La santidad desde el amor

martes, 1 de octubre de 2013
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Detrás de los testigos de la fe
 
"Una nube de testigos nos precede en el camino" (Heb 11. 1,10). Se trata de los santos, quienes através de rasgos diversos, nos presentan los variados perfiles con los cuales Jesús se manifiesta. Estos hombres y mujeres se dejaron trabajar por Dios, y en sus vidas Dios hizo evidente algun rasgo suyo. Así de manera diferente, Dios nos sigue invitando a que también nos dejemos trabajar por Él.
 
En el tiempo de Teresita del Niño Jesús, se había encarnada en el Carmelo una cierta espiritualidad deformada, a partir de la modalidad de la Madre Gonzaga, su superiora. Teresita, al darse cuenta, se aparta de este modo tan duro y difícil de entender la espiritualidad que incluía silicios, cruces de hierro, ortigas para la flagelación y ajenjos en las comidas para hacerlas más amargas. Ella decidió poner una sonrisa al dolor y a las mortificaciones interiores, con la determinación de cambiar la historia desde ese lugar.  Progresivamente Teresa será llevada a contentarse con una perfección escondida y secreta, totalmente ignorada por todas las demás. Sus armas serán: obedecer, sonreír  y amar.
 
Ojalá también nosotros que iniciamos nuestro encuentro, en torno a la figura de esta Santa Teresita del Niño Jesús podamos encontrar en medio de todos los dolores y dificultades que la vida nos ofrece, una sonrisa que nos muestre felices en medio de las cruces y de los dolores.
 
En el corazón de la Iglesia, elegí ser el amor
Teresita, leyendo la 1º Carta de San Pablo a los Corintios, descubrió que en el cuerpo eclesial había muchos miembros y que cada uno tenía su lugar y su importancia. Teresita deseaba ser todos: ser misionera, sacerdote, religiosa, contemplativa, y al mismo tiempo poder ayudar a los pobres y atender a los enfermos…  Quería serlo todo, pero no podía. Escribe en su autobiografía: "Cuando descubría que en el cuerpo todo éramos uno y cada uno teníamos un lugar, yo elegí en el corazón de la iglesia, ser el amor".
 
La santidad desde el amor
"Dios se ha complacido en rodearme siempre de amor" dice Santa Teresita. Es el testimonio que brota de lo más profundo de su ser en Cristo. Desde su sencillez, ella está dando la clave de la vida cristiana: tener experiencia de amor. En su autografía ella declara que ha sido amada y que ha habido amor en su vida.
 
Con esto tenemos ya para entretenernos un rato largo en torno a la figura de ésta testigo de la vida de Jesús en su vida, que ha marcado una parte importante de la espiritualidad de la Iglesia. Por el camino de la sencillez en el amor…  es la clave en torno a la cual Teresita nos invita a recorrer en lo cotidiano un modo de seguimiento de Jesús amando como la forma mas excelente de vivir en plenitud el misterio de Jesús en nuestras vidas.
 
Teresita escribiéndole a su hermana Celina  le dice: "Jesús hizo locuras por Celina, que Celina haga locuras por Jesús. El amor solo con amor se paga y las heridas de amor solo con amor se curan". Esta es la clave de la vida cristiana Teresiana.  Se dá lo que se recibe y siempre se recibe. El desafío es entonces, cómo trabajar la propia naturaleza venciendo la soberbia y el orgullo. Implica firmeza frente a algunas cosas, y a la vez dejarse llevar por Dios. 
 
El escritor Ruso Dostoievski, dice que "Quien acumula muchos recuerdos felices en su infancia, está salvado para siempre" .  Esta es la experiencia que Teresita guarda en lo mas profundo de su corazón.  Así lo manifiesta cuando dice que "Dios se ha complacido en rodearme siempre de amor-. Mis primeros recuerdos guardan las huellas de las más tiernas sonrisas y caricias. Amaba yo mucho a papá, y a mamá le demostraba de mil maneras mi ternura".
 
Mas adelante, también dice respecto de lo que fue su experiencia de amor, cuando recibió su primera comunión: "Que dulce fue el primer beso de Jesús en mi alma, fue un beso de amor, me sentía amada y decía a mi vez "Te Amo, me entrego a Vos para siempre".
 
Desde hacía tiempo, Jesús y la pobre Teresa, se habían mirado y se habían comprendido. Aquel día no era ya una mirada, sino una fusión, "yo ya no era yo, ni Él era Él. Ya no éramos dos". Teresa había desaparecido como la gota de agua que se pierde en el seno del océano. Solo quedaba Jesús, Él era el dueño, el Rey. 
Esta experiencia de amor que marca la vida de Teresita del Niño Jesús, la pinta de pie a cabeza. Por eso en el momento decisivo de elegir su lugar en el cuerpo de la Iglesia, ella decide ser el amor en el Corazón de la Iglesia.
 
Dice Martin Descalzo a Jesús, al final de su vida en El testamento del pájaro solitario "…Quiero confesar que he sido y soy feliz, auque en la balanza de mi vida sean mas los desencantos y fracasos, porque aunque todos se multiplicasen, aún no borrarían la huella de tus besos. ¿De tus besos o de tus uñas, Halcón?. No lo sé, es lo mismo".  Y esta fue la experiencia de Teresita, de recibir mucho amor en medio de mucho dolor, acrisolada, en el dolor que es el amor. 
 
 
 
El amor en medio del dolor
Desde muy chica Teresita percibe este mimo de Dios y cuánto la hace sufrir la presencia de un amor tan grande. La primera experiencia dolorosa es la muerta de su mamá, cuando tiene apenas 4 años. Ella lo recuerda muy hondamente, y la deja casi enferma de muerte. Hablando de aquel día, describe lo que suele pasar a un niño chiquito que pierde a su mamá: los grandes intentan como disimulárselo, distraerlo para que no tome conciencia de lo que paso. La mandan a jugar al patio en el fondo de la casa, o a que se vaya con los tíos y primos.
 
"A nadie hablaba de los profundos sentimientos, que en aquel momento, me embargaban. Miraba y escuchaba en silencio. Pude ver muchas cosas, que hubiera querido no ver, pero en un determinado momento me hallé frente a la tapa del ataúd, que estaba en la galería de la casa. Permanecí largo tiempo contemplándolo, nunca había visto ninguno, sin embargo comprendía" comenta en su autobiografía.
 
 Ella que era la alegría de la casa comienza como a replegarse sobre sí misma y se vuelve sumamente sensible. Llora muy frecuentemente, como una Magdalena, y cuando empezaba a consolarse de lo acontecido, lloraba por haber llorado. No había consuelo en el corazón de Teresita. Este dolor profundo por la muerte de su mamá, comienza a sanarse cuando descubre entre sus hermanas mayores a Paulina: "Ahora, serás mi mamá".
Al tiempo, su hermana mayor a quién había adoptado como a su madre, comienza a descubrir su vocación a la vida religiosa. Se habían prometido mutuamente, que la esperaría para entrar juntas al Carmelo. Pero no puede esperarla, la vida se lo pide ya,  y Paulina se va al Carmelo. Ahí es cuando Teresita dice que por segunda vez, la vida la dejó huérfana. A partir de allí comenzó una extraña enfermedad. Dice ella de sí misma "comienzo a ser una pobre niña que parezco una idiota".  Los médicos decían que no iba a sobrevivir, y su padre llegó a creer que Teresita podría volverse hasta loca. 
 
"La pobre florecita languidece" dice ella de sí misma. Parecía haberse marchitado para siempre y sin embargo tenía un sol cerca de ella, la imagen de la Virgen Santísima. Un día, Teresita frente a la imagen de la Virgen comienza a revivir. "De repente la Santísima Virgen pareció hermosa, su rostro respiraba bondad y ternura, – pero lo que me llegó hasta el fondo del alma fue su encantadora sonrisa. En aquél momento todas mis penas se desvanecieron al verme mirada fijamente por María".  Teresa esta curada- dijo una de sus hermanas- , si, la florecilla iba a renacer a la vida. El rayo luminoso que la había recalentado no dejará ya de seguir prodigándole sus favores. El Amor de Dios comenzará a manifestarse en Jesús a través de María particularmente en medio de todos sus sufrimientos.
 
"Ahora adivino que la verdadera caridad consiste en soportar todos los defectos del prójimo, a no asombrarse de sus flaquezas y a edificar con sus menores virtudes". Numerosas religiosas cuentan anécdotas que nos permiten entender su entrega de amor en medio de los dolores.
 
"Dice el P. Uvaldo que había una hermana portera dotada de un carácter insoportable que no podía aguantar a nadie a su lado. La hermana Teresa pidió que la pusieran junto a ella para ayudarla. Esta es esa madre (…) que sufre el perfume de las flores alcanzado proporciones de verdadera manía, hasta el punto que se pone a gritar y se manifiesta horriblemente indispuesta en cuanto ve la más miserable pequeña violeta sin darse cuenta que esa violeta es una flor de trapo o de papel. Un día en que Teresa acaba de poner una rosa artificial al pie de una imagen del Niño Jesús, la religiosa llega, la ve y llama a Teresa. Va a fingir un desmayo, se dirije a Teresa y le reprocha. Teresa con humidad y con sencillez la recibe. "Mire Madre qué bien se imita hoy a la naturaleza, ¿no se ve como si esta rosa acabara de ser cortada del jardín?" como disimulando lo mal que ella ha actuado, contra la delicadeza con la que Teresita había puesto una rosa de papel para no indisponerla a ella.  
 
El amor que cura
Así son los gestos delicados de esta mujer que a partir de los 15 años, ya habiendo ingresado al Carmelo, comienza a recorrer como dice ella "los pasos de un gigante".  Esa grandeza de amor la revela particularmente en su presencia de entrega en medio del dolor y del sufrimiento en el Carmelo.
 
"Me quedé por un tiempo más hipersensible todavía. Las lágrimas ganaban cada vez mas mi rostro, sin embargo en una Noche Buena, Dios curó perfectamente mi ser. En esa noche luminosa Jesús, el dulce Niño Jesús, de una hora de vida, cambió la noche de mi alma en torrentes de luz. Noche en la que ÉL se hizo débil y paciente por mi… me hizo fuerte, valerosa y me revistió de sus armas. Y desde aquella noche bendita nunca mas fui vencida en ningún combate, sino que marché por el contrario, de victoria en victoria , comencé por decirlo así, una carrera de gigante".
 
Dice Teresita que en aquella Noche Buena empezó el período nuevo de su vida, tal vez, el más hermoso de todos, el más lleno de gracias del cielo. "La obra que yo no había podido realizar en 10 años, Jesús, la consumó en un instante. Yo podía decirle como los apóstoles, -"Señor, he estado pescando toda la noche sin sacar nada".  Pero misericordiosamente, más conmigo que con uno de sus discípulos, Jesús mismo, tomó la red, la echó y la sacó llena de peces. Hizo de mí, una pescadora de almas".
 
Continúa relatando Teresita: "Sentí un gran deseo de trabajar por la conversion de los pecadores, deseo que nunca hasta entonces, había sentido vivamente. Sentía una palabra que entraba en mi corazón, la caridad, la necesidad de olvidarme de mí msima por complacer a los demás. Desde entonces fui dichosa".
 
Esto se ve reflejado en muchos gestos suyos, particularmente en el Carmelo. A partir del momento en que Teresa decide hechar manos a la obra, apartándose de todo tipo de sacrificio exterior, superficial y vanidoso,- como dá a entender ella que reinaba en el Carmelo. Por un lado, en aquel Carmelo, había mucha penitencia corporal, pero por otro lado, mucho relajamiento en lo de todos los dias.
 
Teresa comienza a forjar toda su interioridad a partir de este hecho, la voluntad de Dios manifiesta en todo y en cada uno de los detalles de la vida. Por allí se recorre el caminito que ella nos ofrece como sendero por donde alcanzar el cielo, no por una escalera, si no "como por un ascensor", como dice ella. Que podamos entender que es en lo de todos los dias, siendo sencillos, donde se juega el amor de Dios.

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Oración a Santa Teresita
 
Teresita modelo de humildad, de confianza y de amor: 
de lo alto del cielo, te pedimos que desojes sobre nosotros, 
pétalos de esas flores que llevas en tus brazos.
 La rosa de humildad,
para que brindemos nuestro corazón orgulloso
a la presencia de Dios y aceptemos el yugo suave y liviano del evangelio.
La rosa de la confianza,  
para que nos abandonemos a la voluntad de Dios
 y descansemos en su misericordia.
La rosa del amor,
para que abriendo nuestras almas sin medidas a las gracias,
 realicemos el único fin para el Dios que nos ha creado a su imagen, 
Amarle y hacerle Amar. 
Tú que pasas los cielos, haciendo el bien en la tierra,
 ayúdanos en esta necesidad y concédenos del Señor lo que te pedimos
si ha ser para Gloria de Dios y para el bien de cada uno de nosotros.
Amén


 
Padre Javier Soteras
Catequesis del  21/06/2011