La humildad como fundamento de todas las virtudes

lunes, 28 de diciembre de 2009
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Hola buen día, a cada uno y cada una de ustedes hermanos y hermanas de mi argentina, hola amigos y amigas de Radio María, que alegría volver a encontrarnos en esta mañana, que el Señor nos regala, y nos lo regala para que aprovechemos la jornada para santificarnos, para hacernos más semejantes a Dios, para hacernos más hermanos.

Ya se acerca la Navidad, es como que se siente, se palpa más de cerca el espíritu de alegría, de paz, también para muchos de melancolía, y es la figura de nuestra querida Madre la Santísima Virgen María, la que va guiando estos días previos, a la navidad.

Te saluda Padre Gabriel Camusso, desde la parroquia Nuestra Señora de la Merced en la Ciudad de Arroyito, en la diócesis de San Francisco, esta mañana con esta posibilidad de encontrarnos nuevamente, en este espacio de la catequesis, en Radio María, que ya saben ustedes habitualmente conduce el P. Javier Soteras, director de Radio María en argentina.

Nos acompaña en esta mañana en la musicalización y puesta al aire, Ricardo Grela, buen día Ricardo, gracias por estar allí cercano, desde los estudios de la Radio en la ciudad de Córdoba.

También a los que nos acompañan a través del servicio y la atención del 0351 4 200 700 el teléfono que nos une y nos encuentra en el testimonio compartido, y también a quienes nos acompañan en el 0810 (7 veces 7)………………………………………………………………………………

Comenzamos nuestra mañana con la catequesis poniéndonos en la presencia de Jesús, nuestro hermano, que nos lleva y muestra el rostro amoroso del Padre.

Te invito a hacer la oración de inicio, para que al comenzar nuestro encuentro sea el Espíritu Santo quien anime y de luz para comprender la Palabra de Dios.

¡Oh Purísima Virgen María!, que en tu inmaculada concepción fuiste hecha por el Espíritu Santo Tabernáculo escogido de la Divinidad, ¡ruega por nosotros!

¡Oh Purísima Virgen María, que en el misterio de la encarnación fuiste hecha por el Espíritu Santo verdadera Madre de Dios, ruega por nosotros!.

¡Oh Purísima Virgen María, que estando en oración con los Apóstoles, en el Cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros!

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu, para darnos nueva vida.
Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos.
Dios, que iluminas los corazones de tus fieles con las luces del espíritu santo, danos gustar de todo lo recto según el mismo Espíritu, y gozar para siempre de sus consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

00:05 cortina o música

La palabra de Dios, como espada de doble filo, penetre hoy en lo profundo de nuestra vida, y sólo porque Dios nos ama, y como cada mañana nos habla al oído como lo hacía con el profeta Isaías. Deja que Jesús te hable en este momento, dale una respuesta generosa, compartamos este alimento tan especial.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas. Lc 1,45 –55.

María dijo: "Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.

En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen.

Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a los humildes.

Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías.

Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre".

Palabra del Señor.

Cortina musical

00:10 1º Bloque

00:17: música

Hoy la primera lectura, está estrechamente unida, es una preparación a lo que acabamos de escuchar en el santo Evangelio, es el nacimiento de Samuel, su mamá Ana, no podía quedar embarazada, suplico, fue escuchada, ofreció su bebe al servicio del templo, hizo su oración de acción de gracias y alabanza.

El cántico de Ana contiene exactamente los mismos temas que el «Magníficat» de María que se lee en este día…

-la maternidad excepcional de esa mujer, hasta ahora, estéril, anuncia también por adelantado las dos maternidades excepcionales de Isabel y de María.

-Yo soy esa mujer que estuvo aquí ante ti orando al Señor. Yo pedía este niño y el Señor me ha concedido la petición que le hice.

Muy próxima ya la Navidad, la liturgia se concentra en la contemplación de María; y rememoriza los nacimientos algo milagrosos que narra el Antiguo Testamento.

Ana era estéril. Suplicó a Dios que se dignara «mirar la aflicción de su sierva». Habiendo sido escuchada su oración, consagró a Dios a su hijo, el pequeño Samuel.

Misterio de la maternidad.

Contemplo en silencio la alegría de María en esos días: ella espera y se prepara…

-Entonces Ana dijo esta oración: «Mi corazón exulta en el Señor…».

«Mi alma exalta al Señor, mi espíritu exulta en Dios, mi salvador…»

El clima interior de María es la alegría, la exultación. Trato de imaginarla esos días dichosa, ¡a pesar del desplazamiento de Nazaret a Belén para cumplir la orden de empadronamiento impuesta por el emperador de Roma! ¿Cuál es el clima interior de mi alma?

¿Suelo también recitar el «Magnificat» para cantar, en verdad, mi gozo y mi agradecimiento?

-«El arco de los fuertes se quiebra, pero los débiles recobran vigor…»

«Los hartos se contratan por pan, los hambrientos dejan su trabajo…»

«Derriba de su trono a los poderosos, ensalza a los humildes…»

«A los hambrientos los colma de bienes, a los ricos los despide vacíos…»

María se sabe pequeña, humilde y modesta. No forma parte de los grupos de gente muy conocida y bien relacionada. Su única y profunda relación es Dios. No busca aparentar, en el sentido mundano. Vive ignorada por todos. Nadie a su alrededor, salvo José e Isabel, saben el gran misterio: Dios está en ella, escondido.

Como María, ¿sabré yo hacer la verdadera jerarquía de valores? ¿Sabré buscar los verdaderos «bienes» y dejarme "colmar" por ellos?

-«Levanta del polvo al humilde y del estercolero alza al indigente.»

«Acogió a Israel, su siervo; se acordó de su misericordia…»

Toda una tradición bíblica conduce a esas expresiones:

Dios ama a los pobres, se hace defensor de los débiles, de los que no tienen apoyo humano.

Dichosos los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

El tema de la "alegría" y el de la "pobreza" están ligados.

¡Concédenos, Señor, esa pobreza interior y, a la vez, esa alegría! Que en los próximos días de Navidad, el pesebre del establo de Belén, sea para mí un recuerdo y una llamada.

Ciertamente, no se debe al azar el hecho que hayas querido nacer en esas condiciones de sorprendente indigencia. ¡Estamos todos demasiado acostumbrados a oírlo o a leerlo y ya no nos choca! Dios nacido en un establo… y recostado sobre la paja de un pesebre…

0351 4 200 700 dejas tu mensaje grabado o al 0351 152 00 00 40 tu mensaje de texto, también podés ir votando la música que más te gusta, en el facebook Ricardo, te está dando el nombre de la canción y quien la interpreta. Sugerí vos también la música que te gustaría escuchar, y allí Ricardo, estará viendo si es posible hacerlo. Mientras tanto vamos a la música que se hace oración y que nos ayude a descubrir los profetas de hoy, tú profeta hoy.

Si querés compartí con nosotros los ecos de este Evangelio, mientras nos vamos adentrando al mismo.

¿Suelo también recitar el «Magnificat» para cantar, en verdad, mi gozo y mi agradecimiento? ¿Cuál es el clima interior de mi alma? Si te animás esta mañana escribí tu propio magnificat, canto de alabanza a Dios que obró y sigue obrando.

Te lo vuelvo a repetir, 0351 4 200 700, o SMS 0351 152 00 00 40.

Música.

00:20 2º Bloque

Espontáneamente también, María para expresar su oración utiliza fórmulas de "salmos" que sabe de memoria. Todas las frases del "Magnificat" están sacadas del Antiguo Testamento.

Vemos aquí el clima habitual de la oración de María. Es una plegaria que hay que repetir la víspera de Navidad.

-Mi alma exalta al Señor, Mi espíritu exalta en Dios mi Salvador, (1 Samuel, 2, 1)

Gozo. Exultación.

Un gozo teologal que viene de Dios.

-El se inclinó sobre su humilde sirvienta. (1 Samuel, 1, 11)

Pequeñez. Pobreza. Humildad.

Cuando la madre de Dios vivía en la tierra, era una humilde sirvienta. No habitaba en Roma, la triunfante, ni en Atenas, la sabia, ni en Babilonia, la soberbia, ni aun en Jerusalén, la santa… sino en el rinconcito de un villorrio desconocido.

Han oído decir: "a mí, me gusta la ciudad". Pues bien, María pasó toda su vida "en un pueblo". En los pueblos están los notables, las personas de primer rango, luego las gentes de mediana condición y los humildes, aquellos de los cuales nadie habla. ¡María era de éstos! Y Dios se inclino sobre ella.

-Desde ahora todas las generaciones me dirán bienaventurada (Génesis, 30, 13)

Se sabe pequeña y humilde, pero, no por ello tiene estrechez de espíritu. Lejos de ello.

La mirada de María es amplia y lejana. Esta mujercita insignificante piensa en la humanidad entera.

Las colinas que rodean su aldea no pueden cerrar su horizonte.

¿Cuál es mi horizonte? ¿Qué ve María?

-El Poderoso hizo en mí maravillas. Santo es su nombre.

Las maravillas de Dios.

Continúan también hoy; a menudo encubiertas. Hay que detectarlas en lo profundo de lo cotidiano, de lo banal.

-Su amor se propaga de generación en generación sobre aquellos que le temen. (Salmo 103, 17)

Dios es amor.

Hay que abrirse a ese amor. Dios no lo impone.

-Dispersa a los soberbios,

Derriba a los poderosos,

Despide a los ricos,

Enaltece a los humildes,

Colma a los hambrientos,

Acoge a Israel. (Salmo 107, 9)

(Salmo 89, 11)

(Salmo 113, 7)

Esta es la acción de Dios:

humillar a los orgullosos, mostrarles su vacío…

enaltecer a los pequeños, mostrarles su grandeza…

Es la finalidad de un tema esencial del Antiguo Testamento: los "anawim", los pobres, son los preferidos por Dios. La "pobreza" es una disposición esencial del alma. Una copa ya llena no puede llenarse. Hay que estar vacío de sí mismo para acoger a Dios. El hombre muy seguro de sí, el hombre satisfecho, el que se las da de listo… no tiene nada que esperar.

Bienaventurados los pobres, dirá Jesús. Bienaventurados los pobres, nos dice ya su madre. Dios puede colmarlos, porque están a la espera, porque desean ser colmados.

¿Soy un pobre?

-Se acuerda de su amor, de la promesa hecha a nuestros padres…(Salmo l8, 5).

María sabe que con ella se va a colmar la espera de su pueblo.

Dios no olvida. Tiene buena memoria. Es fiel. Mantiene su palabra.

Saber alabar a Dios, con alegría agradecida, es una de las principales actitudes cristianas. Ana y María nos enseñan a hacerlo desde las circunstancias concretas de sus vidas.

La comunidad cristiana está reaprendiendo ahora a ser una comunidad orante, y en concreto, a orar alabando a Dios, no sólo pidiendo. Muchos salmos de alabanza, y sobre todo la Plegaria Eucarística, la oración central de la Misa, junto con himnos como el Gloria, son expresión de nuestra alabanza ante Dios, imitando así la actitud de María.

María alabó a Dios ante la primera Navidad. Su canto es el mejor resumen de la fe de Abraham y de todos los justos del A.T., el evangelio condensado de la nueva Israel, la Iglesia de Jesús, y el canto de alegría de los humildes de todos los tiempos, de todos los que necesitan la liberación de sus varias opresiones.

La maestra de la espera del Adviento, y de la alegría de la Navidad, es también la maestra de nuestra oración agradecida a Dios, desde la humildad y la confianza.

Para que vivamos la Navidad con la convicción de que Dios está presente y actúa en nuestra historia, por desapacible que nos parezca.

Algunos esperan la suerte de la lotería, como remedio a sus males. A los cristianos nos toca cada año la lotería: el Dios-con-nosotros. Si lo sabemos apreciar, crecerá la paz interior y la actitud de esperanza en nosotros.

Y brotarán oraciones parecidas al Magnificat de María desde nuestras vidas. Ella será la solista, y nosotros el coro de la alabanza agradecida a Dios Salvador.

0351 4 200 700, 0351 152 00 00 40, o dejas tu mensaje en facebock, allí dejar tu sentir por esta palabra, y sobre todo si te animas, recitar los motivos por los cuales das gracias a Dios por todo lo recibido en este año.

Saber alabar a Dios, tener una alegría agradecida.

00:27: música

00:30 3º Bloque (pueden ir mensajes de la audiencia)

Este es el único “discurso” de María que se ha conservado hasta nuestros días: una oración. De hecho, todos los “mariólogos” estudian cada una de las palabras del “Magníficat” para penetrar en la profundidad humana y espiritual de la Virgen.

¿Qué pensaba María de su propia vida? ¿Qué papel ocupaba Dios? ¿Son importantes los pobres para la Madre de los hombres? Todas estas cuestiones quedan resueltas al contemplar esta hermosa oración de María.

Ella sabe quién es y que todo lo que tiene se debe a la bondad de Dios. Si ella es grande es porque el Creador así lo ha querido. Siente por Él todo el amor que puede sentir una mujer por su esposo, pero comprende que al mismo tiempo es el Poderoso, el Santo, el que tiene infinita misericordia. Se toma a Dios realmente en serio. Porque sabe que Él es el dueño de la vida y de la historia, que puede colmar de bienes a los hambrientos y dejar sin nada a los ricos.

Sin embargo, hay una palabra que, curiosamente, se repite varias veces entre esas líneas: la humildad. Será porque quizás sea la virtud característica de la Virgen.

La humildad cristiana no consiste en considerarse poca cosa, lo último, lo peor, sino en saber que nuestra pequeñez unida a la de Dios lo puede todo, y que todo lo grande que somos y tenemos es don de Dios. Por este motivo, siendo María humilde, dijo que todas las generaciones le llamarán bienaventurada.

En el Magnificat se contiene la razón profunda de toda humildad. María considera que Dios ha puesto sus ojos en la bajeza de su esclava; por eso en Ella ha hecho cosas grandes el Todopoderoso. La virtud de la humildad –que tanto se transparenta en la vida de la Virgen- es la verdad, según lo expresa Santa Teresa de Jesús en una hermosa definición.

Es el reconocimiento verdadero de lo que somos y valemos ante Dios y ante los demás; es también el vaciarnos de nosotros mismos y dejar que Dios obre en nosotros con su gracia. La humildad descubre que todo lo bueno que existe en nosotros, tanto en el orden natural como en el de la gracia, a Dios pertenece.

Nada tiene que ver esta virtud con la timidez o la mediocridad. La humildad no se opone a que tengamos conciencia de los talentos recibidos, ni a disfrutaros plenamente con corazón recto; la humildad no achica, agranda el corazón. A María, Nuestra Madre le pedimos que nos ayude a alcanzar esta virtud que Ella tanto apreció.

La humildad está en el fundamento de todas las virtudes y sin ella ninguna podría desarrollarse. No es posible la santidad sin una lucha eficaz por adquirir esta virtud; ni siquiera podría darse una auténtica personalidad humana. La humildad es, especialmente, fundamento de la caridad: “la morada de la caridad es la humildad “, decía San Agustín.

Muchas faltas de caridad han sido provocadas por faltas previas de vanidad, orgullo, egoísmo, deseos de sobresalir. El que es humilde no gusta de exhibirse, sabe que ocupa un puesto para servir, para cumplir una misión. Hemos de estar en nuestro sitio, trabajando para Dios, y evitar que la ambición nos ofusque, y menos convertir la vida en una loca carrera por puestos cada vez más altos, para los que quizá no serviríamos. La persona humilde conoce sus limitaciones y posibilidades, es siempre una ayuda, tiene paciencia con los defectos de quienes lo rodean, y evita el juicio negativo sobre los demás.

Entre los caminos para llegar a la humildad está, en primer lugar, el desearla ardientemente, valorarla y pedirla al Señor; ser dóciles en la dirección espiritual; recibir con alegría la corrección fraterna; aceptar las humillaciones en silencio, por amor al Señor; la obediencia rápida y alegre; y sobre todo la alcanzaremos en el servicio a los demás. Jesús es el ejemplo supremo de humildad, y nadie sirvió a los hombres con tanta solicitud como Él lo hizo. María, al confesarse esclava del Señor, se llena de gozo. Nosotros lo tendremos si somos humildes como Ella.

Que bueno si ya pudiste pensar, reflexionar, y enviarnos o dejar grabado tu testimonio, tu oración de alabanza, por todo lo obrado de parte de Dios. Tu magnificat.

0351 4 200 700 o al 0351 152 00 00 40. Podés si querés dejar también tu mensaje en el facebook.

00:37: música

00:40 4º Bloque (pueden ir mensajes de la audiencia)

Este cántico retrata perfectamente el alma de María, sus sentimientos, pero sobre todo la CONCIENCIA que tiene de Dios. Nos presenta a una mujer que sabe perfectamente “en quién ha puesto su confianza”.

María cree y espera en el Dios que salva a su pueblo, el Dios para el que nada es imposible, el Dios que cumple sus promesas, ante todo el Dios que es AMOR, TERNURA Y COMPRENSIÓN y que se hace HISTORIA EN NUESTRA PROPIA HISTORIA.

Sería pues importante, en estos últimos días antes de la Navidad, que nos preguntáramos, ¿cuál es la imagen que tengo de Dios? ¿Es nuestra imagen parecida a la que tenía María Santísima? Navidad debe ser para cada uno de nosotros la celebración de la inserción de Dios en nuestra propia historia. ¿Nuestra experiencia de Dios y su salvación podría llevarnos a expresarnos de él de la misma manera que lo hace María Santísima?

0351 4 200 700 o al 0351 152 00 00 40.

00:47: música

00:50 5º Bloque – cierre

Nuestra gran tarea hoy es redescubrir ese Dios que experimentaron Jesús y María, y actualizar su proyecto de misericordia y justicia en medio de las situaciones de miseria y de muerte que se nos imponen desde los círculos de poder que rigen los destinos de la historia y de la humanidad.

Ponernos del lado de Jesús al estilo de María, la mujer fiel y comprometida con la causa de la justicia, es dejar atrás el modelo de cristianismo que hemos vivido basado en la seguridad y en la comodidad, para experimentar en nuestra propia vida la suerte de los sin suerte, la realidad de miseria que viven tantos hermanos y hermanas nuestros. No podemos seguir siendo cristianos sin incomodarnos por la desigualdad, la injusticia, el hambre, la muerte y marginación de nuestros pueblos.

Que este tiempo de adviento nos sirva para potenciar la oración, pero no de la forma neutral como hemos orado hasta hoy, sino que sea una oración para estar despiertos y poder comprender los signos de los tiempos y empezar a vivir en resistencia. La pedagogía de Dios, del Padre de Jesús, es bien clara en el canto de María. Debemos asimilar esa pedagogía y estar de parte de los predilectos de Dios: los pobres. Esta época es propicia para lograr dar un salto cualitativo en nuestras vidas. ¡Comencemos ya!
Padre Gabriel Camusso