La oración centrada en la voluntad de Dios

jueves, 21 de noviembre de 2019
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Camino de consagración a María (Día 10)

 

21/11/2019 – Memoria Presentación de Santa María Virgen

“Todavía estaba hablando a la multitud, cuando su madre y sus hermanos, que estaban afuera, trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «Tu madre y tus hermanos están ahí afuera y quieren hablarte». Jesús le respondió: «¿Quién es mí madre y quiénes son mis hermanos?». Y señalando con la mano a sus discípulos, agregó: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre»”.

Mateo 12,46-50

La oración en comunión con la voluntad de Dios nos pone en conformidad con el plan de Dios y nos pone en ese plan para participar con El de su acción salvadora para nuestra vida y poder compartir desde ese lugar de redención la presencia de un Dios que rescata, que salva, que renueva, que recupera.

Lo que obró en nosotros lo quiere hacer en los hermanos, con nuestros gestos y actitudes, en el modo de estar parado en la vida, es el testimonio que Dios necesita de nosotros como instrumento para despertar a muchos al deseo de vivir según el querer de Dios. Es un camino, el de la oración en la voluntad de Dios de alianza y comunión, hasta llegar, como dice Pablo, a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, la misma voluntad de él. La pregunta que surge siempre que oramos confiando en la voluntad de Dios es: ¿Por qué Dios necesita nuestra oración si el va a hacer según su querer y según su voluntad?¿Por qué nos pide que le pidamos para que el obre lo que tiene que obrar? ¿Por qué no lo obra directamente? ¿Por qué lo quiere hacer con nosotros?

San Agustín encuentra una respuesta a este modo de pararnos frente al misterio de Dios y la libertad humana y nos dice: Dios nos creó sin pedir permiso pero no nos redime sin hacerlo. La coparticipación en el misterio de la redención es parte del plan de salvación de Dios, nos quiere como protagonistas, como co-protagonistas, porque él es el principal protagonista.

El Señor, para hacer lo que quiere hacer, quiere contar con vos, quiere contar con cada uno de nosotros. Entre las cosas que él cuenta para llevar adelante su tarea está nuestra oración para disponernos interiormente a vivir según su querer y su voluntad.

Orar con María

Con María oramos y con María recibimos las gracias que el Hijo nos da por voluntad del padre y este querer del hijo es el Espíritu en sobreabundancia que nos habita y que nos permite recorrer los caminos que en este tiempo nos llevan a recibir los dones de la salvación para todos.

Es esta la experiencia de los discípulos en Pentecostés, oran con María y en ese lugar de encuentro en el cenáculo Mariano reciben el Don, el prometido, el Paráclito, el que el Padre en Jesús les había confiado. La gracia en el Espíritu Santo.

Cuando oramos con María en la voluntad del Padre, por Jesús nos llega a nosotros este don maravilloso del Espíritu Santo. Esta oración particularmente adquiere fuerzas cuando con ella contemplamos los misterios de su Hijo en la súplica repetida en torno a los misterios en la oración del Rosario.

Esta oración mariana, tan querida para nosotros, que ocupa un eje central en nuestro modo de ser radio y de anunciar la Buena Noticia que nos educa y nos forma en los misterios de Jesús.

Cuando oramos con María oramos en la voluntad de Dios que configura el rostro de Jesús en los misterios que con ella contemplamos por la vida del Espíritu en nosotros y así vamos aprendiendo a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús por ese habitar y familiarmente pertenecer de esos misterios a la contemplación que nosotros hacemos con María en la oración mariana del Rosario que es una oración vocal y contemplativa, prendida en los misterios de Jesús y en ese sentido, guiados por Cristo en el Espíritu Santo a lo que Jesús ha venido a mostrarnos, la voluntad del Padre.

 

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