05/08/2025 – Un nuevo informe del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE) de Córdoba revela una realidad económica y social compleja y contradictoria. A pesar de que la inflación mensual de julio de 2025 se situó en un mínimo histórico del 1,5%, dato que no se veía desde la pandemia de 2020, este logro en la estabilidad macroeconómica no se traduce en un alivio para los hogares. La inflación acumulada en lo que va del año ya alcanza el 17,1%, mientras que la interanual es del 37,2%, con una proyección para todo el 2025 del 32%. La economía familiar sigue bajo una fuerte presión, lo que sugiere que la desaceleración de los precios no ha sido suficiente para revertir el deterioro del poder adquisitivo.
El informe subraya una alarmante caída del consumo como uno de los indicadores más preocupantes. Las ventas en volumen de comercios de cercanía dedicados a la venta de alimentos, incluyendo almacenes, carnicerías y verdulerías, disminuyeron un 19% en los primeros siete meses de 2025 en comparación con el mismo período del año anterior. Esta retracción refleja la profundización de una crisis de consumo que afecta a todos los estratos sociales, pero impacta de manera más severa en los sectores más vulnerables. La pérdida del poder adquisitivo está limitando seriamente el acceso a productos básicos, evidenciando una situación de inseguridad alimentaria que se agrava.
Los datos del IETSE sobre indicadores sociales pintan un panorama sombrío en cuanto a la seguridad alimentaria. De las 2.500 encuestas realizadas en la provincia, el 57,8% de los hogares no logró acceder satisfactoriamente a la Canasta Básica Alimentaria, cuyo valor asciende a $794.384 para una familia tipo. Además, el 30,7% de los hogares admitió que algún miembro sintió hambre por falta de recursos, y el 50,1% tuvo que suspender al menos una comida diaria. En este contexto, un abrumador 88,9% de los hogares recurrió a financiar la compra de alimentos, ya sea con tarjetas de crédito, al fiado o pidiendo dinero prestado, lo que demuestra la desesperación de las familias para poder alimentarse.
La percepción social también refleja esta tensa calma económica. Si bien una amplia mayoría del 54% de los hogares no percibió cambios en su calidad de vida respecto al año anterior, solo un 14% considera que mejoró. Mirando hacia el futuro, la incertidumbre prevalece: el 78% de la población espera que su situación siga igual para finales de 2025. Esta sensación de estancamiento se contrapone con la opinión sobre el gobierno, donde la palabra «estabilidad» se menciona con frecuencia en referencia a la contención inflacionaria. Sin embargo, también surgen con fuerza otras palabras como «ajuste» y «poder adquisitivo», lo que evidencia una visión dividida que valora algunos logros macroeconómicos, pero critica fuertemente el impacto social de las políticas actuales.
Dialogamos con Vanesa Ruiz, gerente del Centro de Almaceneros de Cordoba.
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