La Puerta

miércoles, 18 de mayo de 2011
Las puertas sirven tanto para comunicar como para separar. Por eso ofrecen un rico simbolismo, en el cual se manifiestan como conexión entre afuera y adentro, sagrado y profano, conocido y desconocido; o pueden asociarse al misterio de lo escondido, de lo que debe ser revelado, de lo que está “a puertas cerradas”.

 

Además de las puertas de las casas, son de especial significación en la antigüedad las puertas de las ciudades amuralladas. Estas se encontraban abiertas de día, permitiendo el intercambio entre el campo y la ciudad, y entre forasteros o peregrinos y residentes habituales. Y se cerraban por la noche como norma de seguridad, para evitar el ingreso de extraños. En las batallas, “tomar las puertas de una ciudad” equivalía prácticamente a conquistarla. Y aún hoy, se entrega a personas distinguidas “la llave de la ciudad” como signo de reconocimiento.

 

En todas las religiones se asigna especial sentido a las puertas de los templos, que suelen poseer una arquitectura especial y una rica simbología expresada en pinturas y esculturas. La puerta del templo posibilita el acceso a lo sagrado. Remite a aquella expresión de Jacob en Betel: “Esta es casa de Dios y puerta del cielo” (Gén 28,17).

 

Para los creyentes, la presencia providente de Dios se manifiesta cada vez que cruzamos una puerta, sea para salir o para entrar. “El guardará tus entradas y tus salidas” (Salmo 121 (120),7-8).

 

Algunas puertas en el Nuevo Testamento

 

La gente se agolpaba en la puerta de la casa donde estaba Jesús (Mc 1,33) a punto tal que se hacía imposible entrar. Por eso, los cuatro amigos del paralítico levantan el techo para poder llevarlo ante la presencia de Jesús (Mc 2, 1 ss).

 

En la parábola del amigo inoportuno, la puerta cerrada es señal de que la familia ya se encuentra a resguardo (Lc 11,5).

 

Los discípulos, después de la resurrección, permanecían con las puertas cerradas por temor a los judíos (Jn 20,19).

 

Jesús es la puerta

 

“7 Entonces Jesús prosiguió:

7 «Les aseguro

7 que yo soy la puerta de las ovejas.

8 Todos aquellos que han venido antes de mí

8 son ladrones y asaltantes,

8 pero las ovejas no los han escuchado.

9 Yo soy la puerta.

9 El que entra por mí se salvará;

9 podrá entrar y salir,

9 y encontrará su alimento.

10 El ladrón no viene

10 sino para robar, matar y destruir.

10 Pero yo he venido

10 para que las ovejas tengan Vida,

10 y la tengan en abundancia.” (Jn 10,7-10)

 

Jesús tiene las llaves: Ap 1,18; 3,7

El está a la puerta y llama: Mc 13,29; Ap 3,20

 

Las puertas en la escatología

 

En la escatología (el anuncio sobre el fin de los tiempos) se habla de las puertas de la nueva Jerusalén, por donde entran los redimidos a encontrarse en forma definitiva con Dios.

 

1 Aquel día, se entonará este canto en el país de Judá:

1 Tenemos una ciudad fuerte,

1el Señor le ha puesto como salvaguardia

1 muros y antemuros.

2 Abran las puertas,

2 para que entre una nación justa,

2 que se mantiene fiel.

3 Su carácter es firme,

3 y tú la conservas en paz,

3 porque ella confía en ti.

4 Confíen en el Señor para siempre,

4 porque el Señor es una Roca eterna. (Is 26,1-4)

 

En un sentido similar: Is 35,8-10.

 

Según el Apocalipsis, la Jerusalén celestial tendrá 12 puertas, tres mirando a cada uno de los puntos cardinales (Ap 21,9-14). Y esas puertas ya no se cerrarán, porque habrá cesado todo peligro y todo mal.

 

23 Y la Ciudad no necesita la luz del sol ni de la luna, ya que la gloria de Dios la ilumina, y su lámpara es el Cordero. 24 Las naciones caminarán a su luz y los reyes de la tierra le ofrecerán sus tesoros. 25 Sus puertas no se cerrarán durante el día y no existirá la noche en ella (Ap 21,23-25).