01/09/2017 – La rutina en la pareja es inevitable aunque beneficiosa. Brinda la seguridad, el equilibrio y el orden necesario para tener una buena relación. Pero… ¿qué pasa cuando confundimos rutina con aburrimiento? Ana y Ricardo Carranza, coordinadores del Programa Retrouvaille, para parejas en crisis, reflexionaron sobre este tema en el “Hoy puede ser”.
“Cuando la pareja llega al extremo de la rutina y cae en la monotonía y el estancamiento, comienzan los problemas. Si hacemos lo mismo todos los días y no creamos momentos especiales, terminamos aburridos el uno del otro; por más que nos amemos con locura”, comentó Ana.
Por otro lado, Ricardo mencionó algunos síntomas del estancamiento en la pareja: “Cuando nos falta la comunicación; cuando sentimos poco entusiasmo de estar juntos y solos; cuando nuestras miradas no se encuentran o no se detienen en el otro; cuando no sorprendemos a nuestra pareja con alguna sugerencia de complicidad; cuando no tenemos un sueño compartido, una meta a la cual llegar. Si no tenemos esto, aunque sea como un deseo, algo está sucediendo”.
Ana relató su propia experiencia de monotonía: “No se cómo ni cuándo, porque la rutina es sutil; caímos con Ricardo en la tentación de querer hacer todo. Al final del día, terminábamos agotados, solo queríamos desenchufarnos y pero también nos desenchufamos de la relación. Me di cuenta que tenía que hacer algo y me propuse poner en práctica la frase del Papa Juan XXIII: Sólo por hoy no voy a dejar de abrazarlo, sólo por hoy voy a darle un beso, sólo por hoy voy a proponerle salir juntos. Así construimos momentos que nos llenaron de gozo y mantuvimos viva la relación”.
“Cuando estamos muy aburridos, hay que hacer algo para despertar. Si conocemos los gustos o las ilusiones de nuestra pareja, sería muy bueno usar la imaginación y efectuar un plan sorpresa. Es importante usar la audacia, romper comportamientos habituales”, agregó Ricardo.
Puede suceder que uno de los miembros de la pareja sienta aburrimiento y el otro no. “En ese caso, hay que permanecer y llegará el momento en que el otro reaccione. No hay que recurrir a la demanda porque no se llega a nada; si no hacer lo que puede llegar a despertar en el otro, pequeños detalles, ofrecer, proponer, sugerir no sólo con palabras, si no con hechos. Si uno cambia produce un efecto en el otro”, explicó Ana.
“La vida de pareja es mucho más que un trabajo o que mantener la casa en orden. La pareja es el pilar de la familia, los cimientos del hogar; por eso, hay que poner a la pareja en primer lugar para no llegar al extremo de la monotonía. Cuidemos el gran don que Dios nos da en la pareja”, concluyó Ricardo.
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