La Iglesia y los Movimientos Populares: juntos frente a la desigualdad y el narcotráfico

viernes, 31 de octubre de 2025

31/10/2025 – El Papa León XIV ha vuelto a referirse a los miembros de los movimientos populares como «poetas sociales», un término que resuena con fuerza en estos espacios. Para el Padre Charly Olivero, asesor en la pastoral latinoamericana de acompañamiento y prevención de las adicciones, esta frase es «una valoración positiva del trabajo de los movimientos populares, con lo cual eso naturalmente es bien recibido por todos». Implica un reconocimiento a la labor y la organización de quienes buscan respuestas desde la base.

La presencia de la Iglesia en este acompañamiento, y la insistencia del Papa, se fundamenta en un principio clave de la Doctrina Social. El Padre Olivero cita la encíclica Dilexi Te número 80, donde el Papa subraya que los más pobres «no son solamente los destinatarios de las políticas públicas, sino que también son los protagonistas». Esto tiene un profundo sentido eclesial: «las cosas no se resuelven desde arriba, es el principio de la subsidiariedad».

Quienes están en las periferias, organizando y «se inventan el propio trabajo porque no está, porque no hay lugar en el mercado formal», tienen «una palabra, tienen una respuesta y tienen una acción que la Iglesia tiene que poder reconocer», afirma Olivero. Este reconocimiento es esencial si se busca que el ser humano viva con «vida plena y en abundancia en la línea del evangelio». En un contexto donde la comunicación tiende a «polarizar, dividir, levantan muros, desconocer al otro», la «cultura del encuentro que proponía Francisco es la clave para poder empezar a caminar».

La necesidad de esta mirada amplia se hace evidente al observar fenómenos como el narcotráfico. El Padre Olivero advierte sobre un proceso de «globalización del crimen organizado» donde «los estados nacionales se van debilitando» y tienen «cada vez menos control del territorio». A su juicio, los episodios de violencia en lugares como Río de Janeiro son una «propaganda política» de la lógica de la mano dura, que se opone a los derechos y que resulta «una barbaridad».

El crimen organizado «surge en el caldo de cultivo de la desigualdad», enfatiza Olivero, señalando que «cuanto mayor desigualdad, mayor también proliferación del crimen organizado». La alternativa a esta situación, inspirada en las palabras de Francisco, pasa por la organización de la comunidad y la «conquista de los derechos». El Papa ha planteado que «los terrorismos se apoyan en un terrorismo de base que es la ambición desenfrenada del dinero que nos gobierna», recuerda el asesor.

Por ello, el trabajo de la Iglesia en lugares como las villas, siguiendo la experiencia de la pastoral del Cardenal Bergoglio, resulta vital. Este acompañamiento se realiza junto a los movimientos populares, que «van generando trabajo para las personas que no tienen, que se inventan el trabajo, los vendedores ambulantes, los recicladores». El Padre Olivero concluye que se trata de «la Iglesia que está en ese lugar que organiza, que genera oportunidades» en un contexto donde, si el Estado queda vacío, «el narco entra y hace estos desastres».

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