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La obediencia de María al proyecto de Dios
martes, 28 de agosto de 2007
Por la fe Abrahán, llamado por Dios, obedeció la orden de salir para un país que recibiría en herencia, y partió sin saber a dónde iba. La fe hizo que se quedara en la tierra prometida, que todavía no era suya. Allí vivió en tiendas de campaña. Lo mismo que Isaac y Jacob, a los que beneficiaba la misma promesa. Pues esperaban la ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe pudo tener un hijo a pesar de su avanzada edad y de que Sara era también estéril, pues tuvo confianza en el que se lo prometía. Por eso de este hombre únicamente, ya casi impotente, nacieron descendientes como las estrellas del cielo e innumerables como los granos de arena de las orillas del mar.
Hebreos 11, 8 – 12
Es la fe de la obediencia de Abrahán y Sara la que está en la raíz del corazón del pueblo de Dios en la Antigua Alianza y la que se extiende hasta llegar como tradición viva a la familia de Nazaret, tanto a María como a José.
Hoy nos detenemos en la actitud obediente de María que escucha la Palabra de Dios y la pone en practica, la que recibe el mensaje de lo alto y lo encarna en su propio corazón, “Feliz el seno que te llevó, feliz el seno que te amamantó. Felices más bien, dice Jesús, los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”.
La felicidad, el gozo y la alegría con la que María canta la grandeza del Señor tiene su origen en este corazón obediente, dispuesto a vivir según el querer y la voluntad de Dios.
La experiencia de María es la de una certeza interior de ser llamada a vivir según el plan de Dios, esta Madre es madre de la obediencia en la fe, cuando en la Biblia aparecen los que tienen una misión salvífica todos ellos responden en la obediencia al plan de Dios y María como ninguna, lo nuevo de María nace de la radicalización de la obediencia y del contenido de esta obediencia por la misión que le toca.
San Ignacio de Loyola en los ejercicios espirituales plantea la obediencia como una disposición interior de santa indiferencia que es no querer mas riqueza que pobreza, salud que enfermedad, honor que deshonor, sin todo, en todo caso, justificado cualquiera sea el momento que nos toca atravesar porque así Dios lo quiere y esa es su voluntad, allí sentís la paz, la alegría, la luz, la felicidad, un corazón obediente.
Una actitud de obediencia básica que es la que nos acerca al camino de la salvación porque ha sido la desobediencia de uno dice el apóstol Pablo, de Adán la que introdujo el pecado en el mundo, y ha sido la obediencia de uno, de Jesús que nos trajo la salvación. San Ireneo comentando este texto y refiriéndolo a María en contraposición a Eva dice: “ha sido la desobediencia de una mujer la que introdujo en el mundo el pecado y ha sido la obediencia de una mujer la que nos alcanzó la salvación”.
El drama de la alianza de Dios con Israel está cifrado en la incapacidad que hay en el pueblo de Dios de obediencia, en la dureza de su corazón, este pueblo me alaba con su boca pero su corazón, dice Dios, está lejos de mí. Los profetas Jeremías y Ezequiel prometieron un corazón nuevo “Les daré un corazón nuevo, les infundiré un espíritu nuevo. Arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu sobre ustedes. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios”.
A María le fue dado esto por gracia, no era por eso cualquier obediencia la suya sino la que inaugura los últimos tiempos que son los del espíritu y los de la encarnación del Hijo de Dios.
Hay una secuencia que describe la centralidad de la obediencia en la vida de María, es una actitud básica de su vida, tiene ella una vocación a la obediencia cuando se la encomienda a la misión de ser la Madre de Jesús y desde ese momento va a pertenecer exclusivamente a este Hijo, lo que es para nosotros el ideal para ella es el comienzo, queda un largo camino que será igualmente de obediencia hasta la cruz, lo que emparenta particularmente a su Hijo en la escucha de la Palabra y en la puesta en práctica hasta las últimas consecuencias.
Esta Palabra con la que Dios ha venido a establecer una nueva morada, la construcción de una nueva casa para todos, esto es un lugar mas habitable que sustituye el templo, que es el mismo Jesús “Ustedes destruyan este templo y yo lo reconstituiré en tres días” hablaba de él mismo.
Esta obediencia bíblica en María nosotros la llamamos vida teologal, vida de comunión con Dios tiene su raíz en este lugar, en el querer de Dios, en la voluntad, esta obediencia es la expresión bíblica de esa vida en Dios y allí la fe aparece como una escucha y una recepción de amor de la Palabra de Dios, la esperanza como el ámbito de la iniciativa de Dios en cuyas manos se deja el futuro, el amor consiste en la entrega, en obediencia a la voluntad del Señor.
En torno al misterio del anuncio aparece en María la vida teologal, Ella en ese momento está a la escucha, el Ángel de Dios se aparece y la saluda “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”, de dónde sacamos que ella escuchó, de la turbación que se produce en su corazón ante semejante visita y del diálogo que se sigue a aquel movimiento primero de una cierta confusión de la experiencia de lo sobrenatural.
María se pregunta cómo puede ser aquello, el Ángel explica de qué se trata y ella es en ese espíritu esperanzado ante la iniciativa de Dios en donde pone sus manos, el futuro está en las manos de Dios “Que se haga en mí como haz dicho”, todo termina no en el momento de la visita sino en la visita que surge de la visita, en la visita que se expresa en gesto de caridad para con su prima Isabel, la vida teologal termina en el gesto de la caridad, que termina por ponernos en plena comunión con Dios.
Es en el amor y desde el amor donde María elige el camino del servicio, cuando el Ángel le ha indicado el testimonio de Isabel, la que era estéril y ahora está embarazada en su sexto mes, ha quedado esto metido en el corazón de María y ha despertado el fuego del amor en su servicio que la pone en marcha para ir a visitar a aquella que está esperando y con dificultad, es anciana.
María es la mujer de fe, esperanza y caridad como actitud teologal que nace de un corazón en la obediencia, es decir, de un corazón tomado por Dios, hecho respuesta a esta iniciativa de Dios en actitud confiada. La obediencia no es decir sí, sí como no y no poner el corazón detrás de ese sí, la obediencia es un sí que implica el corazón y la puesta de la vida, hay formalidad en la obediencia y hay corazón obediente, se espera las dos cosas, la formalidad de un corazón obediente en el camino de la fe pero que tenga por sustento un corazón entendido en la oscuridad de la fe en el querer de Dios se ha animado a caminar en la obediencia.
Qué es la noche oscura de la fe, es contemporizar con Dios al mismo tiempo que Dios actúa, creyéndole a Dios y viviendo según su querer, nos pasa cuando las cosas han pasado ahora yo creo, el tema es creer cuando van pasando las cosas y María le cree a Dios no solamente cree en Dios en un acto formal, le cree a aquel Dios que se revela en aquel momento.
La obediencia en la fe es la que reina en el centro del corazón de María, está obediencia que es abandono, confianza, entrega, reconocimiento del Señorío de Dios, actitud agradecida, sea en la luz o en la oscuridad, en la pobreza o en la riqueza, cuando somos bien queridos y cuando no somos bien considerados, esto es lo que le permite a Dios ser de lo que mejor sabe hacer, hacer de Dios, manifestar su poder en nuestra fragilidad y en nuestra pobreza, un corazón obediente es un corazón pobre, es un corazón que reconoce que solo en Dios está su roca, su firmeza, su certeza, el futuro, el presente y también lo que pasó, María nos invita a renovar nuestro corazón creyente en la obediencia.
Hay momentos en la vida donde uno dice no sé cómo será, entiendo que es por acá, no termino de ver y por acá me meto, ¿te habrá pasado alguna vez esto de obedecer?, es decir de elegir un camino sin ver todo claro pero con la certeza de que aquel era el camino y por ahí te metiste aun cuando no tenías todo entre tus manos como para decir es por aquí, y cuando te pidieron explicación no supiste qué decir pero dijiste vamos por acá y encontraste porque así Dios te lo había intuido de alguna manera en el corazón que era realmente el camino.
Hay momentos en la vida donde con prudencia y con discernimiento en constante gracia de Dios uno tiene que hacer esas opciones como Abrahán que sale hacia una tierra a donde Dios lo condujo sin saber a dónde va pero con la certeza de que Dios lo guía.
Estoy seguro que en mas de una oportunidad vos pones el pie sobre el comienzo del día y en más de una ocasión vos decís por aquí, con la sabiduría que da el hecho de contar con Dios en el corazón y de vivirla en actitud obediente.
Para poder descubrir en nuestra vida en lo concreto de todos los días, en lo que hasta aquí hemos vivido cuándo es que dimos ese paso de confianza, en la fe, dejándonos guiar por Dios, con sabiduría, es bueno valernos de esto que dice Orígenes respecto de María: “Ella es como una tabla de escribir donde el que escribe es el escritor y ella es donde se escribe”.
Está comparando Orígenes a María con una tablilla que se usaba en aquel tiempo para escribir mostrando así la docilidad absoluta de María, hay momentos en la vida que vos te das cuanta que después de buscarle la vuelta, la salida a determinadas circunstancias hay alguien que tomó el timón, que supera tu fuerza, tu imaginación, tu búsqueda, tu capacidad de comprensión y es Él en definitiva que va guiando y vos vas por detrás como dejándote llevar.
Es Dios quien toma la iniciativa y ha elegido tu vida para ser quien marca los trazos, sin dejarte de ser protagonista quiere que seas protagonista pero con la iniciativa suya, no es que vos perdés como el pulso de lo que pasa, es como que compartís esa búsqueda de lo que ocurre y sostenerlo en el camino con la mano de Dios que es la que conduce y la que guía.
Tal vez esto te ayude para descubrir esos momentos existenciales donde la vida tomó un rumbo distinto, a partir de que entendiste que la forma única de vivirla en plenitud era entregándole todo a aquel que es el Señor de la historia, esa actitud de obediencia, de entrega, de ofrenda, capacidad de escucha y de discernimiento y aun cuando no tengamos todo para decir de qué se trata aquello que vendrá, animarnos a dar ese paso que Dios nos lo pide y porque él lo pide así lo hacemos.
En el diálogo surge el discernimiento que es el que nos permite dar pasos que tenemos que dar con la prudencia que supone caminar en la fe, no es una entrega y un abandono a lo loco, irresponsable del que no sabe cómo hacer para hacerse cargo de sí mismo y entonces se aliena entregándole la responsabilidad y el ejercicio de la propia libertad a un tercero, que cuando es Dios todo lo estaría justificando sino que es justamente descubrir que Dios nos quiere protagonistas de la historia con iniciativa suya y a partir de su guía, de su presencia, con actitud de discernimiento animarnos a dar esos pasos en los que Dios quiere que caminemos.
Este es el corazón mariano obediente con el que Dios nos quiere formar en el día de hoy haciéndonos ver en nuestra vida en mas de una oportunidad que esto ha ocurrido y de hecho ocurre, caminamos en la certeza de la fe, dejándonos guiar por aquel que nos conduce por donde no sabemos pero con la absoluta convicción de que el nos conduce. Es caminar en la certeza de que Dios nos conduce sin saber hacia dónde nos lleva.
Hay un camino de fe, la fe es un camino compartido con otros, con un pueblo que camina en la fe, cuando Moisés sale de Egipto y se mete en el desierto atravesando el mar como símbolo del mal que vence al faraón y su ejército lo hace en la fe y por la fe que Moisés lo hace atravesando las dificultades que se presentan en el camino guiando a un pueblo, quien va recibiendo el testimonio de la fe de Moisés en el andar y en el peregrinar.
La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la fe es la certeza de las realidades que no se ven, hay una certeza interior que no es medible, que científicamente es incomprobable y tan cierta como que dos mas dos es cuatro, es la que surge de la experiencia del creer que hay Dios, y ese Dios que es un ser personal no una idea abstracta, se ha comprometido con nuestra historia haciéndose uno de nosotros para que acercados a nuestra realidad humana con toda su complejidad, capaz de encontrarle la vuelta para sacarnos adelante integrando todas y cada una de las cosas que hacen a nuestro andar y a nuestro peregrinar, con todo lo bueno y con todo lo difícil sumando en el proceso histórico nuestro el camino errado este Dios que asume que es posible escribir derechito aun cuando la historia venga media complicada y los renglones estén torcidos.
Este Dios que saca siempre de lo bueno, aun de lo que no este tan bien, que es providente y que para los que creemos nada escapa a su designio providente y todo sirve para nosotros porque creemos en aquel que es Señor de la historia.
Es en el Señorío de Dios sobre la historia donde se fundamenta nuestra convicción de que estando nuestra vida entre sus manos y nosotros compartiéndola con él en lo de todos los días es posible siempre encontrar un rumbo.
María en este sentido nos muestra ejemplo desde la anunciación, pasando por Belén en el tiempo de la infancia para acompañarlo a Jesús en su adolescencia, para educarlo en su juventud, para contemplarlo en su misión, para estar al pie de la cruz en el momento de mayor exigencia de la fe para la Madre que nos engendró a nosotros en la fe creyendo contra toda esperanza de que aquel que moría en la cruz era el regalo mas bello que Dios le hacia a la humanidad en la persona de María terminaría por ser el redentor de todos resucitando de entre los muertos y venciendo al pecado como la raíz de donde surge todo mal, María permanece de pie contra toda esperanza con el don de la fe con la que Dios la ha visitado y la ha formado haciéndole creer que aun sin ver él en la oscuridad guiaba, sostenía y esperanzaba.
La fe crece en obediencia desde la escucha y se hace concreta en el lanzarnos sobre aquello que Dios nos muestra como camino, en el camino de la fe avanzamos sobre lo desconocido y definirlo a Dios por lo negativo ha sido uno de los modos mas habituales a través de los cuales podemos encontrarnos con Él, por lo negativo en cuanto que Dios siempre nos resulta incognoscible.
En este sentido la espiritualidad oriental tienen una mayor riqueza que la occidental, se define mas a Dios por lo que no es que por lo que es y cuando se lo define por lo que no es se lo define desde lo que resulta incognoscible por parte de Dios y nos invita en todo caso al silencio, a adherir a su persona y a su presencia mas que a la racionalidad de lo que nos propone para el camino.
La fe que es razonable comienza a serlo a partir del hecho de haber creído, no es que uno empieza a creer porque entendió sino que empieza a entender porque creyó y aunque pareciera un juego de palabras es una realidad honda, Dios nos pide primero creerle y nos explica después el camino mientras tanto para creerle te da algunas señales con las que te dice vení, anímate, da el paso.
Pasa como cuando un niño comienza a caminar, el Padre se para a una cierta distancia y para que pueda dar los pasos que lo hagan crecer en autonomía el padre le dice dale, vení, soltáte, al principio se agarra de la pared, de la silla, de la pollera de la madre, del pantalón del padre hasta que soltándose del todo se anima a ir hasta donde el padre lo llama, ese es el camino de la fe, descubrir que hay alguien que te llama a dar un paso mas allá del que vos crees que podes dar, cuando nos soltamos en la obediencia en la fe maduramos, crecemos, nos desarrollamos mas de lo que nosotros pensamos que por nuestras propias fuerzas podemos.
Cuando somos guiados por la racionabilidad es a través de un pensamiento lógico donde hacemos las opciones que nos orientan en la vida y es necesario moverse en este plano de normalidad pero cuando somos invitados a caminar en la fe, a veces hay pasos que damos que superan y están mas allá de lo lógico.
Cuando revisamos la Palabra de Dios nos encontramos que justamente la obediencia de los protagonistas del camino de la fe los que se animan a ir mas allá de lo razonable dejan que Dios sea el que guíe por encima de lo que en principio estaría dado como lo razonable, lo lógico, entonces nos encontramos con que el padre de la fe es un anciano que va a tener una gran descendencia cuando en realidad su mujer es estéril, pero porque cree que se engendra en Sara Isaac y comienza todo un camino para el pueblo de Dios hacia delante.
Es Moisés un hombre que porque ha asesinado a un egipcio porque ha maltratado a un hebreo, Dios lo elige desde el desierto donde está prófugo para que libere al pueblo de la opresión del faraón y porque cree ante la manifestación de Dios en la zarza que arde y no se consume se decide a caminar en la fe este proyecto de loco, de liberación, poco lógico.
David es una mala persona, a Urías lo manda al frente en la guerra para que lo maten, a este Dios lo eligió y porque creyó mucho mas allá de su infidelidad, porque no se quedó atrapado en lo mal que estuvo, sino porque se animó a caminar en lo que Dios le pedía, se constituyó en lo que Dios quería, en el rey grande que tuvo Israel.
María es una virgen y sin embargo a la hora de querer dar a luz al hijo de Dios hecho carne para nosotros Dios la elige y esa es la fe que María comprende que no va a perder su virginidad y al mismo tiempo será madre, todo esto está por encima de lo razonable, de lo lógico, de lo razonable de cómo deberían ser las cosas, justamente es el camino de la fe el que rompe con cómo deberían ser las cosas y lo que justifica esta obediencia va a decir Pablo en la Carta a los Romanos esta obediencia de fe y no la ley que está marcado cómo deberían ser las cosas.
Para caminar en la fe hay que animarse a ir mas allá de lo razonable, lo lógico, lo comprensible, cuando uno lo camina en la fe con discernimiento, no actuando a locas haciendo cualquier barbaridad sino con espíritu de discernimiento aprende a descubrir que se hace mas comprensible la vida cuando nos manejamos con la racionabilidad de Dios mucho mas allá de la asistencia de nuestra razón.
San Agustín dice “Recibí una luz que estaba mas allá de la luz de mi propia razón”, porque clamaste y llamaste entonces rompiste mi sordera, deslumbraste y abriste mi ceguera y me animé a caminar en vos soltando desde dentro del corazón lo que uno tiene bajo control, cuando caminamos desde la fe perdemos el control, perdemos la posibilidad de tenerlo todo bajo control, cómo se hace esto, animándonos a caminar sin agarrarnos de las paredes, de las sillas, de las mesas, sino sosteniéndonos en aquel que guía nuestro peregrinar y nuestro andar.
Padre Javier Soteras
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