¿Un nuevo beato en la Iglesia de Cuba? Monseñor Adolfo Rodríguez

martes, 24 de julio de 2018
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24/07/2018 – Él decía: “El diálogo será siempre el camino mejor, necesario, posible y único”.

La postuladora y abogada argentina en Roma, la Dra. Silvia Correale, compartió la vida del obispo cubano, conocido por su gran confianza en Dios, y testigo de todos los avatares de la iglesia y la sociedad cubana en los años posteriores a 1959.

Silvia comenzó diciendo que el siervo de Dios, Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, “Es bastante contemporáneo nuestro porque nació en 1924, en Minas, diócesis de Camagüey, en Cuba, y después de realizar los estudios para ser ordenado sacerdote, el 18 de julio de 1948 en España, regresa a su país, lugar donde va a desarrollar su apostolado”.

“Los colegios que él ayudó a fundar y a llevar adelante, son intervenidos por el gobierno revolucionario el 3 de mayo de 1961 y además recibe la orden del gobierno, de expulsión de Cuba, pero él logra permanecer en el país con algunos sacerdotes, pero muy pocos”.

Silvia resaltó que era un hombre muy comprometido con las personas y sus realidades, “El fiel que estaba delante de él, era lo más importante, por eso nunca demostró apuro, ni que pasaba el tiempo, porque tenía delante una persona con su necesidad, con su problema, y para él lo único que existía en ese momento era ese fiel que estaba hablando con él”, expresó la Dra. Correale.

Él siempre tenía tiempo

Por otra parte, el Vicepostulador Miguel Ángel Ortíz, diácono permanente, recordó las historias donde se ve reflejado el carácter solidario y preocupado por las realidades de la gente. “Era increíble la atención que Monseñor Adolfo prodigaba a los que acudían a él, con alguna necesidad”.

“Es lo que la gente siempre resalta”, recordó Miguel Ángel. “Él fue el restaurador e impulsor del diaconado en Cuba, y de hecho fue el primer obispo que ordenó un diácono en Cuba”, subrayó el Vicepostulador Miguel Ángel Ortíz, diácono permanente.

Por su parte el actual Arzobispo de Camagüey, Monseñor Wilfredo Pino Estévez, expresó que “Monseñor Adolfo, yo diría que fue obispo de obispos, porque hay varios de los sacerdotes que en este momento son obipos en Cuba, que salimos de sus manos, era un hombre que demostraba una confianza en Dios muy grande, en los momentos de dificultad en cualquier momento en que cualquiera tendería a desanimarse, Monseñor hablaba de la confianza en Dios”, enfatizó.

Resaltó que sus lemas tanto de la ordenación sacerdotal: Sé en quien he confiado, de la segunda carta a Timoteo y Es bueno confiar en el Señor, para su ordenación episcopal, reflejan la confianza en Dios. Compartió que “Y por eso yo, en mi humilde lema episcopal, también elegí una frase de un salmo que en su primer momento habla de esto: Confía en el Señor y haz el bien, de alguna manera quiero ver si yo logro en mi vida, aunque sea un pedacito, de eso que él vivió con tanta pasión”, dijo Monseñor Wilfredo.

Iglesia – Estado en Cuba

La iglesia de Cuba en una noche – 1961- se quedó sin sus colegios, sin sus universidades, sin sus emisoras de radio, sin sus periódicos, sin sus dispensarios médicos, sin sus sacerdotes, quedaron cinco que se escondieron. Fue una etapa, un enfrentamiento muy desagradable, que gracias a Dios se ha mejorado”, indicó Monseñor Wilfredo Pino Estévez.

“Fue el hombre que pudo conocer la revolución de Fidel Castro, año 1959, o sea que podía comparar las dos épocas de la iglesia. Desde un principio hay una palabra que lo marcó, el diálogo, para vivir en un gobierno comunista”, dijo Monseñor Wilfredo.

Él dijo: “El diálogo será siempre el camino mejor, necesario, posible y único, en todos los niveles, familiares, sociales, religiosos, pastorales, etc.. Siempre llamó a la paciencia, él decía, Dios nos está probando en la paciencia”.

“Era un hombre de luz larga, la luz larga hace que tú sepas mirar las cosas con más mirada. Tenía visión de futuro”.

Finalmente, Monseñor Wilfredo expresó que “Quedan todavía cosas por resolver en Cuba, queda por resolver por ejemplo, que la iglesia pueda construir templos donde no los hay, y por lo tanto nuestras comunidades funcionan en casas”.