráramos en el cielo y nos imagináramos la sublime multitud de los ángeles, ellos también podrían decirnos que no se han dado el ser a sí mismos, que su vida y su belleza la han recibido.

¿Y si entráramos en Dios? Dios es tres personas. ¿Qué nos dirían? El Hijo y el Espíritu Santo nos dirían que ellos no son criaturas, no han sido creados, ellos existen desde toda la eternidad y son Dios, tienen la misma divinidad que el Padre. Pero ellos nos dirían que ellos proceden del Padre, que es su fuente, porque el Padre engendra desde toda la eternidad a su Hijo y de él procede también el Espíritu Santo. Por eso, si el Hijo y el Espíritu me dicen que ellos proceden del Padre, el Padre en cambio me dice: “De mí proceden todos los demás”.