La Mansedumbre

miércoles, 2 de julio de 2008
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“Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”.

Mateo 11; 29

“Bienaventurados los mansos por que poseerán la tierra”.

Mateo 5; 4

Es justamente al dominio de sí mismo en la mansedumbre que podemos alcanzar mas de lo que nos imaginamos, podemos llegar a poseer la tierra, es decir a ejercer el señorío de Dios sobre la historia.

La mansedumbre esta formada, esta constituida, esta hecha, tiene como ingrediente la paciencia y la benevolencia; tiene como parte constitutiva de su ser la indulgencia y la misericordia, es un modo de proceder con el que Dios se nos acerca deponiendo su poder para, justamente, desde nuestra propia debilidad haciéndose uno de nosotros, quitar del medio aquello que ha generado la fuerza del desencuentro con El, la ruptura de la Alianza, la violencia que nos produce el no estar en nuestro propio lugar.

Cuando nos apartamos de Dios y de su proyecto esto es lo que nos ocurre, se violenta nuestra naturaleza.

Es justamente este Dios pacificador que se acerca a nosotros y se pone al lado de nuestras heridas el que nos regala la posibilidad de encontrar también nosotros en la mansedumbre desde los lugares mas frágiles en torno a los cuales la vida se nos hace como muy volátil, parece que se nos va de la mano, encontrar allí mismo lo que buscamos de fortaleza, esa que nos falta para poder estar de pie en medio de las circunstancias más duras.

La violencia cuando gana nuestro corazón puede ser entre otras justamente la manifestación de una autoridad o de una postura que se siente débil al no poder poseerse a si mismo, al no poder ser dueño de nosotros mismos de nuestros impulsos de nuestras búsquedas, a no tener paz con nosotros entonces proyectamos, manifestamos hacia fuera, aquella misma violencia que nos habita interiormente la de estar desacomodados la de estar desencajados de la realidad, es una manifestación hacia fuera de un cierto desencaje frente a la realidad. Cuando una persona adquiere un gesto de violencia esta diciendo que no esta cómoda consigo misma y busca proyectar esa misma incomodidad en la cual se encuentra con otros para sumar a otros lo que le resulta insoportable, no poder tener un lugar donde encontrar serenidad, paz, armonía.

La mansedumbre abandona las pretensiones del amor propio y consiste pacíficamente en consentir con lo que piden los otros, el manso, el que guarda mansedumbre en su corazón es capaz de escuchar la alteridad, esta abierto a la alteridad es decir: sabe estar con otros…

El que no tiene paz, el que permanece en su propio mundo, el que es incapaz de construir con otros se hace violento, se hace intolerable, la mansedumbre construye la tolerancia.

Justamente en estos tiempos de desencuentros donde parece ser que no hay posibilidades para encontrar un mismo rumbo, el Don de la tolerancia lo necesitamos como fruto de un corazón pacificado que se abre a interactuar con los otros.

La mansedumbre es más que una virtud es una Gracia que empapa toda la personalidad es necesario hacerse violencia a si mismo, quiere decir esto: saber dominar los propios impulsos para abandonar esa fuerza de desencanto que hay dentro de nosotros por estar desacomodados muchas veces por no estar en el lugar en el que Dios nos pide que estemos.

Quien tiene la mansedumbre habitando en su propia personalidad es capaz de estar atento y de tratar bien a los otros y a todo lo que pasa entre sus manos para ser administrado a favor suyo y de los demás, la mansedumbre se vive con las personas pero también en el trato manso con lo que administramos.

Quien vive la mansedumbre tiene conciencia d estar habitado por la presencia de lo divino, por la presencia de Dios, hace falta mucha paciencia para alcanzar la mansedumbre, para ser señor de si mismo, cuando uno es provocado, cuando uno es buscado por un lado y por otro para salirse de su propio cauce, para perder los estribos, cuando uno es herido en lo mas hondo de su ser, lo que más le dale interiormente, cuando uno es atacado lo primero que le sale es responder con un ataque semejante.

Aquella ley del antiguo testamento, la ley del taleon ojo por ojo, diente por diente es una expresión de la herida de la naturaleza humana que reacciona ante la agresión recibida. Si te dan una bofetada en una mejilla, presta la otra, quiere decir no respondas con violencia por que lo único que hace la violencia como respuesta a la violencia, es engendrar más violencia.

La persona mansa antes de criticar a los otros sabe ser conciente de su propia debilidad, no juzga, ni pone una medida a la mirada sobre los otros que incomode al otro, su juicio es mesurado desde el perdón.

Es imprescindible en este tiempo clamarle al cielo por que nos de mansedumbre de alma que es capacidad de ver en lo hondo, que nos quite de delante la turbulencia con la que el conflicto en que nos encontramos nos quiere llevar para poder ver lejos y profundo, es el gran desafío profético de este tiempo. Si este pueblo que nosotros constituimos en la familia de ser una obra de La Palabra de Dios nacido en el seno de la Virgen, es un pueblo profético…este profetismo nuestro necesita hondura en la mirada y profundidad, lejanía, perspectiva, horizonte…eso no es posible si nuestros corazones no se aquietan, es bueno informarse, es bueno reclamar lo que uno cree que es justo, es mejor hacerlo todo con paz en el corazón, con serenidad de alma.

Hay ciertos discursos que adquieren fuerza entusiasmo, que ganan el corazón de sensibilidad, que nos ponen en contacto con heridas profundas que tenemos de postergación como pueblo personalmente, que si no estamos atentos a lo que generan en nosotros estos discursos por mas justos de reivindicaciones que creamos que sean, sino estamos atentos a ellos rápidamente podemos perder el cauce en torno al cual Dios quiere guiar este tiempo de la historia y por eso es necesario permanecer en mansedumbre.

No es que no haya que escuchar la noticia, no es que no haya que seguir los discursos, no es que tenemos que ponerle una anteojera a lo que ocurre, es más difícil, es saber dominar los propios impulsos a favor de querer ver más y mejor; tamizar todos los discursos, pruébenlo todo decía Pablo y ustedes quédense con lo bueno, no dejen de ver lo que están viendo, no dejen de contemplar lo que contemplan…pero disciernan y el discernimiento la capacidad de juicio sereno, reposado, con peso que sea de gravitación es decir que se instale en la tierra con los pies bien puestos sobre la tierra para marcar un surco para nosotros y para lo que vienen detrás es clave en estos tiempos de la historia.

Hermanos dejemos que el Don de la mansedumbre gane nuestro corazón…

Cuenta un cuento que un samurai, ya anciano, vivía cerca de Tokio y corría la leyenda de que no había quien lo venciera…cierto día un guerrero apareció por allí, era famoso por su técnica de la provocación y quiso competir con el samurai, los jóvenes se opusieron pero el anciano aceptó el desafío. Todos juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad, el joven comenzó a insultar al anciano, le tiraba piedras, le escupía en la cara, le prefería insultos, lo provocaba por un lado y por otro, pero el anciano permanecía impasible, durante horas hizo todo lo posible por provocarlo al final el impetuoso guerrero se retiró.

Los jóvenes se quedaron con el maestro a solas y preguntaron sobre como fue que venció una vez mas, pudiste usar la espada, ¿como soportaste tanta indignidad?, el maestro le pregunto: si alguien llega ante ustedes con un regalo y ustedes no aceptan el regalo, ¿a quien pertenece ese obsequio?, al dueño del regalo, respondió uno de ellos…los insultos, las envidias y la rabia que no son contestadas pertenecen a quienes las profieren.

La provocación nace de la insatisfacción, nace del no estar en paz con uno mismo, brota de los lugares mas hondo de las heridas que las personas tienen, cuando eso se instala en las personas que tienen la responsabilidad de conducir, de liderar a los grupos, a los pueblos entonces es un riesgo grande el que corremos.

¿Quienes son los que representan al viejo sabio?

Este pueblo del que nosotros formamos parte, este pueblo que ha pasado por muchas circunstancias dolorosas y que a pesar de haber errado en muchas oportunidades, de ser inmaduros todavía en su forma de pararse frente a los reclamos de los que le pertenecen, si tiene algo este pueblo es que ha sabido permanecer pacíficamente en medio de las dificultades, algunos dicen que somos un poco timoratos, otros dicen que cualquier otro pueblo hubiera reaccionado de una manera revolucionaria ante las cosas por las que ya hemos atravesado, son discurso también que los de afuera nos acercan respecto de las vivencia dolorosas que ellos mismos han hecho, a nosotros nos toca seguir teniendo esta actitud de no contestación ante la provocación venga del lugar donde venga.

La actitud provocativa sobre el pueblo no debe tener como contrapartida una respuesta violenta que nos haga perder la capacidad de esperanza, es decir: de espera sostenida sobre el bien que ya vendrá, ese que en principio ha desaparecido de delante de nosotros y dentro nuestro.

Este tiempo bien llevado, este tiempo en el que debemos sostenernos en la mansedumbre en la serenidad, en la confianza, en la paciencia es un modo de guardar la expectativa del bien que esta ausente pero que ya vendrá, es un tiempo de gestación de la fortaleza de un pueblo que es pacifico pero no es buenudo, pacifico pero no tonto, pacíficamente fuerte, la fortaleza de lo pacifico es lo que debemos construir, la paz en la fortaleza, en la fortaleza de la resistencia, en la fortaleza de la no respuesta agresiva ante la agresividad, en la fortaleza que brota de la inteligencia compartida con otros en la búsqueda de caminos para muchos, para todos no para algunos pocos.

Tenemos un hermoso desafío por delante estos días que nos cuesta sobrellevar con animo grande, son hermosos días para la construcción de este Don del dominio de nosotros mismos en el cual Jesús nos dice : si lo aprenden no saben cuanto vana poseer la tierra, cuantos beneficios brotan de sabe r esperar, saber esperar activamente con los reclamos que corresponden, diciendo lo que hay que decir sin dejarnos atropellar pero igualmente, pacíficamente un camino de pacificación en el alma en medio del conflicto es el camino del dialogo, es ponerle palabras a lo que nos pasa.

A veces la presencia de la violencia, la intolerancia se ve por las claras que tiene una raíz onda y profunda en la soberbia, el orgullo es un problema universal está en el corazón de todos nosotros, cuando no tenemos conciencia de que nos habita la soberbia, el orgullo estamos ante un grave problema, si pensas que no sos vanidoso, que no sos orgulloso tenemos una difícil tarea que hacer, adquirir la humildad, afirma Lewis, el primer paso es darse cuenta de que uno es orgulloso.

La soberbia es la madre de todos los pecados, es la raíz de todos ellos, es autodeterminación de sí mismo alejado del absoluto, expresión omnipotente del ser Dios sin Dios, exclusión de todo otro, como el solo mirarse en el espejo para encontrarse sin animarse a encontrarse con otros, para encontrarse si esta es la razón de ser o de no ser de la soberbia que es el pecado en si mismo, habrá que escuchar lo que dice La Palabra: quien dice que no tiene en su corazón este mal, miente; quien dice que no tiene pecado es un mentiroso.

Es justamente en un lugar inteligente frente al mal que nos quiere agredir como vamos a hacer que ese mal no prevalezca y es no creándole el lugar caldo de cultivo donde ese mal se instala, la competencia.

Una cosa es ser competente, es decir ser capaces de y otra cosa es hacer de el camino de gestación, de responsabilidad de mi tarea una carrera con otros, aquí en el conflicto que estamos viviendo o ganamos todos o perdemos todos.

En el mundo de los negocios se dice que lo mejores negociadores son los que hacen ganarle a todos, un buen negociador, un buen vendedor de un producto cuando pone en consideración de los distintos actores aquellos que está negociando, aquello que está vendiendo en un punto determinado la negociación su propuesta es superadora y todos los que participan de la negociación saben a su medida está ganando, todos ganan.

Es de pocos inteligentes no hacer que todos ganen, es de poca claridad no permitir que todos ganen en un conflicto, todos tienen que salir ganando, esto es posible cuando la inteligencia se agudiza en el conflicto y supone quitar del medio aquello que esta impidiendo abordar el conflicto.

Hoy se llama emblemáticamente “retención”, el problema no es la retención, el problema de la economía del país es mucho más que la retención, además, gracias a Dios, el mundo le esta dando la bienvenida a una economía nacional que se había apartado, que se había excluido, que había salido del funcionamiento del mundo y nos encontramos en un escenario poco favorable, es el mundo todo el que ha entrado a sentir que su modo de administrar los bienes se quiebra. Y lo más grave es que el hambre, el cubrir las primeras necesidades, la vivienda, la salud va ganando mas y mas el corazón de la humanidad.

Por eso la Organizaciones Internacionales, los grandes Estados, los verdaderamente estadistas del mundo están pensando que así no se puede seguir, que este sistema definitivamente esta colapsando y que si hubo un modo de sobre llevar desde la aparición del capitalismo como modo, de convivencia social en torno a lo económico que sirvió “por un tiempo” y que no fue tan malo “por un tiempo” , ahora definitivamente en sí mismo no termina de dar respuesta a todos, en su lógica es aparador, ambicioso, el sistema capital tiene una ambición que le impide ver al otro, la repartición de la riqueza es una necesidad y en este sentido quienes la vienen bregando están diciendo algo que es cierto, que no es en la acumulación egoísta de los bienes como vamos a encontrar respuesta al bien de todos, necesariamente ahí se va a resquebrajar la convivencia, tampoco es en la dictadura de alguna medida como se va a encontrar la salida, es en el dialogo, es en la razón habilidad, en la generosidad, en la fraternidad donde incluyo a todos, donde encuentro el Don de la mansedumbre de no solamente vivido en lo personal, sino instalado como modo de ser, los mansos poseen la tierra, son dueños, son señores, los mansos no son gente que se pueden manipular fácilmente, los mansos gravitan, pisan sobre la tierra, este pueblo es manso y no es "bobo", no es manipulable; tiene peso y ese peso especifico que nuestro pueblo tiene merece gente que gravite no que dictamine.

Quien quiera asumir la responsabilidad de liderar éste pueblo, representarlo… tendrá que aprender a gravitar, es decir, a tener peso de autoridad testimonial que le permita ser verdaderamente representante de la soberanía popular.

Padre Javier Soteras