La humildad, dice Anselm Grün, es consecuencia de la manifestación de la grandeza de Dios. Que hace que el corazón se ubique en su verdadera dimensión de pequeñez, sin sentirse para nada minusvalorado. Al contrario, se siente profundamente ubicado y se sabe de todas sus posibilidades. Es andar en Verdad, dice santa Teresa de Jesús. Por eso no es la persona que se menosprecia, la humilde, ni tampoco que sería el otro extremo, andar en Verdad, es andar sacando pecho por la vida. Sino sencillamente decir las cosas como son. Llamarlas por su nombre.