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La presencia de testigos en nuestro camino
miércoles, 2 de enero de 2008
Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan. Vino como testigo para dar testimonio acerca de la luz para que todos llegaran a la fe por medio de el. No era la luz sino un testigo de la luz y éste fue el testimonio que dio Juan cuando los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas para que le preguntaran quien eres tu. El contestó y no lo negó. Confesó diciendo: Yo no soy el Mesías. Entonces volvieron a preguntarle y entonces, ¿quien eres? Tu eres Elías. EL respondió: No lo soy. Le dijeron nuevamente, tu eres el profeta? El dijo: no. Finalmente le preguntaron ¿Quién eres? Para que demos una respuesta a los que nos han enviado.¿ que dices de ti mismo? Juan respondió: yo soy una voz del que clama en el desierto, preparen el camino del Señor como dijo el profeta Isaías. Había algunos enviados de los fariseos y le hicieron ésta pregunta: si tu no eres el Mesías ni Elías ni el profeta¿ porqué bautizas? Y el le dio ésta respuesta: yo bautizo con agua pero en medio de ustedes hay alguien a quien ustedes no conocen, el que viene detrás de mi y a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Todo esto sucedió en Betania del otro lado del Jordán en donde Juan estaba bautizando
Juan 1, 6 – 8, 19 – 28
La predicación de Juan sigue siendo siempre actual para los que nos disponemos salir al encuentro de Jesús y a esto es lo que nos invita la Palabra, a ir al encuentro del Señor con conocimiento interno de nuestro Señor para ser testigos de el como el Bautista. El se presentó como el profeta que llamaba a todos a hacer penitencia en vista a ese encuentro con el Señor.
Es con una disposición interior de gozo, de alegría, austera, sencilla, penitencial en la caridad en torno al cual el Señor nos invita a abrirnos para el encuentro con El en éste nuevo año que se abre. Ayer compartía mi experiencia de comienzo de año mi experiencia de comienzo de año junto a María en torno a las puertas que se abren en el año que comienza fue ésta rica imagen que el Señor ponía en mi corazón de un año que se abría de par en par para nosotros para recorrer un tiempo de gracia. Entonces sentí que Dios me movía en el corazón a orar el Ave María porque las puertas se abrían con ella.
Cuando Dios nos invita a vivir un tiempo de Gracia, María es testigo y compañera de esa Gracia con la que Dios nos visita y Ella que dijo que si con su si abrió las puertas a la redención nos quiere abrir en éste año que comienza las puertas a un año vivido en plenitud de Gracia en el tiempo de Dios. En éste sentido se presenta Juan también para invitarnos a vivir en Dios y en actitud austera frente a lo que Dios nos propone en el camino.
El texto que acabamos de compartir se viene a considerar la distancia que hay entre Juan el Bautista y el Señor que viene y en ese sentido nos ayuda la Palabra a ubicarnos en el comienzo del año ante la Gracia que Dios nos tiene preparada para el camino a diferenciar entre aquel que verdaderamente hace nuevas todas las cosas y nosotros participando en la obra con la que Dios hace su tarea de redención en cada uno de nosotros.
Se preocupa mucho el autor del cuarto Evangelio en decir en boca de Juan que no es luz, que no es el Mesías, ni Elías, ni el profeta. ¿porqué todo esto? Se podría suponer dice el Padre Rivas que hay escritos de la antigüedad que también nos permiten suponerlo que en la época tardía que se escribió el Evangelio de San Juan había todavía había algunos discípulos de Juan el Bautista que seguían poniéndolo demasiado en alto a éste santo y lo colocaban aun por encima de Jesús como pasa en alguna de nuestras devociones que algún santo por los cuales tenemos particular cariño vienen casi a ser sustitutos de Jesús.
También nos puede pasar con la Madre de Jesús. De ponerlos a ellos por encima del mismo Jesús fuente y autor de toda la Gracia con la que Dios nos visita. El texto del Evangelio de Juan se preocupa por decir que éste aunque ha sido un personaje importante y con una fuerza de atracción muy particular por su modo, estilo y forma de vida, éste no es el ni Mesías, ni el profeta, ni es Elías, no es la luz, no es la Palabra solo la voz. Es por ese motivo tal vez que en el Evangelio según Juan el único papel que desempeña San Juan el Bautista es el de testigo lo cual no es poco y es lo que nos invita hoy la Palabra.
Para que sea posible es importante un conocimiento interno de Jesús. Es lo que ha experimentado Juan ya desde el comienzo mismo de su existencia cuando ante la visita de María a su madre Isabel el salta de gozo y alegría ante la presencia del redentor. En éste año que comienza Jesús está a la puerta, María nos la abre para que recibamos a su hijo que marca un rumbo nuevo en éste 2008 que comenzamos hagamos experiencia de encuentro con el Señor y seamos testigos de la vida nueva que El nos trae.
En la sociedad en que vivimos el amarillismo de la prensa ha puesto en el corazón mismo de los sistemas de información los defectos que acompañan a las personas y venden realmente el morbo de lo que no funciona, de lo que espera ser solucionado, de las catástrofes, de los asesinatos y queramos o no se nos va entremezclando con nuestro modo de percibir la realidad sobre todo cuando pasamos un largo tiempo expuestos a través de los sistemas de información y de comunicación con los que nos llega una mirada determinada sobre el mundo.
Miramos y escuchamos a través de lo que nos llega como información y la verdad sea dicha que tiene un sesgo muy particular en muchos medios de comunicación ese morbo propio del amarillismo de la prensa que ubica en el centro lo que no funciona, lo que está mal, lo que debe ser distinto que a veces se plantea como un modo de construir pero la verdad sea dicha que es a través de las carestías donde la propuesta de los grandes centros de información, de comunicación, asociados a los esquemas de consumo de los que tienen el poder en el sistema de consumo es lo que cubre las necesidades que se generan a partir de lo que no funciona.¿ como es el mecanismo? El mecanismo es el siguiente.
El amarillismo, el morbo, la percepción negativa de la realidad, despierta en el corazón humano una gran necesidad y junto a ésta gran necesidad que se abre de percibir que las cosas no funcionan empiezan a aparecer las que verdaderamente funcionan, es decir todo aquello que se vende a través del sistema de consumo, donde toda necesidad generada a partir de lo que no anda viene tal o cual producto a cubrirla a partir de lo que se vende en ella como la gran propuesta de la felicidad.
Queramos o no ésta percepción un tanto oscura de la realidad cuando ocupa el centro hace que todo termine como tiñéndose de una cierta sombría realidad eso hace que nosotros percibamos la realidad en esa clave. Es como si nos pusieran lentes oscuros para ver lo que ocurre y entonces más tendencia a mirar lo que no funciona que lo que realmente funciona y esto no nos ayuda a vincularnos bien después en la relación interpersonal.
Es como un modo de ver la cosa, una manera determinada de percibir lo que acontece. Vamos a tratar de mirar alrededor nuestro percibiendo lo que verdaderamente funciona pero no estoy pensando en grandes cosas que funcionan sino en las personas con las que compartimos la vida, donde ellas se hacen testigos de consuelo, de alegría, de mirada positiva, testigos de la fortaleza, testigos del don de la vida, testigos de lucha, testigos orantes, testigos esperanzados, testigos de la fe, testigos llenos de espíritu de caridad. Si tal vez tengamos una percepción de la realidad que a veces se entremezcla con ese modo que la pantalla o la radio o el diario tienen de vincularnos a lo que no anda y cuando nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás también nos paramos en ese lugar pero en intento de convertir nuestra mirada y nuestra mentalidad ante la presencia del Señor que nos abre un nuevo camino en el año que comenzamos es empezar a ver de un modo distinto.
Vinculémonos a lo positivo de los demás.
Es la resiliencia lo que dicen los psicólogos: es el aspecto mejor que la persona tiene para trabajar en si misma y salir de los lugares donde está enredada o tiene alguna dificultad para ponerse de pie y para poder ponerse de pie. Lo mismo ocurre en lo vincular y con todo lo que nos rodea. Nos paremos para mirar lo que verdaderamente importa como luz en el camino.
Desde allí aprendamos a vincularnos a lo testimonial.
Seguimos ahondando en el testigo que hoy nos presenta la Palabra: Juan el Bautista en torno al cual queremos recoger toda la profecía de vida que hay alrededor nuestro como testimonio que nos abre camino a vivir en clave positiva y esperanzada el nuevo año que empezamos. Juan el Bautista ha recibido una revelación especial por parte de Dios. Las cosas que dice Juan no son ocurrencias ni opiniones, no surgen de si mismo sino son afirmaciones que ha oído del mismo Dios. Cuando nosotros buscamos el testimonio de la luz alrededor nuestro nos abrimos a redescubrir un costado distinto en lo vincular con quien nos pueden acompañar y a quienes podemos acompañar en el camino intentando descubrir esto desde Dios mismo y en ésta clave que queremos pararnos para llenarnos de una mirada positiva frente a lo que tenemos por delante.
El Evangelio que hemos compartido, que estamos reflexionando finaliza cuando el Bautista dice: viene otro mucho más digno que el pero si tomamos el libro de los Evangelios y seguimos leyendo unos pocos renglones más nos encontramos con el final de toda ésta escena cuando dice
: yo he visto al Espíritu que descendía sobre El y el que me envió a bautizar me dijo que El es el que bautiza con el Espíritu Santo y yo lo he visto y doy testimonio de que El es el hijo de Dios
.
El Bautista habla de una experiencia interior, profunda de conocimiento de Jesús lo que le permite ser a el un reflejo de su luz, un eco de su Palabra, una presencia saludable de la Gracia de salvación y de redención que trae la Palabra que se ha hecho carne y la cual el es capaz de ser testigo.
Vemos a Juan como testigo y vemos los testimonios decíamos recién de consuelo, de paz, de alegría, los testimonios orantes, caritativos, solidarios, los testimonios cercanos a nosotros con los que a veces no nos vinculamos por una mirada un tanto negativa que nos va cargando en nuestro modo de percibir la realidad y los descubrimos a todos éstos testigos en clave de presencia de Dios que se esconde en su fortaleza y en todo lo que nos habla de que la vida por delante se hace camino.
Que es lo que necesitamos al comienzo de éste año, descubrirla en ese sentido. Vamos dando pasos mientras el tiempo transcurre en éstas primeras horas del 2008 intentando afianzarnos en nuestro modo de andar éste tiempo nuevo que se inaugura en clave en la que Dios nos quiere siguiendo la luz que nos dejan los testigos en el camino.
En el Evangelio se habla muchas veces de los testigos. El Bautista no es el único. Dios da testimonio también sobre Jesús. Las escrituras también hablan de Jesús. Jesús da testimonio de si mismo con sus propias obras.
El Espíritu Santo lo da junto con los discípulos. El testimonio de los primeros discípulos de Jesús es de mucha importancia para nuestro camino porque nosotros podemos creer en Jesucristo, hijo de Dios y redentor nuestro gracias a aquellos que fueron testigos de todo lo que El hizo y dijo y después iluminados por el Espíritu Santo proclamaron a todo el mundo la Buena Noticia de la salvación. Fijémonos el valor que tiene lo testimonial en cuanto transferencia de comunicación, de presencia luminosa de Dios escondido en medio de lo nuestro. Como la transformación, la conversión de la humanidad pasa por éste lugar de recibir y dar testimonio de la presencia escondida de Dios en medio nuestro.
El número de los testigos crece en la medida en que crece el testimonio que damos de la presencia de Dios en medio del mundo. De allí el valor de vincularnos no con los lentes oscuros con la realidad sino con la mirada luminosa que nos permite descubrir no el vaso a la mitad sino lleno. Lo que es una mirada positiva. Ese número de testigos se va haciendo cada día más grande porque después que los primeros tuvieron durante la vida pública del Señor su predicación y vieron todas sus obras y lo vieron muerto y sepultado y también tuvieron el privilegio de verlo resucitado se fue ampliando y fueron otros los que se fueron sumando a ésta mirada en el testimonio que los atrajo a la persona de Jesús. Vivir con una mirada a cuesta en Dios supone descubrir en el camino lo mejor que habla de Dios en la vida de los hermanos y a partir de allí animarnos a transformar la realidad de lo único que puede transformar la vida de las personas, lo mejor que tienen, lo mejor que son. Animémonos a mirar el saludable testimonio de la presencia de Jesús que se esconde alrededor nuestro y dentro de nosotros mismos y multipliquemos la presencia testimonial de Dios que abre caminos de luz para éste comienzo de año
Vamos descubriendo ésta presencia escondida de Dios que toma rostro concreto en las personas que comparten la vida con nosotros todos los días de donde queremos aprender a ponernos de cara al sol no solamente para tomar sol sino para iluminar la realidad de lo que en éste tiempo Dios nos quiere regalar en la presencia suya escondida en un gesto de alegría, una presencia consoladora, un testimonio de gozo, una luz que se hace para nosotros en el camino de fortaleza. Son hermanos nuestros que nos regalan ésta presencia escondida de Dios que nos alienta a seguir en el camino. Nosotros mismos podemos hacernos testigos de otro.
En nosotros la experiencia es el conocimiento interior de Jesucristo. Es la de Juan. Para muchos testigos que llegan a nuestra vida esto no sea conciente que la fuente de toda virtud, de la alegría, de la paz, del gozo, de la fortaleza, del consuelo, de la esperanza tiene un origen que es la persona de Jesús en torno al cual se concentra todo lo bueno, lo bello, lo noble, lo justo, que se ha desparramado por el mundo bajo la presencia de su amor que es Palabra y es luz.
Nosotros tenemos la posibilidad de ser testigos y crecer en nuestro testimoniar en la presencia de vida con mayúscula con todos los matices que ella se presenta si ahondamos en el conocimiento interior de Cristo, en la interioridad de Jesús, en el conocimiento de su persona está la fortaleza que nos permite testimoniar todo lo que desde ese encuentro se alimenta. Juan es testigo porque ha experimentado un profundo encuentro con Jesús. Dios se lo ha revelado.
He visto al Espíritu Santo descender sobre El
decía hablando acerca del Bautismo y antes ya en su infancia, antes de nacer, antes del parto el experimenta el gozo y la alegría de la presencia cercana de la redención en Jesús.
Es el testimonio de Juan acerca de la luz, acerca de la Palabra, surge de un encuentro con aquel que es la Palabra y la luz. El es un destello, el es una voz, pero la voz, el destello, la luminosidad y la expresión que brotan de luminosidad también en palabras por parte de Juan suponen un encuentro. En la primera semana de los ejercicios ignacianos San Ignacio invita a un profundo encuentro con Jesús, un conocimiento interno de nuestro Señor y justamente desde éste conocimiento interno de Jesús donde se potencializan y crecen en nosotros las gracias de testimoniarlo.
Padre Javier Soteras
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