León XIV: Un pontificado de Unidad y Paz donde el diálogo es el camino

martes, 20 de mayo de 2025

20/05/2025 – Saben ustedes que en la misa de inicio de su pontificado, el Papa León XIV enfatizó el amor y la unidad como los pilares de la misión de Pedro y nos instó como Iglesia a ser un signo de unidad en un mundo dividido. Ejemplo de esto fue también el recibimiento que les dio a los peregrinos del Jubileo de las Iglesias Orientales que recibió en el vaticano, días atrás. Por otro lado, en el discurso del Papa León XIV dirigido a delegaciones ecuménicas e interreligiosas subrayó la importancia de la fraternidad universal, un tema central en el pontificado de su predecesor, el Papa Francisco. ¿Cómo continuar creciendo en este ser Iglesia Signo de Unidad? ¿Qué implica esta fraternidad universal en un mundo tan dividido?

Conversamos con el Padre Carlos White secretario de la Comisión Episcopal de Ecumenismo y Diálogo interreligioso para profundizar este tema.

Al iniciar esta charla, el Padre Carlos White nos explicó con claridad que el ecumenismo es el diálogo de la Iglesia Católica con otras iglesias cristianas, como las ortodoxas y protestantes, con el objetivo primordial de cumplir el mandato de Jesús: «que sean uno para que el mundo crea». Por otro lado, el diálogo interreligioso se refiere a la conversación con otras religiones, como el judaísmo y el islam, buscando fomentar la colaboración y la paz en el mundo. Aunque distintos en sus metas, ambos comparten un espíritu de apertura y búsqueda de unidad.

Nos comentaba el Padre Carlos que el deseo de una Iglesia unida y signo de comunión no es algo nuevo, sino que se viene gestando desde el Concilio Vaticano II con Juan XXIII, pasando por Pablo VI, Juan Pablo II con su histórica oración por la paz en Asís, Benedicto XVI y, por supuesto, el Papa Francisco, quien expandió enormemente este diálogo. Lo que el Papa León XIV expresa, entonces, es una continuidad de un camino que la Iglesia lleva recorriendo hace más de 50 años.

Un punto crucial que abordamos con el Padre Carlos fue el vínculo entre la sinodalidad, el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Nos explicó que lo que atraviesa todo es un espíritu de diálogo, de no encerrarse en uno mismo, evitando todo aquello que «mata la obra del Espíritu Santo». El lema de León XIV, «que sean uno», es un llamado potente a la unidad, primero dentro de la Iglesia Católica, superando individualismos y diferencias, para luego extender ese espíritu a la única Iglesia de Jesús, formada por todos los creyentes. La sinodalidad, entonces, se convierte en el ejercicio de sentarse juntos, participar y tomar decisiones de manera fraterna, lejos de todo autoritarismo.

El Padre Carlos nos invitó a llevar este espíritu de unidad a la vida cotidiana. ¿Cómo? Por ejemplo, si en tu barrio hay una parroquia y a unas cuadras una iglesia evangélica, la clave es acercarse, conocerse, saludarse y reconocerse como cristianos. Dejar de lado los prejuicios y las desconfianzas que, lamentablemente, existieron en el pasado. Nos animó a que el párroco y el pastor se conozcan, que busquen motivos para hacer algo juntos, que naturalicemos el encuentro sin renunciar a nuestra identidad católica. Como él mismo dijo, el diálogo «tiene que ver con conocerse, saber cómo se llama el otro, saludarse… cosas humanas sencillas que tienen que ver con los vínculos y que es tan importante a la hora de construir unidad». El Papa León XIV nos alienta a no tener miedo a lo diferente y a dejar de lado la idea de monopolizar la verdad. La cultura del diálogo es descubrir lo que nos une, que es muchísimo.

Finalmente, hablamos sobre cómo los jóvenes, con su mirada más abierta y su capacidad natural para compartir, son un faro de esperanza en este camino. Ellos demuestran que la enemistad y el aislamiento no son de Jesús, quien siempre invita a una mirada amplia, como en la parábola del buen samaritano. El Padre Carlos nos recordó la valiosa experiencia del Comipaz en Córdoba, un ejemplo para todo el país de cómo la diferencia no es un obstáculo, sino una fuerza que atrae para trabajar juntos en pos de una sociedad más humana, fraterna y pacífica. Este diálogo, que busca la unidad y la paz, es profundamente evangélico y, como nos decía el Padre Carlos, es algo del Espíritu Santo en este tiempo. La próxima fiesta de Pentecostés, nos recordó, es la fiesta de la comunión, donde la diversidad se hace unidad a través del Espíritu Santo, sanando la confusión y la incomunicación de la Torre de Babel para que todos podamos entendernos y trabajar por la comunión.