La higuera y los frutos de la conversión

lunes, 18 de febrero de 2013

 

 

La higuera es una árbol de la familia de las moreras, de porte bajo, hojas grandes y lobuladas (Gén 3,21), y frutos apetecibles.
Es muy apreciada por varios motivos: da buena sombra, se adapta bien al suelo seco y pedregoso, soporta el calor, y da frutos ricos y dulces.

Desde el punto de vista botánico el higo no es un fruto sino una infrutescencia (o sea un conjunto de frutos). Existen más de 750 especies de higos diferentes entre las que hay comestibles y no comestibles.

Por su gran contenido de azúcar, los higos se pueden secar con un proceso sencillo (por ejemplo dejarlos en la terraza) y luego ser usados durante mucho tiempo. Son un alimento que se puede llevar encima en los viajes y tener a mano todo el año.

En la cultura grecorromana, el higo es símbolo del dominio de lo femenino y de la fertilidad, este último significado asociado, al igual que en muchos otros vegetales y frutos, a la abundancia de semillas en su interior. El higo era uno de los vegetales consagrados a Dionisos/Baco, divinidad, entre otros dominios de la vegetación y del vino.

LA HIGUERA

de Juana de Ibarbourou


Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se viste…

Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:

¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

La higuera y los higos en el Antiguo Testamento

En el Cantar de los cantares, los brotes de la higuera indican la llegada del verano y el tiempo del amor:

Ct 2,13:

¡Levántate, amada mía!

Echa la higuera sus yemas
y las viñas en ciernes exhalan su fragancia.

¡Levántate, amada mía,

hermosa mía, y ven!

En los tiempos bíblicos era muy común que la familia tuviera una higuera en el patio o en la huerta, por su buena sombra y por la facilidad para cultivarla. Por ser un cultivo tan común y tan beneficioso, al igual que la vid, para los profetas representa el ideal de la justicia social y de la paz: que cada familia pueda reunirse y descansar bajo la parra y bajo la higuera.

Mientras vivió Salomón, Judá e Israel vivieron tranquilos, cada cual bajo su parra y bajo su higuera. (1 Re 5,5)

No levantará la espada nación contra nación. No se entrenarán más para la guerra. Se sentará cada cual bajo su parra  y bajo su higuera, sin que nadie lo moleste. (Miq 4,4)

Yo quitaré la culpa de este pueblo en un solo día. Y aquel día – oráculo de Yavé – se invitarán unos a otros bajo la parra y bajo la higuera. (Zac 3,10)

El profeta Jeremías diferencia entre higos buenos y malos: Jer 24,1-10.

En las palabras de Jesús

* Mc 11,12-25: La higuera seca, símbolo de la falta de fe. Símbolo también de la ciudad que no ha reconocido el paso de Dios.

 

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús sintió hambre. 13 Al divisar de lejos una higuera cubierta de hojas, se acercó para ver si encontraba algún fruto, pero no había más que hojas; porque no era la época de los higos. 14 Dirigiéndose a la higuera, le dijo: «Que nadie más coma de tus frutos». Y sus discípulos lo oyeron.

15 Cuando llegaron a Jerusalén, Jesús entró en el Templo y comenzó a echar a los que vendían y compraban en él. Derribó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas, 16 y prohibió que transportaran cargas por el Templo. 17 Y les enseñaba: «¿Acaso no está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las naciones? Pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones». 18 Cuando se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas, buscaban la forma de matarlo, porque le tenían miedo, ya que todo el pueblo estaba maravillado de su enseñanza. 19 Al caer la tarde, Jesús y sus discípulos salieron de la ciudad.

20 A la mañana siguiente, al pasar otra vez, vieron que la higuera se había secado de raíz. 21 Pedro, acordándose, dijo a Jesús: «Maestro, la higuera que has maldecido se ha secado». 22 Jesús le respondió: «Tengan fe en Dios. 23 Porque yo les aseguro que si alguien dice a esta montaña: “Retírate de ahí y arrójate al mar”, sin vacilar en su interior, sino creyendo que sucederá lo que dice, lo conseguirá. 24 Por eso les digo: Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán. 25 Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas».

 

“Al día siguiente Jesús vuelve a salir de Betania y protagoniza ante los Doce una escena extraña. Jesús ve una higuera con muchas hojas, lo que hace pensar que tiene frutos, pero cuando se acerca ve que no los tiene. Entonces Jesús se enoja y “maldice” la higuera para que nunca más dé fruto. A primera vista podría parecer que esta escena (lo mismo que la siguiente, la purificación del templo) es la reacción de una persona ofuscada. Sin embargo, el texto aclara que no se trata de un exaltado, sino de un signo profético, al estilo de los realizados por los grandes profetas de Israel. La higuera, como la vid, era un árbol que representaba al pueblo de Dios. En Miq 7,1 el Señor se queja de la infidelidad del pueblo que no ha dado frutos en la rebusca. También Jeremías (8,13) dice que no hay brevas en la higuera ni uvas en la vida (cf. Os 9,10; Jer 24; 29,17).

Al llegar el momento culminante de la salvación, Israel se encuentra vacío de frutos. Lo mismo se dirá en la parábola de los viñadores. Luego el tema de la higuera se orienta en otra dirección: la fe y la oración.” (Sergio Briglia, en Comentario Bíblico Internacional)

 

* Mc 13,28-31 y paralelos: La higuera y los signos de los tiempos

(Esta imagen es pronunciada en medio del discurso escatológico)

 

28 Aprendan esta comparación, tomada de la higuera: cuando sus ramas se hacen flexibles y brotan las hojas, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. 29 Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el fin está cerca, a la puerta. 30 Les aseguro que no pasará esta generación, sin que suceda todo esto. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. 32 En cuanto a ese día y a la hora, nadie los conoce, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre.

 
 * Lc 13:6-9: el jardinero que cuida la higuera, símbolo de la paciencia de Dios

(Pronunciada en el contexto de la penitencia. Semana 3ra. de Cuaresma ciclo C)

 

6 Les dijo también esta parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. 7 Dijo entonces al viñador: “Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?”. 8 Pero él respondió: “Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. 9 Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás”».

 

 

 Jn 1:48-50: Jesús conoce a Natanael que estaba debajo de la higuera