La queja

viernes, 6 de agosto de 2021

06/08/2021 – En el “Diálogo de hermanos”, el padre Javier Soteras y el rabino Marcelo Polakoff hablaron de la queja y su presencia en las sagradas escrituras. El inicio estuvo marcado por el libro de los Números cuando en los capítulos 13 (versículos 30 al 33) y 14 (versículos 1 al 3) dice: “La gente comenzó a murmurar, pero Caleb les ordenó callarse y les dijo: ¡Vamos a conquistar ese territorio! ¡Podemos hacerlo! Pero los otros que habían ido con él empezaron a desanimar a los israelitas diciéndoles que el territorio era malo. ¡No lo hagan! —les decían—. ¡No podremos vencer a gente tan poderosa! ¡Los que viven allí son gigantes, como Anac! ¡Ante ellos nos veíamos tan pequeños como grillos! Además, es un lugar en donde no se puede vivir. Es tan malo que la gente se muere como si se los tragara la tierra. Aquella noche todos los israelitas empezaron a gritar y a llorar. Se quejaban contra Moisés y Aarón, y decían: ¡Ojalá nos hubiéramos muerto en Egipto, o en este desierto! ¿Para qué nos trajo Dios a este territorio? ¿Sólo para que nos maten a todos, y se lleven como esclavos a nuestras mujeres e hijos? ¡Mejor regresemos a Egipto!”.

Al explicar este pasaje de la Torá, Polakoff afirmó que “Moisés envía doce espías a ver cómo es la tierra prometida por Dios. Cuando vuelven, diez de ellos afirman que no van a poder habitar esa tierra por lo que escuchábamos recién en el texto de los Números. Entonces el pueblo le pedía a Moisés que vuelvan a Egipto. El tiempo pasó y el ingreso a la tierra prometida se demoró muchos años, dando lugar a una nueva generación que estuvo más abierta al cambio. La queja es el denominador de este relato. Los dos que pidieron entrar a la tierra prometida fueron los que finalmente entraron, mientras que los diez que se quejaron no lo hicieron porque murieron en la nueva vuelta que dieron por el desierto durante tantos años. La queja tiene que ver con lo pendiente en hebreo, hay que pensar qué queda pendiente en lo que nos quejamos. Lo pendiente es pendular, significa que se va hacia un lado o hacia otro.

Soteras acotó que “En este texto hay perspectivas distintas, hay miradas diversas y mucho depende de cómo se ve la realidad. Si la realidad viene aumentada, escandalosamente aumentada y se desfigura desde distintos intereses, entonces es inabordable. Seguramente esta tierra prometida era inhóspita, pero da la impresión que se administró mal la información, con ribetes de falsedad. Lo que llama la atención es que el pueblo quiera volver a Egipto, algo que ya había ocurrido. La queja es un síntoma de que algo no estaba bien en ellos y les costaba ver la voluntad de Dios. Tenemos que discutir entre todos el mejor camino a tomar, pero dejando de lado los favoritismo o sectorismos. Esto a veces se ve en nuestro país y afecta la vida democrática.

El rabino de la comunidad judía de Córdoba agregó que “en el libro del profeta Jonás, Dios lo había enviado a Nínive, en Siria, a advertirles que debían escuchar a Dios y cambiar para no ser destruidos. Finalmente, escuchan a Jonás y a Dios y el Señor no los destruye. Pero Jonás, al ver que Dios no destruye a Nínive increíblemente le recrimina esto. Dentro de la queja, cuando no es constructiva, hay egoísmo, ingratitud, soberbia o hasta miedo. Por eso a mayor nivel de gratitud, hay menos quejas”. El director de Radio María sostuvo que “el argentino vive especulando, por eso Ortega y Gasset dijo: “Argentinos, a las cosas”. La queja muchas veces surge cuando no hay voluntad de hacer las cosas que hay que hacer. Distinto es hacerse cargo. Quejarse es perder energías. No terminamos de ponernos la patria al hombre. Cuando se prolonga en el tiempo la subsidiariedad como ocurre en Argentina entramos en un estado de queja. Parece que la cosa puede seguir funcionando y no es así”. Entre las consecuencias de habitar en la queja se encuentran la rabia, la frustración, la tristeza, el mal humor y la amargura. Por último, el padre Javier dijo: “Es sano preguntarle a Dios el por qué de las cosas que vivimos. El papa emérito Benedicto XVI le preguntaba a Dios en Auschwitz por qué no ayudó a la humanidad en medio de la locura nazi”. Polakoff agregó: “Y Dios responde a cuando preguntamos “¿Dónde estabas?”. Él responde: “¿Y dónde estás vos, dónde está la humanidad” para salir de la queja, hacernos cargo está bueno”.