19/04/2019.-
El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente. El llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo, a fin de que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Gracias a sus llagas, ustedes fueron curados. Porque antes andaban como ovejas perdidas, pero ahora han vuelto al Pastor y Guardián de ustedes.
1 Pe 2, 21-24
Hoy en el Evangelio queremos contemplar las llagas de Jesús. Sus heridas que curan. Lo hacemos como memorial actualizado de su pasión. Y también contemplamos al Cristo suficiente que vive en cada hermano y que vive en notros.
En este Viernes Santos contemplamos a Cristo en la Cruz, y al crucificado en los solos y abandonados. Los que para la lógica del mundo ya no producen, para los que el mercado considera desechables, lo sabios silenciados. Los que con sus historias repetidas nos traen la vida del pasado actualizada en sus arrugas. Ahí donde la vida es huella que muestra camino. Las arrugas, llagas de los abuelos, que contemplamos como lugar que no hay que ocultar.
En este viernes. de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, queremos acompañarlo y dejarnos alcanzar por su amor, que nos pode cara a sus heridas que nos han curado, poniéndonos en comunión con las heridas de los heridos que en el camino vamos encontrando. Y también con nuestras heridas.
Deja que tu historia con la crudeza con la que hoy se muestra pueda ponerse frente al Crucificado, y atravesado pro tanto amor que de allí brota, ver como ese lugar aparentemente desierto de tu vida se llena de la frescura de un amor que te llena de esperanza. Y en esta contemplación saber que en Sus heridas hemos sido curados.
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